Epítome
a las Poesías
completas
de El Cucalambé
Comentario sobre el libro de ese título (Editorial Sanlope, 2009; compilación y notas del destacado investigador tunero Carlos Tamayo Rodríguez), por el poeta, investigador y promotor pinareño Lorenzo Suárez Crespo
En la imagen, Carlos Tamayo en el Catauro de la décima de
Este es un libro-luz y se lo debemos a Carlos Tamayo, incansable investigador cuya sagacidad e ingeniosa historicidad nos devolvió hace algunos años, con incuestionable acierto, la imagen carismática y patriótica tan controversial del león tunero, el general Vicente García, bajo esa premisa de Ortega y Gasset que clarifica y enaltece: el hombre y su circunstancia.
Ahora lo hace con quien no sería aventurado definir como el poeta del siglo XIX cubano, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, si nos atenemos a lo profuso de su obra poética y al hecho contundente de fusionar lo culto y lo popular para darle a la estrofa mágica, la de los diez versos octosílabos malarianos, un sitio de honor que aún prevalece por encima de las demás estrofas versales o exponentes de la lírica.
Como bien ha afirmado Tamayo este Epítome… no tiene intenciones de biografiar, pero otras luces desconocidas del cantor del Cornito aparecen en estas páginas donde en el intento de rescatar obras hasta ahora no publicadas, también hay una mirada crítica para acercarnos con toda la justeza posible al hombre, al literato, al cronista e intelectual tunero, en su verdadera dimensión humana.
De manera que Epítome… nos revela nuevas obras del Cucalambé y las circunstancias históricas que rodean al escritor en cada una de sus etapas.
Considero muy valioso el hecho de que Tamayo ha ido en busca de las huellas cucalambeanas siguiendo no solo su olfato investigativo, sino apoyándose en referencias del momento histórico que lo rodea, así como valiosos testimonios de amigos y colaboradores de reconocido prestigio en esta materia como lo son El Indio Naborí, Renael González Batista y Ronel González, entre otros, así como en publicaciones variadas que se relacionan o arrojan luz sobre las tesis planteadas.
Epítome… ha salvado para el presente y el futuro numerosas obras en los géneros poético y narrativo con la revelación en ellos de crónicas tan diversas e ingeniosas como obras de teatro aparecidas en El Redactor, diario santiaguero entre los años
Resulta curioso que Rumores del Hórmigo con dos ediciones en 1856 y 1857, así como sus posteriores Obras Completas en 1974, 1977 y 1983 no se hayan realizado en su patria chica, por lo que Epítome…, como nos ha dicho el autor, constituye un acto de justicia bajo el amparo tutelar de la Editorial Sanlope, Las Tunas, 2009.
Esta novedad editorial favorece la reproducción de textos en décimas, escenas teatrales y diversas modalidades estróficas donde la malara cobra sitiales de honor, y de hecho, enaltecen a su más grande cultor en ese siglo.
Evidentemente el hecho biográfico no puede soslayarse y aunque tampoco es intención del autor tenerlo en cuenta, Epítome… nos convierte en protagonistas de las míticas interrogantes que siempre han tendido una sombra sobre El Cucalambé: ¿Quién fue verdaderamente este hombre carismático y prolífico? ¿Qué zonas políticas lo favorecen o estigmatizan? ¿Cuáles fueron las verdaderas circunstancias que rodearon su muerte?
Estas breves cuartillas no pueden, por razones de espacio y tiempo, remedar los criterios del autor al abordar puntos tan neurálgicos, pero invitamos a los lectores a que se adentren en estas páginas y podrán advertir la inclinación de la balanza hacia los términos de lo más comprensible ante la incógnita de un hombre que no solo iluminó una época, primero en retiro bucólico del Cornito en los vaivenes de su canto decimístico y después en Santiago de Cuba como destacado intelectual, sino que fue exponente de la pluma más alta y prolífica cuyos lances estilísticos rubricaron las páginas de El Redactor y el Semanario Cubano con huellas imperecederas.
Epítome… asombra al mostrarnos al comediógrafo y al poeta, obras que hicieron brillar espacios en revistas, periódicos, boletines, folletos y plegables, donde no faltó su sentido práctico y preocupación ontológica en los vórtices de la crítica social, la ironía, amores, desamores, divertimentos, tradiciones y costumbres, fauna y flora, pero más que todo en el colimador del grafito lo más hondo, humano y a la vez universal, el sentido de pertenencia y de identidad que lo afianzan y lo hacen trascender.
Mientras que los sabios naturalistas clasificaban nuestras aves, El Cucalambé le ponía música y versos en las alas. Cuando los historiadores clasificaban las formaciones étnicas de nuestros aborígenes, el cantor del Cornito los hacía cómplices de historias de amor, costumbres y rebeldía con sus ansias de libertad. Todo en un contexto donde predominaba la marginación social y una maquinaria poderosa de censura.
Nadie como él describió su paraíso bucólico en árboles, frutos y flores, ambiente criollo con la impronta del amor al terruño. Poeta que al vaivén de estos motivos existenciales y de autorrealización espiritual lo hicieron grande e inolvidable para la poesía y los amantes de
Versión original en CubaLiteraria.
SOBRE EL AUTOR DE ESTA RESEÑA:
Lorenzo Suárez Crespo (Bahía Honda, Pinar del Río, 1943) Emblemática figura de la poesía en décimas en esa provincia. Licenciado en Literatura y Español. Cuenta con una amplia trayectoria de trabajo cultural que le valió en 1999 el Premio Nacional de Cultura Comunitaria, numerosos premios literarios y varios libros publicados, entre los cuales tiene un peso considerable la poesía para niños. De su decimario inédito La brújula del viajero puede ver mediante este enlace el poema ¿Por quién doblan las campanas?, de su decimario La brújula del viajero. También en nuestros archivos, su comentario sobre el decimario Con mi guitarra de invierno, de la doctora Lourdes de
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