Amor declarado
en diez versos
La décima es la gran pasión de José “Pepito” Pérez, galardonado con el Premio de Honor del recién finalizado Cubadisco 2010 dedicado a la música campesina
Por Dilbert Reyes Rodríguez
Tomado de Trabajadores
Pepito se casó a los 14 años. Llevaba ese amor desde el mismo día en que naciera, arrullado por el río, en una casita humilde de la empinada Maestra, en Buey Arriba.
La pasión le creció dentro por seis años, bajo el cortejo de la luna y el cafeto de la sierra; luego otros ocho años en los llanos de Niquero, a donde fue la familia; pero él no lo advertía y José Pérez, el padre, perdía las esperanzas sobre un noviazgo íntimo y eterno. Hasta el día que…
“¡No salga de parranda que hoy vamos a armar la nuestra. Y prepárese, que va a cantar! Así me dijo el viejo una tarde, y yo accedí, tranquilo, pero sin muchas expectativas”— cuenta José “Pepito” Pérez, galardonado con el Premio de Honor del recién finalizado Cubadisco 2010.
“Como guajiro de cuna al fin, me gustaban las fiestas campesinas; pero veía más cerca de mí la música contemporánea que la propia décima; hasta que mi padre, improvisador de poca cultura, y su amigo Ramiro Anaya, analfabeto pero poeta de sangre, me empujaron a la controversia familiar. Esa noche descubrí el amor que me acompaña hasta hoy”.
Catorce años tenía/ la décima conocí/ y frente a mis ojos vi/ un mundo nuevo aquel día/ La décima pretendía/ besarme en la noche aquella./ Lució tan hermosa ella/ que para más no contarte/ en el palacio del arte/ me matrimonié con ella.
“Imagínese usted, lo contento que se pone un niño cuando le compran un juguete nuevo. Esa noche, entre mi padre y Ramiro Anaya me regalaron el más preciado juguete de mi infancia: la décima. Por eso los tengo como mis primeros maestros.
Décima compañera
“En lo adelante fue la práctica constante: en la escuela, en la guardarraya, en las fiestas, en los caminos; hasta que mi graduación llegó con una incursión en el programa radial Orientación Campesina, realizado una vez desde Cienaguilla, en Campechuela.
“Allí compartí con los prestigiosos Mariano Hernández, Argelio Torres y Blas Ledesma, quienes me felicitaron y avalaron como el más joven y destacado poeta de la canturía. En ese momento encontré mi otra pasión, la radio, de la cual no me he divorciado hasta hoy.
“Sin embargo, para describir mi relación amorosa con la décima no se pueden inventar frases. Es el mundo que me gusta, adoro y sueño, así, literalmente. Son muchísimas las veces que mi mujer me despierta diciendo ¡Viejo, estás loco, llevas rato hablando solo! Y le respondo: No, no hablo; estoy haciendo décimas. Luego se las canto y nos dormimos riendo. Es sencillamente lindo”.
Clamor, auxilio...
“A la música campesina profesional en Granma hay que salvarla de la muerte. Hoy está en terapia intensiva y tenemos cercanos ejemplos de cuánto podemos hacer para revivirla.
“En nuestras narices, en la Casa Iberoamericana de Las Tunas, en Camagüey, en Ciego de Ávila, esta música se vive con ardor; mientras acá nos quedan unos tallercitos, sostenidos por la voluntad de los poetas, un tradicional programa radial que es la columna del género en el territorio y el lamento por muchas iniciativas que mueren en el intento por falta de programación e interés de los directivos”.
“Hay que cambiar el panorama, y hacerlo ya, porque la décima es parte del alma de este pueblo”.
Cubadisco lo premió, porque vio en Pepito a la identidad montuna armada con la voz y la poesía; al bardo que canta a Cuba desde
La décima es la princesa/ que en el palacio del arte/ por su brillo forma parte/ del sol que a la tierra besa./ Vino por naturaleza/ de arroyo, monte y bohío/ y cuando la estruja el frío/ se pinta, por ser montuna,/ con el creyón de la luna/ en el espejo del río.
Versión original en Trabajadores
No hay comentarios:
Publicar un comentario