martes, 7 de julio de 2009

La malara en Pinar del Río.
Voces femeninas

Por Lorenzo Suárez Crespo

Ponencia leída por el autor en el XVI Encuentro Festival Iberoamericano de la Décima, cuyo coloquio sesionó en Las Tunas como parte de la XLII Jornada Cucalambeana.



La provincia de Pinar del Río, por su riqueza espiritual y patrimonio ecológico, ha sido cuna de excelentes decimistas desde los primeros asentamientos de las familias canarias en la zona más occidental hasta la actualidad, tanto en hombres como mujeres, emergidos desde sus orígenes repentistas. Nombres como Julia Acanda, la Tórtola de Cortés; Josefa Borrego, la Cantora de Las Martinas, así como Francisca González Ruz, quien publicara un libro de versos
en 1859 y fuera conocida como la Cantora del Dolor, son luces de su pléyade en lo que se refiere a las voces femeninas.

A finales del siglo XIX la décima malara (1) alcanzaría su plenitud en la preferencia popular con los juglares de la improvisación. Podían, inclusive, ser apreciadas estas composiciones de carácter repentista hasta en festejos populares como las famosas Fiestas de los bandos, descritas con maestría por la escritora pinareña Felipa Estrada del Collado en un delicioso libro de las primeras décadas del siglo XX titulado Fiesta de los Bandos.

Una anécdota interesante que guarda la memoria colectiva pinareña se relaciona con una de las malaras improvisadas precisamente por una mujer en el escenario del Teatro Lope de Vega (ahora Milanés) de esta ciudad en 1881 cuando, delante de la célebre poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, hizo clara alusión a las inquietudes libertarias de los cubanos y que despertara curiosidad en público por su atrevimiento.


Tiene mi Cuba querida
muchas cosas halagüeñas,
tiene divinas trigueñas
que al mirar nos dan la vida.
Es rica y apetecida
por su bello porvenir;
y no se puede decir
pero le falta una cosa
y esta es una cosa hermosa,
que no se puede decir.


Las peleas de gallos, las fiestas populares al aire libre o en los salones, hacían que floreciera la malara en su más auténtica veta criolla, el repentismo con acompañamiento musical, primero con la bandurria y después con guitarra, laúd y tres.

Otro suceso memorable fue, posteriormente, el asalto de las tropas comandadas por Antonio Maceo, la noche del 29 de marzo de 1896 al poblado de La Palma. Existen numerosas malaras que se refieren a este suceso, y entre ellas, las más arraigadas en la memoria colectiva, son atribuidas a una mujer: Doña Carmen Rivera, en torno a la cual se ha tejido toda una leyenda. Recordemos que Miró Argenter, en sus Crónicas de la Guerra, afirma que en La Palma, hasta las mujeres dispararon contra los asaltantes, y refiere cómo una de ellas, “que se encontraba defendiendo una de las bodegas del pueblo, enfrentó a pecho descubierto a uno de los mambises, ultimándolo a tiros de revólver”.

Esta anécdota define en todo su carácter las influencias en la tradición oral. Así refiere doña Carmen:


Cuando Maceo bajó
y divisó las trincheras,
se botó a la parte afuera
y él al pueblo no llegó.
Mas al corneta mandó
que tocara una marchita,

que la tocara clarita,
que la oyera Socarrás,
y se fue y no quiso más
agua de la jicarita.


La malara constituye el vehículo fonético por excelencia en la oralidad y en ella confluyen la crónica histórica y social, así como inquietudes existenciales del ser humano a través de temáticas como el amor, el desamor, el humorismo, la ironía, la amistad, l
a muerte: en fin, todo suceso físico o sentimental.

Si viajamos en la memoria por la provincia podemos apreciar que la mujer ha jugado su papel en el mantenimiento, desarrollo y continuidad de la malara como portadora de los elementos básicos de la oralidad.

En lo que respecta a la crónica histórica hay innumerables ejemplos y uno de los más importantes tiene que ver con el sentido patriótico. Es verdaderamente curioso como una mujer adinerada, de buena posición como Adela Azcuy Labrador, no solo combate en los campos de batalla, sino que vierte su lirismo al servicio de la patria cuando en una de sus malaras expone:


Legítima soberana
de sus gloriosos pinares,
sus templos y sus altares,
llama a sus hijos ufana.

