domingo, 29 de julio de 2018

Modesto Caballero, por los 25 de la Peña


Desde Mayarí, Holguín

Nuestro querido hermano poeta y narrador Modesto Caballero Ramos, vicepresidente del Grupo Ala Décima y subdirector de este sitio web nos envió su abrazo en letras por los 25 años de la peña semanal sede del Grupo Ala Décima, en la biblioteca Tina Modotti, de Alamar, de la cual él ha sido durante muchos años un baluarte. Nos lo envía desde su natal Mayarí, provincia de Holguín, donde reside hace relativamente poco tiempo, y donde atiende su Peña El valle, el río y la montaña. Nos dice Modesto:

Hermanos y hermanas, bajo un estado emotivo no se debe escribir, porque se corre el riesgo de abaratar lo se hace, pero no puedo dejar pasar este 25 aniversario de nuestra peña para expresar mi sincero agradecimiento por haber descubierto aquella tarde de lunes de un mes que no recuerdo, y me disculpo, de 1997, aquel sencillo espacio bajo la uva gomosa frente a la biblioteca Tina Modotti, de Alamar. Era yo entonces el presidente del Consejo Popular Alamar Playa. Me integre como uno más. Fue como si hasta entonces hubiera andado por el mundo buscando lo que sabía que debería existir, pero no se me había dado hasta entonces. Conocí tanta gente entusiasta, algunos ya no están, Célida Cortina, Wilfredo Sánchez, Yazmina Calcines, Adriano Rodríguez, Pedro Alfonso, y otros que no por no nombrarlos los he olvidado. Luego vinieron otros y después seguirán llegando los demás. Nuestra peña es un organismo vivo y como todo lo vivo, tiene un corazón y un cerebro, que para no herir su dolorosa modestia, no lo mencionare, innecesario, dirán ustedes. Pero nuestra peña se fue convirtiendo poco a poco no solo en el espacio semanal más longevo del país, sino en una madre fecunda, de cuyo vientre han surgido tantos y tantos otros espacios e instituciones a lo largo del país. Habrá que agradecer por siempre a nuestros hermanos Péglez y Luisito, por el que siento una gran admiración por muchas de sus condiciones que tampoco enunciaré. Y no sería justo dejar fuera a esa gran mujer que es Dineya, que con su humildad a cuesta siempre ha estado presente. Por lo demás, a nuestro hermano Carlos Castro, que se convirtió en el coordinador y conductor de la peña cuando fue necesario, sobreponiéndose a todas las dificultades que han ido apareciendo, sobre todo, de salud.

Dije que no quiero lastimar la modestia del alma de nuestra peña, pero vaya a él, el reconocimiento que no tengo estatura para darle y los elogios que tampoco sé dar, pero eso sí, es mi hermano del alma, mi Bróder Mayor. Desde mi amado vallecito florido, mi eterno Mayari, un abrazo para todas y todos los que han defendido este espacio y pido perdón por estos remedos de versos.

Confieso que un día nací
bajo una uva gomosa.
Lunes, tarde, caprichosa
la ocasión cuando me vi,
sentado, tímido allí
donde mi medio no era.
Reprimido en su quimera,
mi sueño encontró su ajuar.
Ya nada pudo evitar
que aquel, mi destino fuera.

Ante mí se desveló
otras aristas del ser.
¡Qué digo!, el amanecer
de mi mundo despertó.
Mi espíritu se elevó
desde el elipsis del muro
a romper con el conjuro
de un destino. La aurora
puso su luz sin demora
donde antes todo era oscuro.

Hoy ando lejos, la vida
te sorprende a cada instante.
Sin embargo, aunque distante,
no hubo olvido en la partida.
Hoy mi fe está compartida
entre la uva y la montaña,
el valle, el río que baña
la nostalgia del poeta.
Confieso que cargo grietas
porque su sombra se extraña.








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