sábado, 22 de mayo de 2010

Finalizó la Semana de la Cultura
en el Mayarí holguinero


Por
Modes
to Caballero Ramos

Pocas veces en la vida el hombre ve culminado un sueño genuino. Yo me siento un elegido, porque he visto a más de uno coronarse. No es el caso mencionar los demás, solamente me basta con el último, el más reciente: haber estado como invitado por la Dirección Municipal de Cultura de mi natal Mayarí, en la provincia de Holguín, a participar como jurado en la XXII edición del Concurso Provincial de Literatura León de León, en el marco de la XXII Jornada Municipal de la Cultura de ese municipio.

Esta invitación tuvo su origen cuando conocí personalmente al destacado escritor mayaricero Emerio Medina Peña en lo que se ha dado en llamar el día de Emerio en la Feria del Libro de La Habana del 2010. Ese día el talentoso creador además de haber tenido la dicha, poco común, de presentar tres libros, recibió en acto solemne el Premio Iberoamericano de Cuento Octavio Cortázar.

Allí me le presenté y desde ese mismo instante quedó establecida una mágica relación de repentina amistad que se fortaleció con la consecución de su invitación personal para que asistiera a estas efemérides, la que luego, y por sus propias gestiones como respetado promotor cultural del territorio, acogiera con verdadero gusto la Dirección Municipal de Cultura y en especial su directora, la Licenciada Aida Hernández Torres.

Fui testigo de algo que me dejó un agradable sabor: un exitoso evento multifacético, en cuanto a la naturaleza de cada una de las actividades, donde la tónica principal fue la participación masiva de la población y el nivel de exactitud organizativa. Dicho así solamente, cualquier lector desubicado de nuestra realidad, o peor, mal intencionado, podría tildarme de ser, en el mejor de los casos, un hombre que por agradecimiento, aupara a algo o a alguien.

Sin embargo, bastaría con mencionar solamente dos aspectos para que entonces no quedara la menor duda, salvo a los hipercríticos de siempre: Este evento, del nivel mínimo en materia político-administrativa, el municipio, se desarrolla paralelamente con otro, en la misma provincia, que tiene un carácter internacional, me refiero a la fiesta del arte joven, a las Romerías de Mayo, que por su esencia, no tiene otro en nuestro país que lo pueda igualar.

Las Romerías de Mayo, al decir de un poeta participante, se asemejan mucho a uno de esos famosos hoyos negros cósmicos que se lo tragan todo. Sin embargo, los mayariceros ni siquiera parecían percatarse del extraordinario suceso. Para ellos solamente aquel innegable megaevento, lejos de amilanarlos, los compulsaba a trabajar con más ahínco.

Esto es en cuanto a las dimensiones entre uno y otro, pero el segundo aspecto, es, a mi entender, donde en verdad las autoridades políticas y administrativas mayariceras pusieron a prueba su capacidad organizativa. Se trata de que en materia territorial, Mayarí es el segundo municipio más grande del país. Con aproximadamente 1120 kilómetros cuadrados de territorio, gran parte de él montañoso, y con una población de alrededor de 130 000 habitantes; en medio de una coyuntura económica que ni siquiera hace falta detenerme a hablar de ella, desarrollar este evento es, de por sí, algo que merece el reconocimiento y la admiración de todos.

Porque no es simplemente cumplir con una tarea más del plan anual de trabajo, sin importar la calidad, no. Se trata de sobreponerse a todas las desgracias actuales —quizás el término no les guste a algunos, pero es el que más exactamente me da el verdadero significado de lo que pienso—, y llevar la cultura multifacética hasta los rincones más apartados del municipio, aunque solamente fueran tres o cuatro manifestaciones, como sucedió, en los barrios llamados Guanina Chango y Guanina Núñez, donde por primera vez pudieron disfrutar las admirables actuaciones del grupo musical de viento Opus.

Se trata de una agrupación musical que, aunque pertenece a la misma provincia, por la excelencia de sus ejecuciones apenas si tienen algún tiempo libre para participar en estas fiestas comunitarias, rodeados de las personas más humildes —y por ser humildes, son, a la vez, las más agradecidas—: los niños ensimismados, absortos, como si fuera un encantamiento, escuchando aquellos acordes desconocidos, aunque fueran de Chopin, de Lecuona, de Schubert, no importa, para ellos eso no es ni tan siquiera elemental saberlo.

