Muchos son los poetas que se han inspirado en el líder histórico de
Hay quienes pudieran preguntarse: ¿cuál fue el primer poeta que lo hizo? ¿La respuesta? Tampoco pretendemos darla. No obstante todo parece indicar que fue Alberto Bayo Giraud, un camagüeyano, hijo de español, que llegó a General en la península ibérica defendiendo la causa republicana, contribuyó en México a la preparación militar de los futuros expedicionarios del Granma y fue investido más tarde con los honores de Comandante del Ejército Rebelde.
Su poema, escrito en marzo de 1956 y sobre la base de pareados endecasílabos, se titula A Fidel Castro. Cuatro meses después Ernesto Che Guevara le dedicaría su notable Canto a Fidel Castro.
A estos les sucederían el habanero Francisco Riverón Hernández y la matancera Carilda Oliver Labra, ambos con sendos conjuntos de espinelas. Riverón concibe Gracias, Fidel, siete sentidas décimas a propósito del desembarco; mientras Carilda compone en marzo de 1957 su Canto a Fidel, el más popular de cuantos se han escrito.
Otros adelantados fueron Pura del Prado, Rosita Arango y el origenista Justo Rodríguez Santos. Pura combina cuartetos alejandrinos y endecasílabos para concluir con diez décimas de aliento popular. La menos conocida Rosita Arango en el volumen Ocho cantos para un grito da a conocer los textos Nueva vendimia e Y se llama Fidel, el primero en cuartetos endecasílabos asonantados y el segundo en versos libres, poema que fue dicho en la voz de la autora antes de 1959 por Radio Rebelde bajo el pseudónimo de PCA, que significaba Por Cuba Adelante o Poetisa Cubana Anónima. Justo Rodríguez Santos le dedica cuatro poemas: El abogado desconocido, En el rumor del huracán vecino, Los cien años de Martí y No hay mal que por bien no venga, todos a la manera de los Versos Libres de nuestro Héroe Nacional; estructura “imitada” por el chileno Pablo Neruda en sus versos A Fidel Castro.
Otros poetas de mayor o menor reconocimiento, así como de diferente época honran al Comandante. Desde Nicolás Guillén, Manuel Navarro Luna, Ángel Augier, Raúl Ferrer, Mirta Aguirre, Roberto Branly, Alberto Serret, Luis Beiro Álvarez, Adolfo Martí Fuentes, Juan Jesús Cisneros, Nancy Morejón, Martha Pérez Leyva, Margarita Carvajal Pradas, Virgilio López Lemus, Waldo González López, Fermín Carlos Díaz, David Chericián, César López y Enrique Sacerio-Garí hasta los más jóvenes José Manuel Espino Ortega o Antonio Guerrero Rodríguez, uno de los cinco hermanos injustamente prisioneros en cárceles del imperio, quien desde su celda, en agosto del 2005 le dedica a Fidel unas décimas en ocasión de su cumpleaños 79. Todo esto sin olvidar que poetas de la jerarquía de José Lezama Lima, Virgilio Piñera, Cintio Vitier, Severo Sarduy, Roberto Fernández Retamar y Miguel Barnet se valen de la prosa para referírsele.
Pudiera llamarles la atención que no hayamos mencionado a Jesús Orta Ruiz. Y es que El Indio Naborí merece un aparte por haber sido el poeta que más reiteradamente y en estructuras más variadas les rindiera tributo tanto a
En cuanto a los cantores provenientes de la llamada línea de la poesía popular pudiéramos citar –para no hacer la lista interminable– a Justo Vega, Rafael Rubiera, Joaquín Rieumont Pérez, Pedro Guerra, Angelito Valiente, Jorge Manuel Quesada, Cheo Álvarez (El trovador caonero), Francisco Echazábal (Frankestein), José Irene Valdés, Artemio Fernández Padrón, Bernardo Cárdenas Ríos, René Fuentes Cintado, Orlando Parra Sosa, Héctor Gutiérrez Jiménez y Francisco Pereira (Chanchito), protagonista este último, en Islas Canarias, 1994, de una singularísima anécdota, que por razones de espacio no reproducimos.
Ya en el caso de los escritores extranjeros hay que decir que el autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada no ha sido el único “grande” que ha patentizado la talla universal de nuestro líder. También lo han hecho los españoles Rafael Alberti, Blas de Otero y Gabriel Celaya, eso sin descontar a Carlos Álvarez, Ángel Santiago, Jesús López Pacheco, Santiago Puga, Aquilino Duque o Lauro Olmo; al venezolano Aquiles Nazoa, el brasileño Thiago de Mello, o el paraguayo Elvio Romero, entre muchísimos otros.
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