lunes, 21 de junio de 2010

María del Carmen Prieto,
La Dama
de la Campiña.
Décim
as y otros poemas


Una iniciativa de Mayra Hernández Menéndez, convertida por ella en libro, como homenaje a la emblemática intérprete María del Carmen Prieto, a quien está dedicada la XLIII Jornada Cucalambeana, evento en el cual está prevista la presentación del volumen. Ofrecemos aquí el prólogo del libro



MARÍA DEL CARMEN PRIETO:
SU INDUDABLE PROFESIONALIDAD

Por Mayra Hernández Menéndez

Por más de cuatro décadas, en nuestra música campesina ha estado latente (y aún está, para suerte de todos) la impronta de María del Carmen Prieto.

Decir su nombre es ya adentrarnos en lo más íntimo de este género, a veces (tan sólo a veces) subestimado por cierta zona de nuestra intelectualidad, al vincularlo con la décima (o viceversa), sin tener en cuenta que ambas (la música de nuestros campos y la estrofa nacional, según la denominara el poeta decimonónico José Fornaris) han incidido, de forma inobjetablemente directa, en el proceso de afianzar lo cubano, o sea, nuestra identidad como nación.

Nacida en Hato de Jicarita, poblado de la Ciénaga de Zapata, en 1946, en el seno de una humildísima familia campesina, La Carbonera (seudónimo que, en su vida artística, recibió y con orgullo defiende, sobre todo por el oficio de su padre) concibió en 1968 sus primeros versos: un conjunto de catorce décimas autobiográficas que tituló, justamente, con ese nombre con el que sería conocida y reconocida.

Junto a su entrega a la poesía, desde muy joven demostró su innata afición por la música campesina, a la que le ha dedicado todo su amor, pues para ella es como sus propias raíces.

En su ya larga trayectoria artística ha incluido en su repertorio como intérprete de tonadas y canciones piezas de significativos autores que cultivaron este género, como Eduardo Saborit, Félix B. Caignet y Radeúnda Lima, entre muchos otros. Como declamadora, ha promovido la obra de nombres como Nicolás Guillén y Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí), por sólo citar algunos.

Ella misma se ha encargado de expresar su apasionada dedicación a esta manifestación musical, al definirla como «auténtica de nuestro folclor, de nuestras raíces», y llega a compararla «con la bandera, el escudo, la palma real, la mariposa, el tocororo…». (1)

En su faceta como poetisa, ha guardado celosamente muchos textos que permanecen inéditos. Y no sólo ha escrito décimas, sino también las improvisa. Igualmente ha recurrido al romance y al verso libre, aunque no oculta su preferencia por nuestra estrofa, íntimamente ligada al punto cubano, del que ella es genuina representante. Tanto es así que en una de sus muchas creaciones poéticas escritas, en la que la ha empleado, la define, con un tono intimista, sin pretensiones lingüísticas, con todos sus atributos identitarios, mediante «la sugerencia metafórica para entregarnos su visión del objeto poético (la décima como estrofa) que, alejada ya de sus raíces españolas, se aclimató […] en nuestra Isla», y la distingue «como emblema enarbolado en las luchas por la independencia»: (2) «Décima que me trajiste / sobre las ancas del mar / pichones sin aletear / para que les diera alpiste. / Te quedaste, no te fuiste, / de mis mambisas trincheras / y entre rojas sementeras / alimentaste tu vida. / ¡Oh! blanca rosa esculpida / entre cañas y palmeras».

Si bien, por su profesionalidad —como fiel exponente de la música campesina— La Dama de la Campiña (3) ha merecido significativos reconocimientos y ha llevado su arte a numerosos países, su obra lírica no ha sido lo suficientemente divulgada (sólo en algunos periódicos y revistas y fundamentalmente fue incluida por el poeta y crítico Waldo González en su volumen Que caí bajo la noche. Panorama de la décima erótica cubana) (4).

Justamente, por sus altos valores, la Comisión Organizadora de la Jornada Cucalambeana que se celebra anualmente en Las Tunas —capital de la décima cubana, como años atrás la denominara el catedrático español Maximiano Trapero, al que se le otorgó el hispanoamericano Premio «José Vasconcelos» 2009, del Frente de Afirmación Hispanista, A. C., de México—, decidió, por unanimidad, dedicarle a ella la edición 43 del más alto y paradigmático evento de nuestros campesinos y de todos los que amamos y defendemos este genuino arte y, a un tiempo, la décima.

