miércoles, 9 de junio de 2010

Taller sobre la décima en Matanzas


Por C
arlos Chacón Zaldívar

A instancias del Centro Provincial de Casas de Cultura y sus especialistas literarios, se desarrolló en el Centro de Promoción Literaria José Jacinto Milanés de la Atenas de Cuba, un breve pero intenso taller acerca de la décima, reconocida por muchos estudiosos como la estrofa nacional.

Carlos Esquivel Guerra, escritor y laureado poeta en el Concurso Iberoamericano Cucalambé de Las Tunas y Argel Fernández, poeta e investigador del Centro Cultural Huellas en dicha provincia, se refirieron a importantes temas en torno a la estrofa cucalambeana tanto en su vertiente escrita como a la repentizada.

Argel abordó de forma detallada diversos elementos que caracterizan a tal modalidad lírica, cuya presencia en Matanzas la sitúan como parte de una gran tradición de poesía oral improvisada, que remite su inicial presencia a siglos anteriores.

En particular estableció un rico intercambio de opiniones, con más de 30 creadores y promotores literarios de los municipios yumurinos, en torno a los orígenes y permanencia identitaria de la espinela en la isla, así como sus estrechos vínculos con la música campesina y la improvisación, sustento esencial del pasado Cubadisco 2010. También fue de mucho valor las referencias sobre al lenguaje tropológico tan propio en dicho forma lírica, que propició amplios debates entre los participantes y un diálogo que enfatizó las ganancias de una forma poética a partir de la década de los 90 en la isla.

Por su parte, Esquivel Guerra, laureado en el certamen Cucalambé en los años 1998 con Perros ladrándole a Dios y 2005 con Toque de queda, estudioso y profundo conocedor del proceso escriturario nacional, insistió en los valores identitarios de una estrofa que se establece en Cuba en el siglo XVIII.

Pero uno de los sustanciosos aportes del Taller fue que Esquivel historiara la estrofa, no solamente desde el contexto de sus propios cultivadores de generación, sino que describiera su evolución y permanencia en la lírica cubana a partir de quienes la prefieren por sus evidentes posibilidades, quienes la cultivan de manera esporádica y quienes dejan de hacerlo por múltiples circunstancias, así desde tales reflexiones hace una valoración múltiple y sin dudas polémica, acerca de las renovaciones temáticas y estilísticas de sus colegas de generación, a partir de los decimarios premiados de Ronel González, José Luis Serrano, Alexis Díaz-Pimienta, Alberto Garrido, Pedro Péglez, María de las Nieves, Alexander Besú Guevara y otros. Se evidenció una vez más la importancia y el papel jugado por las justas literarias en la evolución que muestra hoy el panorama de la décima escrita en el país, cuya riqueza temática, búsquedas estilísticas, formas de su escritura, parecen interesar muy poco a determinados sectores de la crítica literaria.

Además de las lecturas y los debates sobre las obras presentadas, el Taller dejó como huella importante la posibilidad de continuar profundizando con otras acciones culturales en el conocimiento y actualización que sobre la estrofa deben poseer los promotores literarios, así como la necesidad de avanzar en el perfeccionamiento escriturario de quienes la cultivan en la Atenas de Cuba, y el interés por ampliar estos eventos que abrochan los elementos identitarios de la cubanía.



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