Con voluntad espartana
a sus penachos invoca,
y como Palas provoca
llena de bélico ardor
conjuros de patrio amor
de sus hijos en la boca.


Muchas son las mujeres que escriben o cantan en este tipo de estrofa para hacer válidos sus sentimientos de pertenencia y cubanía. Un ejemplo lo tenemos
en María Josefa Valdés, de Minas de Matahambre, nacida en 1934.


Sueño aquí en mi linda tierra
con una casa sencilla
que se recueste a la orilla
del farallón de la sierra.
El corazón se me aferra
a la yunta y a la cría
y cuando llegue ese día
con la familia que espero
será todo lo que quiero
para colmar mi alegría.


No pocos espacios de la radio, desde su fundación en los primeros años de la década de 1920, luego extendidos a varias emisoras de la provincia, tuvieron la participación de la mujer en tonadas y controversias.

Un ejemplo lo tenemos en Felia Martínez (1925) que en un programa radial interpretó esta malara por la tonada Carvajal.


Con estrellas desde el cielo
en mi noche pinareña
soy una mujer que sueña
cuando a solas me desvelo.
Sé que para mi consuelo

en el cáliz de una flor,
en un verso o el fulgor
de una mirada oportuna
tendré un día la fortuna
que solo ofrece el amor.


Los temas preferidos por el público generalmente eran relativos al humorismo, aunque siempre disfrutaban con delectación las buenas controversias
con asuntos de interés existencial.

Generalmente en los guateques y también en los programas televisivos y de la radio han existido parejas en las que el diálogo exalta en los espectadores la hilaridad a través del doble sentido.

En una controversia de pareja encontramos esta malara interpretada por Carmelina Barbosa, pinareña. Así la emprende con su compañero.


Ortega, a mí me han contado
que tú has dicho por ahí
que ya te encuentras de mí
locamente enamorado.
Yo no sé qué te ha pasado
que nunca me has dicho nada.
Yo que estaba esperanzada,
casarme con un poeta,
dime si es que tu escopeta
la tienes encasquillada.


Temas tan interesantes como el paisaje, elemento de identidad del poeta con el medio ambiente y con sus valores patrimoniales podemos apreciarlo también en la poetisa Caridad García Soa, de Los Palacios, nacida en 1932.


Me gusta el amanecer
salpicado de rocío
cuando todo el veguerío
ya se apresta a su quehacer.
Y también me gusta ver
en un contraste rojizo
ese sol que de improviso
aparece en el oriente

y nos muestra un sorprendente
paisaje del paraíso.


Los temas son variados y ricos en su expresión naturalista, descriptiva o lírica. En una motivación existencialista, la poetisa de San Luis, Calixta Pérez Iglesias, nacida en 1948, nos expresa en sus versos:


Hoy ya blanco tengo el pelo,
llora su luz la mejilla,
ya crucé la pesadilla,

llora sus penas el cielo.
Cuidemos todo con celo
para alcanzar lo mejor,
regalemos una flor
a este mundo que renace
y que ya nadie más pase
la angustia de este dolor.


Estas portadoras de la malara como expresión de riqueza espiritual y sus modos de decir en los diez versos octosílabos recurren a muchas motivaciones para legado histórico. Algunas de ellas lo hacen desde posiciones de improvisación en canturías y guateques en una modalidad propia que caracteriza a la región occidental, el punto libre. Este es el caso de Alba Rosa Lezcano, San Luis, 1953, cuando podemos apreciar en sus versos la condición de poetisa:


Si alguien por curiosidad
o por el bien de la estima
encuentra rara esta rima,
diré con veracidad:
No es amplia la claridad
de alabar la condición,

pero incendia el corazón
una gigantesca estrella
para quien vive por ella:
esa luz es mi bastón.


Cerca del mar, extasiada por sus misterios y evocaciones, en la zona de Cortés, una poetisa muy destacada en su condición de promotora cultural, Gladis Oria Torres, 1943, aborda este tema costero:


Ay, mar, sin alas, tranquilo,

tan frágil como el espejo,
castigo del entrecejo
cuando no incita mi estilo.
Ondéate, alza en vilo
tus carnerillos de espuma,
rompe tu oleaje en la bruma
y bajo crestas deshechas,
encájame áureas flechas
para que brillen mis plumas.


Muchos de estos cantos tienen una filiación patriótica en cuanto revelan el amor por la tierra que nos vio nacer, por sus bondades y por lo que representa en
la vida del poeta.