Conocer y escuchar a poetas de otras partes del país; descubrir, como sucedió en Guanina Núñez, que una pequeña de 13 años, sin que nadie la haya asesorado, ha sido capaz de componer versos que ya reflejan su capacidad compositiva. Se realizaron actividades de presentaciones de libros por sus autores y sus ventas en instituciones armadas, como fueron la misma delegación del MININT Municipal y un concurso literario en el centro penitenciario de Playa Manteca.

Todo esto merece que se sepa en toda Cuba, y por qué no, fuera de ella también. Eso sí que no lo pueden resolver las autoridades del municipio. Allí hay una corresponsalía de Tele Cristal, pero tal pareciera que a la Televisión de esa provincia solamente le importara los grandes acontecimientos. Y lo mismo sucedió con la prensa escrita, la radio, a no ser la municipal, que merece reconocimiento aparte. De lo ocurrido allí, hasta donde conozco, no se ha dicho nada.

Claro que Mayarí tiene un gran evento de carácter nacional, el ya afamado Festival del Son, que por cierto, escuché a algunas voces alarmadas sobre la posibilidad de que sacaran de ese hermoso valle dicho evento, pero claro está, son simples alarmas, pues las autoridades políticas, culturales y administrativas holguineras son lo suficientemente inteligentes como para no cometer semejante absurdo.

Pero este festival sonero ya es otra cosa. Con soporte presupuestario a otro nivel de ejecución, el apoyo provincial y nacional, pues no hay mucho que defender, pero para mí, que fui testigo presencial del evento municipal de cultura más importante del territorio, haría falta ciertos atisbos de las autoridades provinciales de cultura holguineras, para ofrecer un apoyo complementario a Mayarí, territorio de una gran trascendencia histórica, patriótica, cultural y revolucionaria. No hace falta mencionar íconos, que se sabe hay en abundancia, por mencionar una sugerencia, ¿por qué no correr un poquito, hacia delante o hacia atrás el comienzo de la jornada para que no coincida con la fiesta del arte joven? Es solamente una sugerencia, pero creo que, esto también, vale la pena.

Entre las instituciones de la cultura mayaricera, se encuentra una, no seré quien la califique de ser la más importante, ni siquiera importante, aunque si se me permitiera dar mi veredicto, estoy seguro que poca, o tal vez ninguna, sería la oposición. Me refiero a la Biblioteca Municipal Aramís Prieto Infante.

Acostumbrado como estoy a visitar muchas de sus émulas en numerosas ciudades del país, puedo decir que ésta es la que más me ha impresionado en todos los aspectos, excluyo las grandes del territorio nacional, me refiero a las de carácter municipal y no pocas de carácter provincial.

Desde que uno se va acercando a la bella y bien cuidada edificación donde radica, algo muy especial se comienza a sentir. Desde el mismo color claro y cuidado de la pintura exterior, la limpieza del entorno, la sensación de espacio abierto que le da en su interior la iluminación natural que le penetra a través de las múltiples ventanas y puertas, y que a su vez la reviste de otra sensación contrapuesta a ésta, la de intimidad que le brinda la exquisita disciplina que allí reina, es como una permanente invitación a acudir a ella todo el tiempo. Sus muchas salas de lectura siempre están concurridas.

Es atendida por un colectivo casi totalmente compuesto por mujeres hacendosas —donde se combina ese ideario martiano de la unión de los pinos nuevos con los pinos viejos, solo que, y sin ánimo de halagos, que se merecen de todas maneras, ninguna de ellas sobrepasa los 50 años de edad—, dirigidas por otra de ellas, la licenciada Zoyla E. Pérez Torres, mujer joven, con excelentes dotes organizativas, alegre, gentil, pero sin lugar a dudas, exigente.

Este colectivo reúne todas las cualidades para que esta Biblioteca continúe siendo de referencia nacional, al menos para mí y para mis muchos acompañantes, lo es. Lo veo en el corazón y en el ánimo de todas ellas: Alina, Hilda, Yudelquis, Dioseydis, Marina, Yeline, Oslaida, Tatiana, Sirieyi, Martha, Janeth, Rosario, Angelina y los guardianes del sexo… ¿fuerte?: Alejandro y Félix.


Para las mayariceras y mayariceros todos, la admiración de los amantes de la cultura, de cualquier parte, porque han demostrado, una vez más, que sí se puede hacer arte y sobre todo, el buen arte, a pesar de las dificultades y limitaciones, porque una pequeña porción de cultura, echada en el corazón de los seres humanos, nos puede hacer mirar a la vida con más confianza y encontrar otras perspectivas, allí, donde aparentemente, todo se ha terminado y esto, merece respeto y merece agradecimiento.


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