Ecos de la 46 Jornada Navarro Luna
Celebrados el cuarto de siglo del centro literario homónimo y los quince
de Ediciones Orto. El Premio
de Poesía Manuel Navarro Luna lo mereció el poeta holguinero Moisés
Mayán
Homenaje a Juan Francisco Sariol, uno de los momentos de tributo de la Jornada. Fotos tomadas de La Demajagua.
Ampliado del Periódico Trabajadores
Manzanillo es ciudad querible. Y por fortuna, los primeros que la hacen
querible son sus gentes, que se enorgullecen de ella y que la quieren. El
humilde poeta forastero, aunque no viene a ella por vez primera, siente una pueril
fascinación como de estreno, un amor a prima vista, por su diseño vial, hecho
como para que el caminante no se pierda nunca por sus calles, y una inclinación
como de pariente cercano por los lugareños.
El poeta manzanillero Alejandro Ponce, amante de sus raíces y reconocido
en el panorama literario nacional, me lleva, como el hermano que es, a andar
por las vías colindantes con la emblemática glorieta central, y me habla con
pasión genuina de las glorias pasadas y presentes de la urbe. Pareciera que
conoce casa a casa, rincón por rincón. Y me dice: “Cuando me preguntan, yo digo
que soy de Manzanillo, Cuba”.
Así, caminando con él, se me antoja que protagonizo y reverencio a un
tiempo una de las décimas de Manuel
Navarro Luna impresas en la contraportada del programa que me acaban de
entregar los anfitriones:
Soñar en andar. Soñar
puede cualquier peregrino.
Pero hay que tener camino
para poder caminar.
Más que los pies para andar
y los ojos para ver,
lo que hace falta tener
es camino, duro o blando,
para poder ir cantando
hacia el nuevo amanecer.
LA JORNADA
Me gustó esta edición 46 de la Jornada
Manuel Navarro Luna por la atmósfera fraternal que reinó todo el tiempo
entre escribas invitados y del patio, en contacto siempre con la población, y
por el programa interdisciplinario bien concebido y llevado a vías de hecho por
el Centro de Promoción de la Cultura Literaria que lleva el nombre del
emblemático bardo calificado como el Poeta de la Revolución. La institución
celebró así el cuarto de siglo de su fundación y los quince de la local Editorial
Orto. El equipo del Centro, que dirige el poeta Ángel Larramendi, no solo me
pareció capaz, sino además talentoso a nivel individual de cada uno de sus
miembros. Y da gusto apreciar eso en una institución cultural de este tipo.
Ángel Larramendi, director del Centro Manuel Navarro Luna.
Marlene Moreno, especialista del Centro Navarro Luna, es una
prometedora poetisa, al igual que otros integrantes de ese equipo de trabajo.
Consecuentes con la indivisibilidad entre los afanes creativos y la
vocación de lucha por la justicia social, presente en nuestra cultura desde sus
orígenes, y consecuentes con la significación de Manzanillo en esas páginas
iniciáticas y las que le siguieron hasta hoy, los anfitriones nos permitieron
vivir, entre los momentos más emotivos, la visita al complejo Demajagua, en el
sitio sagrado donde Carlos Manuel de Céspedes protagonizó aquel episodio
fundacional del 10 de octubre de 1868, del cual estamos celebrando en toda Cuba
su aniversario 150. Versos allí se leyeron, con natural estremecimiento, al
cual contribuyeron las palabras del historiador Delio Orozco González, cuya
participación agradecimos en estos cuatro días.
En esa misma línea de tributos ineludibles, estuvo el homenaje al mecenas de la cultura manzanillera
Juan Francisco Sariol, en los aniversarios 130 y 50 de su natalicio y muerte,
en la que fuera imprenta El Arte, de su propiedad; la peregrinación y ofrenda
floral a la tumba de Manuel Navarro Luna
—aunque en su caso, desde luego, la reverencia fue toda la Jornada—; y también,
por qué no, la íntima dedicatoria del espacio El autor y su obra, en el Museo
Municipal, al poeta Felipe Gaspar Calafell, de larga y rica trayectoria
literaria y actualmente aquejado de severos problemas de salud.
Yo, por mi
parte, con la ayuda y compañía de los anfitriones, quise cumplir la deuda
personal de rendir tributo al líder azucarero Jesús
Menéndez, en el andén ferroviario de la ciudad, lugar en que fue
asesinado el 22 de enero de 1948, hace ahora 70 años.