Bertha Torres, de Batía Honda, 1949, es un ejemplo de cómo en una mujer se dan tres virtudes importantes, compositora musical, tonadista y escritora. En una de sus obras, aquejada por la pérdida de su joven hijo, y en un diálogo poético con el poeta José Miguel Mederos, podemos leer:


Pínteme a todo color
la fuerza de la amistad,
la mano de la bondad
y los labios del amor,
las lágrimas del dolor
por la traición homicida,
una mente confundida

y un espíritu angustiado,
mi amigo, y habrá pintado
un pedazo de mi vida.


Son voces femeninas que no solo exponen sus sentimientos y amor por la malara, sino que a veces salen en defensa de este arte en los versos, como lo hace la poetisa Ana María Pérez, Pinar del Río, 1913, cuando en su calidad de tonadista e improvisador
a, nos dice:


Los claveles de la rima
desde el alma me florecen,
en diez soles me enaltecen
y mi espíritu se anima.
No hay nada que nos oprima
cuando se ríe o se canta,
todos los males espanta
y en vez de quejas y duelo
me brotan como consuelo
arpegios de la garganta.


La patria siempre está en las voces femeninas de nuestra provincia en todas sus riquezas temáticas y dentro de ellas el orgullo por la tierra natal, elemento que no deja de ser un referente en todo creador. Así podemos apreciarlo en Olga Gutiérrez, de Mantua, 1956, tonadista y repentista:


Prosterno el verso y la voz
ante ti, Mantua querido,
rincón donde tengo el nido
por una gracia de Dios.
Tu historia me llegó en pos
de la gloria en la que creo,
pues cuando más la releo
con mucho honor te concibo
ese rincón donde escribo

con tu nombre el de Maceo.


No podría faltar en estos sentidos versos el amor que, aunque experimentado en todas las malaras en algún sentido por su espectro emotivo, lo pone en evidencia la poetisa Teresa Rivero, Consolación del Sur, 1968:


Hasta el infinito fui
en un vuelo imaginario,
con dolor escribí a diario

espinelas para ti.
En mis sentimientos di
el amor que te profeso.
En la cámara de un beso
quedó tu rostro cifrado
y en una estrella, enjaulado,
mi corazón quedó preso.


Otras muchas voces pueden venir a ilustrar estas páginas en reconocimiento al papel de la mujer en la expresión decimística como parte del folclor campesino y de la literatura local. En Adelaida Jiménez Prieto, Pinar del Río, 1896-1982:


La vida es el movimiento
de las aguas por el río,
el constante murmurío
de las hojas en el viento.

La vida es luz y portento
o las sombras del rencor;
el ansia de lo mejor
que como fuego consume
y también es el perfume
en las alas de una flor.


Tenemos casos interesantes en que la poetisa es además pintora y no solo recrea las bellezas del campo y de la vida con los pinceles, sino con sus versos. Es el caso de Reina Ledón, Pinar del Río, 1938. Así le rinde tributo a la malara:


Diez corceles desenfrenan
las bridas con el aliento
y en su luz de esparcimiento
mil ríos desencadenan.
Hartos de pudor estrenan
ocho fulgores sucintos,
sus deslumbrantes instintos
suelen triunfar desafiantes
ciertos vuelos semejantes

con estilos muy distintos.


El paisaje, los temas amorosos, existenciales o de carácter jocoso son referentes constantes en las poetisas pinareñas sin que falte, con exquisita factura, el amor al país en la condición de cubanía como lo hace Esperanza Lezcano, La Coloma, 1963:


Es Cuba un total paisaje
donde reinan los poetas,
todos con lindas cuartetas

de rango y de gran linaje.
Con finísimo drenaje
ves un río a todo andar,
una casita, un pinar,
una montaña lozana
y un adiós en la mañana
de mi guajiro al pasar.


Otras veces el verso viene en la voz de la mujer para cantar a los padres fundadores como se describe en esta décima de la poetisa Manuela Padilla, 1948, repentista de una zona montañosa cercana al poblado de Luis Carrasco en Bahía Honda. Así le canta a
l Apóstol.


Maestro, pongo a tus pies
con el corazón y el verso
el infinito Universo
donde reina tu altivez.
Nunca habrá una última vez
de gratitud y clamor
para ti que en surtidor
con un sueño entre las manos,
nos legaste a los cubanos
vida y sangre en una flor.