Y como parte de ese merecido homenaje —con el apoyo de la tunera Editorial Sanlope, en particular de su directora Elayne González Urgellés—, Waldo González y quien estas líneas escribe le pedimos a la propia María del Carmen sus textos para compilarlos en un volumen que sólo podría llevar este título: La Dama de la Campiña, a fin de presentarlo en dichas celebraciones cucalambeanas del 2010.

Estructurado en ocho secciones, las seis primeras reúnen una variedad temática que va desde sus antológicas décimas autobiográficas (homónimas de uno de sus seudónimos), el orgullo por su origen campesino, pasando por el amor filial, carnal y a sus «pobres amigos» (parafraseando a nuestro querido, admirado y siempre recordado Premio Nacional de Literatura 1985 Félix Pita Rodríguez), hasta llegar a su compromiso con la vida, el ser humano y la patria. En la penúltima sección el lector disfrutará de la primera controversia, celebrada en Las Tunas, entre la homenajeada y su tradicional «antagonista», la también destacada creadora Elia Rosa Borges, con la que ha compartido distintos escenarios y, sobre todo, en programas de nuestra televisión. Ambas han demostrado su desempeño en la improvisación, y sus acostumbrados «enfrentamientos» son, en verdad, muy disfrutados por todos sus seguidores.

Y ya en la última sección, «Homenaje», se «aglutinan» diversos creadores para entregarle a María del Carmen Prieto —o a La Carbonera, La Dama de la Campiña o, simplemente, a nuestra «María de sol y canto, / de verso, miel y tonada, / auténtica enamorada / del monte y todo su encanto», tal la define en una de las tres décimas que le dedica (pidiéndole prestado el término a Waldo González) su colegamiga Elia Rosa— una muestra de la deferencia hacia ella. Dan testimonio de esa admiración, además, dos Premios Nacionales de Literatura: Ángel Augier y Jesús Orta Ruiz (1991 y 1995, respectivamente) José (Pepe) Ramírez Cruz, el histórico primer presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), notorios poetas-repentistas (Orlando Laguardia, Vitalia Figueroa, Tomasita Quiala, Jesusito Rodríguez, Omar Mirabal y Luis Paz, Papillo), así como significativos poetas-decimistas de distintas provincias y generaciones como Nieves Rodríguez Gómez, Waldo González, Renael González Batista y Reina Esperanza Cruz Hernández) y dos voces nuevas (Agustín Dimas López Guevara y Maritza Vega Ortiz).

Otro agradable complemento de este volumen resulta el diseño de cubierta a cargo del experimentado pintor y diseñador Jorge Martell, quien —a petición nuestra— aceptó sumarse al jubileo de esta artista-poetisa-improvisadora que se ha ganado el cariño, el respeto y la admiración de todos los que hemos sabido (y sabemos) valorar, en toda su amplitud y relevancia, la indudable profesionalidad del arte de María del Carmen Prieto.

MAYRA HERNÁNDEZ MENÉNDEZ
En Ciudad de La Habana, y en octubre del 2009


NOTAS:

1.- Maritza Vega: «La Dama de la Campiña» (I y II), entrevista a María del Carmen Prieto, en Bohemia digital, año 2, no. 13, jueves 18 de julio de 2003.

2.- En mi libro Hombres necios que acusáis… Estudio sobre el discurso femenino en la décima en Cuba (Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2001, p. 244), en el que le dedico un capitulillo a María del Carmen Prieto (pp.243-244).

3.- Este seudónimo surgió en una de sus presentaciones en el programa televisivo Palmas y Cañas, en la voz de la entonces conductora de ese espacio campesino, Marialina Grau, aunque ella misma ha confesado que el otro (La Carbonera) la hace sentir más feliz, «porque de esta manera pongo en alto mi origen, que deseo llevar y sentir hasta el final de mi existencia» (ver entrevista concedida a Maritza Vega, ya citada en la nota 1).

4.- Este volumen se publicó en el 2003, a través de las Ediciones Ávila y la décima de María del Carmen, incluida en el mismo, se titula «Como un potro»: «Le abrí la puerta, partió / como un potro encabritado; / pequé sin haber pecado, / sola mi hembra lloró. / Lo vi partir, me dolió / no besarle tanta hombría. / Pensé que regresaría / para el pecado besarme. / No volvió para matarme, / y yo morirme quería».Tanto esta estrofa como la que ya antes cité, aparecen en el presente poemario, bajo los títulos «Nodriza» y «Erotismo», respectivamente.

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