en décimas a Fidel
En el cumpleaños 85 del querido Comandante
Muchos son los textos poéticos dedicados al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Incluso resulta difícil precisar cuál fue el autor del primer poema inspirado en él. No obstante, el poeta e investigador Juan Carlos García Guridi, miembro del Grupo Ala Décima, en artículo publicado hace un par de años, logró puntualizar lo siguiente:
“…todo parece indicar que fue Alberto Bayo Giraud, un camagüeyano, hijo de español, que llegó a General en la península ibérica defendiendo la causa republicana, contribuyó en México a la preparación militar de los futuros expedicionarios del Granma y fue investido más tarde con los honores de Comandante del Ejército Rebelde. Su poema, escrito en marzo de 1956 y sobre la base de pareados endecasílabos, se titula A Fidel Castro. Cuatro meses después Ernesto Che Guevara le dedicaría su notable Canto a Fidel Castro.
A estos les sucederían el habanero Francisco Riverón Hernández y la matancera Carilda Oliver Labra, ambos con sendos conjuntos de espinelas. Riverón concibe Gracias, Fidel, siete sentidas décimas a propósito del desembarco; mientras Carilda compone en marzo de 1957 su Canto a Fidel, el más popular de cuantos se han escrito”.
Con motivo del cumpleaños 85 del líder histórico de la Revolución Cubana, ofrecemos esos dos textos en estrofas de diez versos, que constituyen, eso sí —al menos hasta donde se tiene referencias—, los dos primeros conjuntos de décimas dedicados a él.
GRACIAS, FIDEL
Alguien le puso: Fidel,
Cuba se lo dio a la vida,
y se le abrió en una herida
que va sangrando con él.
Una agua como de miel
en la sonrisa mojada,
una sangre desvelada
de bravo en el pecho bravo
y un no querer ser esclavo
creciéndole en la mirada.
Lo meció buena mujer
en cuna de seda buena,
pero le duele la pena
del bohío y del taller.
Estudiante, su deber
le conoce de temprano;
y por el decir martiano
echa su vida sin calma
con una red en el alma
y luz de libro en la mano.
Por eso le oyen gritar
los caminos y las calles,
por el hambre de los valles,
por la angustia del solar.
Por donde marcha su andar
el valor dice: ¡Presente!
en la anchura de su frente
hermana del resplandor,
la patria tiene sabor
a limpia y a combatiente.
Cuando regresó el pasado
por un camino de penas
y hacia un clima de cadenas
el tiempo fue desandado,
su afán por lo liberado
le hace la sangre febril;
y en una explosión civil
que alumbra la madrugada,
se para frente al Moncada
sin canana y con fusil.
Y peleador necesario
leal en cada episodio,
se le ve mirar sin odio
inútil al adversario.
Sabor universitario
le enseña a mirar así,
alma de nuevo mambí,
trae en la mano la rosa
y la guerra generosa
que dictó José Martí.
Yo, que le quiero este asombro
de verlo pelear su guerra,
lo siento andar por la Sierra
llevando a Cuba en el hombro.
El aire donde lo nombro
se vuelve de su calibre;
acá y allá, donde vibre
su sabor a rebeldía,
Cuba —labio en agonía—
usa una sonrisa libre.
Su gesto salva el honor
de este tiempo avergonzado,
ya es como un dolor lavado
nuestro presente dolor.
La anchura de su valor
tiene la de su papel;
y van creciendo con él
y por lo que el alma lleva,
un ansia de Cuba Nueva
y un… ¡Muchas gracias, Fidel!
Francisco Riverón Hernández
3 de diciembre de 1956
CANTO A FIDEL
No voy a nombrar a Oriente,
no voy a nombrar la Sierra,
no voy a nombrar la guerra
—penosa luz diferente—,
no voy a nombrar la frente,
la frente sin un cordel,
la frente para el laurel,
la frente de plomo y uva,
voy a nombrar toda Cuba:
voy a nombrar a Fidel.
Ese que para en la tierra
aunque la luna le hinca,
ese de sangre que brinca
y esperanza que se aferra,
ese clavel en la guerra,
ese que en valor se baña,
ese que allá en la montaña
es un tigre repetido
y dondequiera ha crecido
como si fuese de caña.
Ese Fidel insurrecto
respetado por las piñas,
novio de todas las niñas
que tienen el sueño recto,
ese Fidel —sol directo
sobre el café y las palmeras—,
ese Fidel con ojeras
vigilante en el Turquino
como un ciclón repentino,
como un montón de banderas.
Por su insomnio y sus pesares,
por un puño que no veis,
por su amor al veintiséis,
por todos sus malestares,
por su paso entre espinares
de tarde y de madrugada,
por la sangre del Moncada
y por la lágrima aquella
que habrá dejado una estrella
en su pupila guardada.
Por el botón sin coser
que le falta sobre el pecho,
por su barba, por su lecho
sin sábana ni mujer
y hasta por su amanecer
con gallos tibios de horror
yo empuño también mi honor
y le sigo a la batalla
con este verso que estalla
como granada de amor.
Gracias por ser de verdad,
gracias por hacernos hombres,
gracias por cuidar los nombres
que tiene la libertad...
gracias por tu dignidad,
gracias por tu rifle fiel,
por tu pluma y tu papel,
por tu ingle de varón.
Gracias por tu corazón.
¡Gracias por todo, Fidel!
INFORMACIÓN RELACIONADA:
Serenata de la Fidelidad en el teatro Karl Marx.- Convocado por la Fundación Guayasamín, el concierto se realizará en vísperas del cumpleaños 85 del líder histórico de la Revolución Cubana, y participarán en él cantantes y agrupaciones de nueve países.
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