Evento teórico.
Juventina Soler y Andrés Conde, dos de los reconocidos poetas del territorio
presentes en la Jornada.
Presentaciones
y ventas de libros, lecturas y declamaciones de obras en versos, conferencias,
paneles, conversatorios, intercambios de escritores con estudiantes,
trabajadores y población en general, configuraron la felizmente apretada
agenda, de la que participaron poetas de disímiles puntos del país, en abrazo
con los numerosos autores reconocidos con que cuenta la ciudad y toda esta
provincia, y entre los cuales no me perdonaría dejar de mencionar a Luis
Carlos Suárez y Lucía Muñoz, a Juventina Soler y a Andrés Conde, y
que me perdonen entonces los demás por no hacer más extensa, como debiera, la
relatoría.
Entre los
creadores venidos de otras regiones, me resultaron significativos, por los
desempeños que asumen en sus respectivos territorios, Yoandra Santana,
líder natural de la Cruzada
literaria de la AHS en Camagüey; Kiuder
Yero, que despliega importantes roles en las Romerías
de Mayo, en Holguín; y Sinecio
Verdecia, de la Casa
de la Poesía de la Oficina del Historiador de La Habana, para mí una de las
voces más interesantes de la poesía oral afrodescendiente en la actualidad
nacional. Pero más allá de la mención nominal, por supuesto, fue el clima
fraterno que se generalizó, y del cual dio fe, quizá mejor que nadie, el poeta Diusmel
Machado, Premio
Iberoamericano Cucalambé 2010, en el sentido comentario que escribió en una
de las informaciones publicadas sobre el evento en Trabajadores:
“Asistí
nuevamente a la Jornada dedicada a Navarro Luna, y regreso a Guáimaro
satisfecho y agradecido. Fue un honor y un gozo insustituible, confraternizar
con el grupo de poetas invitados (los manzanilleros, hijos nobles de su tierra
y de su lírica, junto a poetas cubanos como Carlos Esquivel, Pedro Péglez,
Herbert Toranzo, Rigoberto “Coco” Entenza… y varios amigos más), y respirar el
aire bendecido del mar, y acudir otra vez al altar de La Demajagua… Refrendar
el honor que merece un poeta, y con él toda la poesía; compartir mis propios
versos y juntarlos con los de todos, y especialmente entre los jóvenes
estudiantes manzanilleros: horas inolvidables. Así pues, deber cumplido,
amigos. Gracias otra vez al Centro Navarro Luna, a los organizadores y a las
autoridades que gestionan y defienden estos días de patria”.
RESULTADOS
DEL CONCURSO
La edición correspondiente del Premio
de Poesía Manuel Navarro Luna lo mereció el poeta holguinero Moisés
Mayán con su libro
inédito Años de plomo, una obra que
plasma “un mapa de confluencia simbólica, de un alto nivel de referencialidad
histórica, empleando de modo acertado y atractivo el recurso de la prosa
poética”, según expresa el acta del jurado presidido por Carlos
Esquivel e integrado por Alejandro Ponce (ganadores de este lauro en años
anteriores) y quien escribe estas líneas.
Moisés Mayán, reconocido poeta holguinero que mereció el Premio Manuel Navarro
Luna.
Se otorgaron
cuatro menciones, a los poemarios Como
quien busca una isla, de Julio César Pérez Verdecia, del municipio
granmense de Pilón; Voy a parir un país,
de la manzanillera Roselia
López Saborit —conocida en anteriores certámenes por su obra en décimas que
sorprendió aquí con un conjunto en versos libres—; Tránsito a la nada, decimario de la tunera Niurbis
Soler Gómez; y Un haz de tiempo y
regreso, de Mariela Barrera Ramírez, autora de la ciudad anfitriona del
evento.
El teatro
Miguel Benavides fue la sede de la premiación, con la cual se clausuró la
jornada, y durante la agenda prevista para la ceremonia leyeron textos
anteriores laureados de este certamen y ofrecieron muestras de sus desempeños
cancionísticos el trovador Axel Milanés y la cantante Yudria del Castillo.
Axel Milanés, trovador, compartió su obra a lo largo de la Jornada.
Versión original
en Trabajadores:
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