martes, 8 de enero de 2013

Desde Sancti Spíritus. Una décima en tonada


Cita de diciembre del grupo
decimístico espirituano

La Parranda espirituana. Foto enviada por la autora.


 


Toda luz y toda mía en este mes de diciembre cerró la Jornada de la Cultura Espirituana, esta vez con el tema Una décima en tonada. La añeja villa acaudala leyendas y tradiciones; entre ellas, sobresale la leyenda de construcción del emblemático puente sobre el río Yayabo construido con leche de cabras, sin olvidar lo ya apuntado (sin encontrar hechos que demuestren lo contrario) sobre el nacimiento en sus predios de la guayabera, nombrada prenda de vestir nacional. Y entre tantas tradiciones se encuentra la tonada espirituana como variante de cantar décimas.

Toda luz… volvió a colocar la décima sobre el puente que une la cultura y la historia. Las Jornadas de la Cultura Espirituana se comenzaron a desarrollar del 10 al 13 de diciembre de 1981, y no fue hasta el año 1994 que se instituyó por acuerdo de la Asamblea Municipal del Poder Popular en homenaje a la fundación de la Villa y a las personalidades de la cultura de la localidad; donde se muestra el desarrollo de la cultura y el quehacer cultural del municipio, no solo con la participación de artistas profesionales, sino también de un amplio movimiento de artistas aficionados de todas las manifestaciones del arte.

Las improvisaciones con la décima directa tienen su influencia castellana. La música que anima las controversias campesinas ha experimentado un largo y rico recorrido, donde los instrumentos que dieron paso a la guitarra fueron el laúd, el tiple, la bandurria y constituyen el elemento español más importante en nuestra música popular.

Es en pleno siglo XVIII que se habla de una música propia de los hombres que trabajaban en el campo: la guajira. Esta música, entonces cobró auge y los más diversos grupos imitaron estos cantos del campesinado. Cantaron sus décimas y tomaron nombres de maderas cubanas como “La Yaya”, “El Jiqui”, “El Tibisí”.

A diferencia de otras regiones de Cuba, el punto espirituano es música para ser escuchada, pues en esta no se articulan expresiones coreográficas, el mismo consigue una rara comunicación con todos los públicos, trascendió y se afirmó en la ciudad por el valor de lo auténtico.

Los cantores del campo espirituano en el siglo XIX, que gradualmente poblaron las áreas urbanas de la añeja Villa, llevaban consigo las formas de cantar sin acompañamiento instrumental.

En los inicios del siglo XX, la música espirituana definía ya dos vertientes: La Trova Espirituana y la Música Campesina, ocupando esta última un protagonismo esencial, pues muchos de estos músicos de puntos y tonadas radicadas en la ciudad eran descendientes de familias campesinas, lo que condicionó el impacto de la cultura del campo en rápida relación de intercambio con las expresiones del perfil urbano. No es de extrañar por tanto que en el propio siglo XX estos componentes no se ausentaran de las fiestas urbanas, incluso en las organizadas en las sociedades de instrucción y recreo.

Imprescindible recordar en este siglo al Sinsonte Espirituano, Marcial Benítez, uno de los más destacados cantantes de puntos y tonadas de todos los tiempos en Cuba. Cantante de pequeña tesitura, pero de matices únicos que se identificó con la pulsión de ruralidad siempre presente en la orientación urbana de la música espirituana, y quien desde joven asumió los patrones de la tonada y el punto espirituano, para con la tonada “Palmarito” alcanzar un reconocimiento nacional. En canturías y otros festejos organizados, se anunciaba la presencia de Marcial (sin ser cierta), para atraer público. Cantaba sin remuneración, pero fue el primer poeta espirituano que cantó luego por un pequeño sueldo.

El campesinado seguía cantando sus tonadas e improvisando sus poesías, perfeccionaba sus punteos en el laúd y marcaba ciertas diferencias locales de su cantar. Sancti Spíritus no estuvo ausente de estas diferencias territoriales y trae hasta el siglo XXI el punto espirituano, que difiere de los otros al presentar un estribillo coreado que completa la melodía de la tonada, formando una conclusión a la frase inicial.

Toda luz… abrió el festejo con la música de Síncopa Son, interpretando entonces guajiras, como antecedentes de las tonadas. Nos vestimos de gala y escuchamos a tonadistas de otras dos provincias vecinas que fueron invitados. Mauricio Heras, de Ciego de Ávila; José Manuel Silverio, de Villa Clara, compartieron sus tonadas junto al espirituano Guillermo González, el conocido Rey de la Tonada. Se sumó Gabino Valdivia, El bardo de Zaza; todos con el acompañamiento del Trío Lamas. Su director, el maestro Marcelo Lamas, celebró con su laúd su fiesta de cumpleaños ese 23 de diciembre, día recordado en la historia como el Día de la Liberación de Sancti Spíritus, en el año 1958.

Conservando el formato de este espacio sociocultural, se recibió la presentación de un libro, esta vez novedad de Ediciones Luminaria. El gallo que es fino y canta, investigación de Saylí Alba y dirigido a la Parranda Típica Espirituana; fue presentado por Juan Eduardo Bernal Echemendía, Juanelo.

En esta celebración de tonadas, imprescindible mencionar a este agrupamiento musical que tiene sus raíces en 1922, fundada por los Hermanos Sobrino. Más contemporánea, en 1976, se reestructuró, ya solo quedaba uno de los hermanos Sobrino que fallece al año siguiente, y los hermanos Julio y Orlando Toledo comenzaron a dirigir la agrupación manteniéndose hasta la actualidad con el nombre de "Parranda Típica Espirituana". Dan fe de una bien guardada herencia musical que enaltece al punto espirituano, aunque aclaran cómo la riqueza melódica obedece a sus variantes a la hora de tocarlo: en clave, si mantiene cierto formato de ese género; corrido, cuando se canta con música; y cerrado, si el acompañamiento musical marca el inicio hasta que aparecen las voces.

La declamación de décimas humorísticas precedió al pie forzado propuesto por el público. La Feria Agropecuaria e Industrial Delio Lunas, anfitrión por esta vez del espacio, clausuró así la Jornada de la Cultura Espirituana.

Toda luz y toda mía,
diferente cada vez,
deslizada a la esbeltez
que emerge en la cubanía.





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