martes, 3 de noviembre de 2015

La décima es un árbol de octubre


Leyendo bajo la lluvia, con
Alberto Rodríguez Copa
 
Tomado del sitio web Arboleda, recién creado por la poetisa e investigadora Mariana Pérez Pérez, fundadora y conductora de la tertulia La décima es un árbol y representante del Grupo Ala Décima en la provincia de Villa Clara.



El reloj marcaba, aproximadamente, las cuatro menos cuarto del 16 de octubre. Mi invitado, el poeta Alberto Rodríguez Copa y yo estábamos conversando en el pasillo del Museo de Artes Decorativas, cuando comenzó el aguacero. Supusimos entonces que había que suspender la tertulia por falta de asistentes, y nos quedamos esperando tranquilamente a que escampara. Naturalmente, me daba pena, porque Copa había venido desde el municipio de Encrucijada y, aunque este es un pueblo relativamente cercano, se tomó la molestia de venir hasta acá, a pesar de las dificultades del transporte.

Por suerte, al poco rato escampó y algunos tertulianos asiduos pudieron llegar. Éramos pocos, ciertamente, por eso hicimos un círculo íntimo y ejecutamos todo el programa. El poeta invitado se sintió bien, al igual que los participantes.

Por cierto, la lluvia no impidió que llegara la señora «Manicaragua» (todos la nombramos así, porque es de ese pueblo y su nombre es complicado), quien asiste puntualmente a todas las peñas y tertulias de Santa Clara.

Ludys llegó también con los números 97 y 98 del Catálogo rimado, antes que en programa tocara el turno a su presentación.

Como lo más importante era el espacio «El poeta invitado», presenté un resumen de la reseña «Alberto Rodríguez Copa: intertextos y contratextos en su décima», de modo que él tuvo tiempo suficiente para leer su obra, y nosotros de disfrutarla.

Finalmente, nos fuimos para la Sala Imperio del Museo, donde Jesús Llorens León nos presentó «La pieza del mes» para el Catálogo rimado Nº 99, dos mesas, llamadas «mesas de alas».

Una vez más, en los ocho años de la tertulia, he comprobado que este árbol poético, igual que uno vegetal, no desdeña la lluvia; y mis contertulios lo saben, por eso no faltan.


Mariana Enriqueta Pérez Pérez
Santa Clara, 21-10-2015


Versión original en:



ALBERTO RODRÍGUEZ COPA:
«INTERTEXTOS» Y «CONTRATEXTOS»
EN SU DÉCIMA

Para presentar a un poeta reconocido, como Alberto Rodríguez Copa, quien además es profesor de Español y Literatura en un preuniversitario, hay que hacerlo lo más correctamente posible. Se debe partir de su historia como persona y como escritor.

Nació en Palma Soriano, Santiago de Cuba el 2 de julio de 1963 y reside en Encrucijada. Licenciado en Filología (Universidad «Antonio Maceo», Santiago de Cuba, 1986). Máster en Enseñanza Comunicativa de la Lengua y la Literatura (Instituto Superior Pedagógico «Félix Varela», Santa Clara, 2004). Pertenece a la Uneac. Ha obtenido reconocimientos como: premio «David» de poesía para niños y jóvenes, 2001; premio «Fundación de la Ciudad de Santa Clara» en poesía infantil, 2003; premio «La Rosa Blanca», en la categoría de texto (2003); beca de creación «Sigifredo Álvarez Conesa» de ensayo (2004); premio «Ismaelillo» de la Uneac en literatura para niños y jóvenes (2004); premio «Fundación de la Ciudad de Matanzas», en el mismo género (2008), premio «Fernandina de Jagua», Cienfuegos, 2009, igualmente en poesía para niños; menciones en los concursos: «Abril» y «La Edad de Oro», 2002 ambos en poesía infantil. Finalista de «Casa de las Américas» en 2009… y muchos más. Ha publicado: Las eras del caminante (ensayo, escrito en colaboración con Amador Hernández Hernández. Capiro, 2001); Para un caballito blanco (poesía infantil, Ediciones Unión, 2002); Quizá (poesía para niños y jóvenes. Capiro, 2004); La vida en un sombrero (poesía infantil. Ediciones Unión, 2006) y Como lo cuento aquí yo (del mismo género. Gente Nueva, 2007, La república del zapato, por Ediciones Matanzas y El gato sin botas, editorial Mecenas, de Cienfuegos. Aparece incluido en las antologías: Navegas, isla de oro, 2009, de Gente Nueva, Orola, de España, 2009 y 2010, y Faz de tierra conocida, Letras Cubanas, 2010.