Aunque hemos mencionado numerosos casos de voces femeninas en el cultivo, desarrollo y florecimiento de la décima, no podemos decir que en su larga vida de creación han contado con las verdaderas posibilidades para ejercer su vocación poética. Esto ha estado marcado por la discriminación que durante tantos años ha sufrido el género femenino y que aún hoy se mantiene vigente, pues aunque la mujer después de 1959 ha asumido un papel protagónico en todas las esferas sociales, todavía no ha alcanzado su plena liberación.

Sabemos que como ejercicio del machismo, las mujeres que han gustado de las tonadas y la improvisación muchas veces no han podido salir del marco de su medio circundante por prejuicios sociales. Hay excepciones, pero la mayoría no salen de su marco comunitario a exponer su voz lírica en otras latitudes. Otro fenómeno que ha sido controversial en toda época ha sido el de la publicación de libros, no solo para los hombres, sino para las mujeres.

La malara generalmente se ha visto como género menor y eso no ha cambiado lo suficiente, aunque hemos dado pasos de gigante desde que las evidencias en todo el ámbito cultural nacional han demostrado que es la estrofa preferida de las comunidades y que sus influjos han llegado a las ciudades.

La malara improvisada y la escrita, en ambos casos, no han tenido toda la promoción que merecen si nos atenemos a su importancia dentro del proceso socializador y de sentido idiosincrático inherentes a cubanía, identidad y sello patrimonial.

Gracias a la colaboración del Frente de Afirmación Hispanista, A.C, de México, Pinar del Río cuenta actualmente con la publicación de una Antología de Poesía Cósmica y otra con la Décima Cósmica, hecho sin precedentes locales por su profundidad y extensión, pues los referentes en este sentido no rebasan breves y esporádicas publicaciones.

En ambos textos han salido del anonimato numerosos poetas, fundamentalmente repentistas y en ellos una buena parte son voces femeninas que enaltecen la literatura de Vuelta Abajo.

Algunos libros personales de mujeres han sido editados en nuestras editoriales como son los casos de: Cantares de Novo-Hem, de Gleyvis Coro; Intento de autorretrato, de Idel Rosa Velázquez, Con mi guitarra de invierno, de Lourdes Gutiérrez, así como Canto de Amor a Pinar del Río, de Nieves Rodríguez. Nieves recrea un pasado de nostalgia en un recorrido por todos los rincones pinareños. Cuando se detiene en su pueblo natal, San Juan y Martínez, el verso eleva el sentido de identidad y pertenencia de la poetisa:


San Juan, esta hija herida
vuelve a ti buscando cura,
jura por tus aguas, jura
que otra vez le darás vida
a mi voz estremecida.
Cúrame, sangrando están
las llagas del huracán
que me desguazó las alas
y cuídame de otras malas
tormentas de amor, San Juan.


Las voces más jóvenes auguran un futuro prometedor a la décima en esta provincia y podemos apreciarlo en estas escritoras de la nueva hornada que han recibido ya distinciones y premios literarios importantes, actualmente estudiantes universitarias en carreras de letras.

De Mariene Lufriu Rodríguez, 1987, esta interesante propuesta lírica:


Hija de la luna llena
anduve callada, sola
como la plácida ola
que no ha tocado la arena.
Anduve dócil, serena,
emperatriz de la nada
y volvió la madrugada
desvirtuando mis excesos
para apagarme los besos
que ayer saqué de la almohada.


La jovencita Ánice Figueroa Oñate, periodista, 1983, escribe:


Porque es demasiado tarde
para salir del espejo
y hallo divino el cotejo
de mi ego -supremo alarde-.
Porque el incienso no arde
mejor en la catedral,
rompí la cruz y el metal
de mi coraza de acero
mientras te amaba, no espero
llegar al juicio final.


Otras interesantes voces de la malara en nuestra provincia y con cuadernos inéditos se suman a la extensa nómina de las mujeres que han encontrado en este metro poético motivos de vida y de expresión existencial. Ese es el caso de la joven Ana Karely Díaz Rubiel, 1975, quien nos dicta, movida por la pasión amorosa, encantos como este:


Naufragio de luz hiriente
en el dulzor de su aroma,
suspiro que al viento asoma
dulce cáliz, sol creciente,
susurro de alma naciente
que divaga entre los besos,
locura de los excesos,
aurora de mis entrañas,
ven con la paz que me bañas
a dejar mis labios presos.


