Contralectura:
Rampa arriba,
Rampa abajo
Mileyda cuenta
su experiencia
Todos los viernes de este verano, dentro del programa Arte en La Rampa, el Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado ha llevado a la escena el espacio Rampa arriba, Rampa abajo, donde un siempre numeroso público ha tenido oportunidad de disfrutar la contralectura, una hermosa y poco conocida opción decimística, consistente en un fraterno intercambio entre poetas decimistas de la escritura y del repentismo: Los primeros, convocados por el Grupo Ala Décima, leen sus poemas. Los segundos les responden en versos improvisados. De su experiencia personal en el más reciente viernes, nos narra la escritora y periodista Mileyda Menéndez Dávila (ganadora del Premio Décimas para el amor Hermeides Pompa y el Premio de tema erótico en el XI concurso nacional Ala Décima 2011 con su cuaderno Diario de impúdica locura). Nos dice Mileyda en su mensaje por email:
Hermano: ¡Gracias por regalarme una tarde tan fabulosa! Tuve la suerte de que me tocaran Héctor Gutiérrez (foto a la derecha) e Idalberto Montero como repentistas, y al ver que eran décimas eróticas se animaron a responderme ¡los dos!, así que para el público (muchísima gente, tal como me habías contado) fue de gran disfrute, la gente reía con la provocación y aún más con las respuestas. Acá te envío mis décimas, escritas esa misma mañana (muy biográficas, claro, porque estoy en plena luna de miel) y sus contralecturas; copié a toda velocidad y luego con ellos mismos precisé lo que quedó al vuelo. Incluso me atreví a anunciar al público que te las daría para el sitio web (la promoción no está de más, ¿verdad?) y varias personas me preguntaron como acceder a él.
La conversación con Héctor sobre su modo de improvisar me encantó, es increíble que recuerden sus improvisaciones tiempo después sin escribirlas ni nada. Me dijo que su primera contralectura fue con Karel, quien le leyó un soneto al mar y aún recuerda su respuesta muy bien porque le impresionó mucho el poema.
Me preguntó qué pensaba del repentismo, parece que algunos poetas se lo han hecho pasar mal, yo le dije lo que siempre hablamos tú y yo: con el vuelo que ellos le dan a su improvisación nos están dejando la varilla más alta a los “escribidores”, así que al final gana la décima, ¿verdad?
Un beso,
Milo
A continuación, cada estrofa de Mileyda y sus respectivas respuestas por Héctor y Montero:
MILEYDA:
La ciudad duerme, lasciva:
Luciérnagas a mis pies
de antigua virgen. Después
del aura contemplativa,
cabalgo anclada en tu viva
desnudez, carne turgente,
pedernal de luz silente
que beso, engullo y domino.
Surge, al este, un tinte vino...
Al sur brota tu simiente.
HÉCTOR:
Brota mi simiente. Quiero
que el Sur hable con el Norte:
No permita que me corte
el filo del minutero.
Tendré que ser tuyo entero.
Cupido así lo sugiere.
Y si tu cuerpo se adhiere
a lo que mi alma acomoda
voy a caminarte toda
sin que la ciudad se entere.
MONTERO:
Te soñé: estabas desnuda,
tan desnuda como yo,
y el tiempo me anticipó
lo que por la piel me suda.
Desperté y pediste ayuda
por el lugar que laceras.
Búscame por donde quieras
si te decides a amar,
que a mí me vas a encontrar
en el sitio que prefieras.
MILEYDA:
Bajas del monte a la esencia,
al abra de tus ensueños.
Hay lujuria en tus empeños
vespertinos. Sin licencia
arrancas la inflorescencia
de su cáliz. Magnetismo
que no repara en lirismo
ni en estaciones del mes.
Besas, convocas… y el pez
salta libre de su abismo.
MONTERO:
Salta libre de su abismo
buscando la intrepidez.
Salta, pero siempre es,
sin dejar de ser el mismo.
El monte pide un yoísmo
por el pico de un sinsonte,
y si acaso el horizonte
tuyo no llega a morir
entonces voy a subir
desde la esencia hasta el monte.
HÉCTOR:
Tiene que saltar el pez
sin que el río se halle triste,
y si cansancio no existe
yo te invitaré después.
Qué erótica intrepidez
pecho adentro nos concentra,
y si una caricia entra
en tu corazón sin frío
vuelve a penetrar al río
oscuro que al Sur se adentra.
MILEYDA:
Cautivo, como un Jonás,
a veces tu cancerbero
no logra un puntal certero
o se ha lucido de más.
Pero en tu piel notarás
— cuando me acunas de vicio —
que siempre queda un resquicio
por donde escurrir mis ganas,
y mientras queden mañanas
haré que pierdas el juicio.
MONTERO:
Las ganas nunca se acaban.
Llegan, pero no se van.
HÉCTOR:
Las caricias, donde están,
a los dos nos esperaban.
MONTERO:
Con tinta nos apuntaban
igual que un acto homicida.
HÉCTOR:
Y ya cuando estés rendida
enfrente de dos traviesos,
sabrán hablarte de besos
las sábanas destendidas.
Además de poetisa, Mileyda (Regla, Ciudad de
Vea en nuestros archivos:
Mileyda y su extraño privilegio
2 comentarios:
Hola amigos de Decimacontexto, los felicito por su extraordinario blog y al mismo tiempo les solicito su ayuda. Quisiera preguntarles si alguno de ustedes sabe cómo se llaman esas décimas que pueden leerse tanto al derecho como al revés, es decir, que tanto si las lees desde el primer verso hasta el décimo como si las lees desde el décimo verso hasta el primero siguen teniendo sentido. Es a Tomasita Quiala a quien he escuchado improvisar versos así, pero no sé cómo se llaman, estaba buscando dicha información en Google y me mandó aquí. Gracias y saludos cordiales desde México.
Ya lo investigué, se llaman décimas con efecto de espejo. Gracias y felicidades una vez más.
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