Una vez conocido el invitado, se debe explicar el título y ofrecer las citas y referencias pertinentes. Partiré, por tanto, de un concepto que se aviene muy bien al conjunto de décimas que el poeta me hizo llegar. Acerca del término «intertexto», se ha dicho «El escritor marcha hacia sí a través de las obras literarias ajenas, de las que suenan al oído de su época; él se dedica a contaminar» (SHKLOVSKI).1 Por supuesto, la «contaminación» será lo que aporta el escritor a esos textos ajenos, o más bien, cómo los transforma; y esa transformación ha sido también denominada, por Kibedi Varga,2 «contratexto», al cual define como: «Texto derivado de otro anterior al que en algún aspecto cuestiona o pone en crisis, ya sea en forma paródica, ya sea modificando o sustituyendo algunos de sus elementos estructurales».

Ahora se impone explicar por qué considero a unas décimas de Rodríguez Copa como «intertextos», a otras «contratextos», o más bien cómo coinciden ambas características en casi todas. Esta última condición se cumple ya en el propio título del cuaderno: Ni Ulises ni Odiseo, o sea, hay intertextualidad con respecto a la obra homérica, en los nombres (griego y latino) del personaje, pero al negarlos, mediante la conjunción copulativa «ni», ya está modificando, poniendo en crisis, la idea que poseemos acerca del protagonista de La Odisea.

Cuando se observan las décimas en su conjunto, se aprecia que el poeta ha trabajado a partir de libros y de filmes conocidos internacionalmente, pero también sobre la obra de autores más cercanos, como los villaclareños Joel Sequeda y José Luis Santos.

En «Confesiones de un actor», dedicada a Sequeda e inspirada en un cuento suyo, aparece el recurso llamado «enumeración caótica» de elementos disímiles y a veces contrapuestos, entre los que son nombrados Wellington y Napoleón.

La siguiente décima, «Diccionario», ofrece el concepto —metafórico, naturalmente— de la palabra «tiempo», y el hecho de presentarla como entrada de un diccionario ya la convierte en intertexto. Su mensaje final es el tiempo como entidad del presente, sin pasado ni futuro: no existen los extremos: solo el puente.

DICCIONARIO

TIEMPO. Historia que empezó por el final, pues todo lo demás era el futuro. // El ciego que miraba hacia lo oscuro. // Relativo al color en el cristal. // Se dice de la broma que es igual al tonto que fue dos por accidente. // La cola frente al gato y siempre ausente. // Es tanto el cazador como la caza. // Magenta, gris, azul: qué suave raza. // No existen los extremos: solo el puente.

«Diario» concluye con un verso presentado en cursiva, como indicación de que pertenece a alguien no explícito —Soy feliz: 9 de octubre. Indica el paso veloz del tiempo, en el primer verso es 8 de octubre y en el último ya es día 9.

Un hermoso haiku de Minamoto Sumitomo: Si no volviere yo, ciruelo, / la primavera / sí volverá: tú florece, sirve de motivación para «Desafío», donde los eternos temas universales, vida, muerte, naturaleza, se presentan en una décima espinela.

DESAFÍO

Si no volviere yo, ciruelo,
la primavera
sí volverá: tú florece.

Minamoto Sumitomo

Pasan la vida y la muerte,
casi gemelas y juntas:
entre sus viejas preguntas
está nevando mi suerte.
Arde mi espada, y no advierte
que es solo un tajo de hielo.
Sin lado izquierdo, ya el cielo
no tiene nombre siquiera.
Volveré. Y si no lo hiciera,
solo florece, ciruelo.

Le siguen dos décimas endecasílabas atípicas, por la casi ausencia de rima, tituladas «En un filme de John Waine», especie de epístola dirigida a, o diálogo con, José Luis Santos. La condición de «contratexto» es fácilmente comprobable; se trata de la parodia de un clásico filme del Oeste con el actor John Wayne, indios, cowboys, una mujer, rifles Winchester… que establece una alegoría de nuestro tiempo. Desde el punto de vista formal, la primera estrofa solo posee dos rimas asonantes y el resto son versos blancos, mientras que en la segunda hay una rima asonante.

«Epílogo de Los Conquistadores del fuego» toma a este libro para ofrecer una visión personal de su contenido. Está escrita en versos endecasílabos y estructura espineliana.

«Minotauros» establece la relación intertextual con el mito griego y, en parte, con la Astrología. Estas espinelas abordan el tema del individuo escindido, mitad hombre y mitad monstruo, que lucha contra su propia animalidad.

«Pólogo al Corsario Negro», en tres décimas endecasílabas, toma como pretexto un libro de Emilio Salgari para ahondar en la aventura del hombre, sus tropiezos y su destino. Llama la atención por su belleza y polisemia el verso: escuchas la verdad cojear en vano.

«Relectura de la Odisea» presenta una visión intertextual, pero —como ya se ha visto— también contratextual, en tanto pasa por la subjetividad transformadora del poeta, sobre todo en los dos versos finales: De tanto navegar, solo has llegado / a un último disfraz: tu sepultura.