No caben dudas de que la malara ha tenido en la mujer pinareña una fuente de inspiración y una notable experiencia de creación lírica. Estas expresiones son el reflejo de una cultura popular que se ha enraizado con lo más legítimo de su patrimonio literario no solo en la décima improvisada como fenómeno de la oralidad, sino en la llamada décima culta en la pluma de numerosas escritoras.

Otra impronta negativa en cuanto a esta expresión poética ha sido siempre su precaria divulgación y reconocimiento, pero aún así siempre ha estado en la preferencia popular a través de la radio y la televisión. Desde que comenzó la radio en nuestro país, la malara, en su expresión repentista, ha estado presente, así como los grupos acompañantes con guitarra, laúd y tres.

Al fundarse la televisión nacional también la malara fue parte de programas de principal aceptación. Tanto es así que aún permanecen estos programas, aunque con distintos nombres, pero siempre muy cercanos al campesino como lo son Palmas y Cañas en la televisión nacional, así como Fiesta en la cooperativa en la radio pinareña.

Como justo reconocimiento al papel de la mujer en el rescate y fortalecimiento de la malara en Pinar del Río no podríamos olvidar, entre otros ejemplos, a estas poetisas que vamos a mencionar.

En la década de los cincuenta, en el programa campesino de las 8.30 de la mañana en CMAB cantaban y hacían sus controversias Celia Martínez y su esposo Abilio Buesa.

También en CMAB a las 11.30 AM en el programa Por la tierra del guajiro, se podía disfrutar del repentismo y las tonadas de Cary Soto, quien junto a los destacados poetas improvisadores Félix Díaz y Marcelino Tabares, asumían el repertorio folclórico campesino a través de la música y la décima.

Otra destacada tonadista y portadora del repentismo lo fue Esther Martínez, esposa de Félix Díaz.

Uno de los grupos insignias de la provincia después de numerosos legados por parte de buenos laudistas, guitarristas y treseros de la música campesina, lo ha sido el Grupo Cuyaguateje.

Con este grupo se ha disfrutado en Pinar del Río de las tonadas e improvisaciones de Adelfa Velásquez y de Paulina Placencia. Esta última en dúo a veces con Miguel Mijares.

En la actualidad tenemos, además de este, otro grupo musical que viene acompañando a los poetas en sus improvisaciones en toda la provincia y que auspicia el Proyecto Cultural Comunitario Laúd y Guayabera, dirigido por el poeta Juan Montano. Nos referimos a Fulgor Campesino, toda una institución en sus expresiones interpretativas y de acompañamiento musical. La voz femenina de este grupo, con un amplio repertorio y diversas temáticas, incluido el humorismo, lo es la joven Esther Lorenza Martínez.

Cuando repasamos el panorama cultural de Pinar del Río y nos detenemos en el fenómeno de la oralidad a través de la malara no podemos dejar de reconocer que la mujer pinareña ha tenido un rol fundamental.

Si bien hemos mencionado una gran cantidad de voces femeninas en la interpretación de la malara en sus más ricas variantes, repentismo, tonadas, controversistas, pies forzados, así como a través de la literatura escrita, hay que tener en cuenta a otras poetisas que siendo nativas de Pinar del Río, han desarrollado el arte de la creación y de la expresión poética a través del canto en otras partes del país, fundamentalmente en La Habana.

Entre ellas debemos mencionar, por su destacada participación en el folclor campesino a Isolina Rodríguez, Violeta Borrego, Ofelia Valdés, llamada La Reina de la Campiña, así como María la Pinareña.

En todos estos casos la voz femenina ha estado presente en fiestas populares, guateques, jornadas campesinas, así como en la radio y la televisión.

Hay numerosos casos que pueden haberse olvidado debido a que la participación de la mujer en la promoción y divulgación de la malara es amplia en toda la provincia, pero no podemos dejar de mencionar en Bahía Honda a dos poetisas improvisadoras y en las que su pasión por las tonadas las ha hecho muy reconocidas. Ellas son Lidia Bueno y María Elena Valladares.

El fortalecimiento de la malara ha tenido no solo estas manifestaciones en el orden personal, sino que en algunas partes de la provincia existen familias que por el gran número de sus miembros incorporados a esta manifestación se han ganado el calificativo de Familias Cucalambeanas. Así podemos verlo en Bahía Honda con la familia de los Izquierdo y la de los Álvarez.

