martes, 27 de octubre de 2009

Nunca dejes de escribir así

Le dijo el Comandante Camilo Cienfuegos
a Nancy Robinson Calvet, hace medio
siglo, tras escuchar sus décimas

Por Alina Martínez Triay
Foto: Roberto Carlos Medina


Dedicarle unas décimas a Camilo y haber tenido la posibilidad de que él las leyera en su presencia, es una de las grandes emociones que atesora Nancy Robinson Calvet.

Se trata de una historia sencilla pero que ejerció una gran influencia en el futuro de aquella muchacha, entonces redactora de cheques del Ministerio de Salubridad y Asistencia Social.

La trascendental victoria de enero de 1959 y las hazañas de los héroes y mártires que la habían hecho posible, se habían convertido para ella en apasionante fuente de inspiración para escribir versos, los que fue juntando, mecanografiados, en un modesto cuaderno.

Entre los conocidos de Nancy que sabían de su producción poética y de sus deseos de hacerles llegar los poemas a sus destinatarios, de una u otra forma, estaban los dueños de la cafetería de F y 11, en el Vedado, a los cuales ella y su hermana les confeccionaban a máquina los menús para los clientes.

“A Camilo se los puedes entregar aquí porque viene a cada rato a comer”, le comentaron, y un buen día le avisaron por teléfono: “el Comandante llegó”.

Nerviosa pero sin perder un minuto, la joven, que vivía cerca, se presentó en el local con su cuaderno de poesías. Se acercó a Camilo, le explicó el porqué de su presencia allí, este la invitó a compartir su mesa y comenzó a leer los versos.

Ha pasado medio siglo y al recordar este momento Nancy se inspira como si los hubiese acabado de componer y los declama de memoria:

Humilde aprendiz de sastre/ que olvidando la tijera/ fuiste a salvar la bandera/ de los grillos y el desastre./ A tu paso murió el lastre/ que sembró la iniquidad/ fue tu férrea voluntad/ la valerosa vanguardia/ tu verdad la retaguardia/ tu meta la libertad.// Oscuro sombrero alón/ un corazón y mil fuegos/ se dieron en un Cienfuegos/ para la Revolución./ Tu mirada: una misión/ tu sonrisa tan leal/ y tu barba patriarcal/ son de un santo que hemos visto/ estampa de Jesucristo/ en la historia universal.

“Después de leer las décimas, Camilo me preguntó donde vivía. Le respondí, un tanto aturdida todavía: ¿Yo, Comandante? En la calle 11 entre E y F, y cuál sería mi sorpresa cuando días después pasó frente a mi casa en un automóvil negro, les preguntó a los vecinos por la muchacha que escribía versos y enseguida me llamaron.

“Inmediatamente Camilo se vio rodeado de pueblo deseoso de saludarlo, y yo me encontré de pronto conversando con un hombre admirable que a pesar de sus hazañas no dejaba de ser modesto, sencillo y campechano. No he olvidado las palabras que me dijo en aquella ocasión: “Nunca dejes de escribir así”.

Fue para Nancy un compromiso eterno con la poesía. ¿Cuántas hizo desde entonces, simultaneando los versos con su fecunda labor periodística en la esfera cultural? Inolvidables son las décimas publicadas por más de una década, semana tras semana, en Trabajadores, bajo el título de Retrato en vivo, dedicadas a los héroes de la guerra y de la paz, que son los del trabajo, del arte, del deporte, de la ciencia. Años después con el nombre de Retrato hablado mantuvo el espacio en Radio Reloj, donde enfrentó con éxito la difícil tarea de llevar diariamente al verso los hechos y personalidades de nuestra historia y cotidianidad.

Merecedora recientemente del Premio de Honor del Concurso Nacional de Poesía Regino Pedroso, auspiciado por el periódico Trabajadores y la CTC, aquella poetisa en ciernes que habló con el Héroe de la Sierra y la Invasión, se sigue sintiendo “atrapada” por las historias de los que han hecho grande esta tierra, y con sus versos los hace cercanos y vigentes. Y lo demuestra en otra décima dedicada también a Camilo, que ella, conmovida por las evocaciones, quiso declamarnos en su homenaje:

Es tu octubre, el Malecón/ lo miro y quiero llorar/ pero entonces veo cruzar/ a un pequeñito varón./ De olivo va, su misión/ lleva un humilde jazmín/ escala el muro y al fin/ besa su jazmín el mar/ y ya no quiero llorar/ solo mirar tu jardín.



Tomado de Trabajadores


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