«En la escena del crimen» es la historia policial fantástica del jugador de fútbol que, para ganar, patea su propia cabeza, excelente representación simbólica de los individuos que intentan alcanzar sus metas pasando por encima de todo, y hasta se juegan la cabeza. Formalmente, se rompe un tanto la estructura gráfica, pero no la sintáctico-sonora, la métrica y la rima se mantienen impecables. Es interesante el recurso de completar el último verso con una nota al pie, quizás para alargar el suspenso. Esta historia se consuma en la décima siguiente: «Como el rostro de De Niro en Taxi Driver (nota sobre la página anterior)», en obvia relación intertextual con el cine, pero también con la literatura policial o novela negra. Por su forma, son dos décimas endecasílabas atípicas, que presentan solo dos rimas asonantes y el resto, versos blancos.

«Vieja comedia», endecasílaba, es un intertexto en el que aparece el verso ha de sacar de su chistera el mago, pero no se informa a quién pertenece.

«En el carcaj» se constituye en el intertexto de Guillermo Tell 3 y de todos los poemas, y otros escritos, que hacen referencia a él; pero también es contratexto, al poner la fruta en la cabeza del personaje «forastero» y, al mismo tiempo, dar la orden a este de disparar.

En las décimas que dan título al cuaderno, el autor aprovecha las formas contemporáneas, que permiten digresiones, unidas al texto principal mediante llamadas (con asterisco) que, incluso parten una estrofa en dos. Las estrofas principales están escritas en versos endecasílabos y presentadas en su forma tradicional, mientras que las digresiones, octosílabas, se presentan en forma de párrafo. El poema, intertexto del azaroso viaje de Odiseo (Ulises) durante veinte años, es también contratexto —ya se habló del título— al presentar la idea del eterno retorno, de andar en círculos, para que, finalmente, el personaje deje de ser quien es y se transforme en «Nadie»: Y nadie ya sabrá que tu destino / es no ser nunca Ulises ni Odiseo. La décima intercalada aclara más: quien en círculos partiera hacia destino tan zafio, hallará en el cenotafio —distantes el bien y el mal—, que el comienzo es el final: solo falta el epitafio.

Finalmente, «La muerte del escriba» establece un vínculo intertextual con toda la poesía, desde la que se refiere al escriba como símbolo del escritor, hasta la que trata el par vida-muerte, mediante el empleo de símbolos universalmente empleados por los poetas: puñal, lo eterno, azar, homicida y silencio.

Como se ha visto, Alberto Rodríguez Copa, en tanto creador de amplia lectura, ha trabajado, transformadoramente y con gran autoridad, sobre la base cultural que nos precede. Por tanto, considero no haberme equivocado, aún cuando la muestra haya sido tan reducida, en el intento de buscar los nexos intertextuales y contratextuales de su poesía con la cultura de todos los tiempos. Creo que merece la pena continuar ahondando en el tema.

REFERENCIAS Y NOTAS
SHKLOVSKI, Víctor: La disimilitud de lo similar. Los orígenes del formalismo. Comunicación. A. Corazón, Madrid, 1973. Citado por: Helena Beristáin: Diccionario de retórica y poética, Editorial Porrúa, México.
1995. Documento en PDF.
2. KIBEDI VARGA, A.: Rhétorique et literature (Études de structures clasiques), Didier, París, 1970.
Citado por: Helena Beristáin: Op. Cit.
3. Drama Guillermo Tell (1804), de Friedrich von Schiller, y ópera Guillermo Tell (1829), de Gioacchino Rossini.


Mariana Enriqueta Pérez Pérez
Santa Clara, 16 de octubre de 2015


Versión original en:



DE LA AUTORA DEL REPORTAJE:

Muestras de la obra poética de Mariana Enriqueta Pérez Pérez, pueden verse mediante los siguientes enlaces con el blog Odiseo en el Erebo y la antología on line Arte poética. Rostros y versos, ambos del poeta salvadoreño André Cruchaga. Varios estudios realizados por ella aparecen en nuestra sección Decimacontexto: Polizón en la aljaba de Eros, sobre la décima de amor escrita en Villa Clara. Las albas rumorosas, acerca del libro Jiras guajiras, de Samuel Feijóo. La décima cubana durante las guerras de independencia: los poetas de la guerra, interesante aporte sobre ese período. La décima escrita en Villa Clara, sobre la poesía concebida en estrofas de diez versos en esa provincia. Entre los reconocimientos merecidos por su obra en versos, está en el 2013 la mención que recibió en el concurso Oscar Hurtado. En septiembre del 2014, mereció el Premio del VI concurso nacional de glosas Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí por su conjunto Embriaguez (rosa, espada, luz). Este año, publicado en nuestro sitio su poema A Caracas, en solidaridad con Venezuela.





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