Los Izquierdo tienen el grupo musical Campo Nuevo en el que hay varias solistas y que incluyen a Marisol, Guiomar, María Elena y otras.

En el caso de Santiago Álvarez tienen el Dúo Los Felices donde Santiago y Miguelina han tenido meritoria actuación. En las dos hijas, Idania y Dunia, la malara en su amplia riqueza interpretativa ha tenido continuidad prometedora.

Como se ha podido apreciar en lo que hemos expresado en cuanto al folclor campesino, la décima en sus variantes culta y popular, así como la importancia del papel de la mujer en este sentido, es obvio que la provincia de Pinar del Río es una potencia en el cultivo y permanencia de la estrofa mágica.

No se podrá hablar nunca en términos de rescate, pues nunca ha estado en el olvido a pesar de que ha sido y es discriminada. Tampoco se puede hablar de marginalidad. Siempre está presente en la voz de las familias cubanas.

Para este fortalecimiento y comprensión de que ella es imbatible, están las voces, pero más que eso el brote que ha mantenido en todos los tiempos. Actualmente hay una fuerte corriente de promoción en sus protagonistas, más que en las instituciones culturales, pues la malara ha sido un fenómeno cultural de la oralidad que se ha originado, desarrollado y mantiene su actualidad gracias al arraigo de identidad que la caracteriza. Existen en toda la provincia talleres infantiles y juveniles de improvisadores donde también están las niñas y adolescentes.

San Juan y Martínez ha sido testigo de voces muy jóvenes desarrolladas en estos talleres literarios como es el caso de Yanet Medina Navarro, 1990:


Quijote, sobre tu piel
por cuatro siglos marcada,
otra aventura añorada
aún golpea en el corcel.
Tu Rocinante es aquel
que arremete en las porfías,
te sigue a las lejanías,
contigo deshace entuertos,
gigantes, molinos, ciertos
espejismos y utopías.


Se han mantenido concursos literarios desde el nivel de base y con la cima en las Jornadas Cucalambeanas, donde incluso se selecciona la Flor de Virama, así como otros concursos nacionales donde promueven la décima con participación femenina.

Hay festividades con carácter local y provincial donde las figuras de los poetas prestigian cada evento como son Celestino García en San Cristóbal, Benito el Viñalero en Viñales, Juan Cecilio Cruz en Bahía Honda, Ramón Cordero en Consolación del Sur.

Este es el panorama que podemos mostrar y que nos autoriza a pensar en un fuerte movimiento de la voz femenina en la poesía y el verso improvisado de Pinar del Río.

Nunca habrá un reconocimiento mayor a la mujer en esta zona occidental a través de su incorporación al folclor campesino y a la literatura en la modalidad de la malara que no nos convoque siempre a su permanencia. Por eso estamos orgullosos de que paisaje y crónica social, sin dejar de mencionar su historia, hayan tenido en la voz femenina de Pinar del Río su meritoria impronta.

Todo parece indicar que esta fortaleza poética en las voces de la mujer pinareña no dejará de ser un rico legado para la cultura en el sentido de la identidad, el patriotismo y de hecho el autóctono patrimonio cultural. No obstante hay mucho que hacer para que podamos reconocer los valores que tenemos. Esto se traduce en la necesidad de darle más promoción y divulgación al papel de la malara en el arte y la cultura de Vuelta Abajo, así como ofrecerle el apoyo que realmente se merece, especialmente el reconocimiento a la mujer como parte de esta creación, pues como expresara nuestro Apóstol:

No es que falte a la mujer capacidad alguna de las que posee el hombre, sino que su naturaleza fina y sensible le señala los quehaceres más difíciles y superiores. (2)




NOTAS:

(1) Antes que Vicente Espinel (1550-1624) diera a la luz sus décimas, el poeta Juan de Mal Lara (1527-71) usó idéntica estructura en su obra Mística Pasionaria. Juan de Mal Lara, hispanista y literato sevillano, aprendió en su pueblo natal los principios de las lenguas griega y latina. Cursó Humanidades en Salamanca y perfeccionó sus estudios en Barcelona, En Sevilla estableció la clase pública de Humanidades y Gramática. Por la calidad de las insignes personas que a ella concurrieron, ha sido honra posteriormente de la Escuela Sevillana, donde puede afirmarse que tuvo su origen.


(2) La Nación de Buenos Aires, febrero 25 de 1887.



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