viernes, 14 de julio de 2017

Marco Antonio comparte sus décimas


Soy la roca, lo que cae…
 
Después de muchas insistencias, su modestia cedió a nuestros ruegos fraternales durante su activa participación en el Quinto Festival Internacional del Grupo Toda luz y toda mía en Sancti Spíritus, y aquí está una selección de sus décimas. Marco Antonio Calderón Echemendía (Trinidad, Sancti Spíritus, 1960) es narrador y poeta. Ha sido editor de las revistas de arte y literatura Ariel de Cienfuegos y La Pedrada de su provincia natal. Ha dictado conferencias y servido de jurado en diversos eventos del país. Es fundador del proyecto Reina del Mar Editores de la provincia Cienfuegos y editor de la casa editorial Mecenas, Bibliotecas Excelsior y Luminaria. Por su obra en versos ha recibido diversos reconocimientos. Es el Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en la provincia de Sancti Spíritus.


(De las notas de John Doe
a un tal Tom Cruise)

Para Jane Doe

La vida se apuesta a un
sueño de azar concurrente,
como comedia silente,
o tenaz lugar común.
Tom, o John Doe, o Ethan Hunt
se alistan, más no hay clemencia.
Pobres diablos, la inocencia
les vela el dato terrible:
Toda misión es posible,
toda, excepto la existencia.


(alea iacta est)

Para mi esposa, rumor
del espacio donde plagio
su vientre. Ya no contagio
desesperanza. El dolor
se detiene en el clamor
de mi mujer, –quedo adagio
que tierna inflama al presagio
donde su preñez es fiesta,
faroles de almizcle. Asesta
gemidos, lenguas, ¡marfil
si amanece! ¡Ah, su perfil
de antigua canción de gesta!


(resaca)

En almácigos copudos
yace mi amada. De bruces
sobre un enjambre de cruces
el hijo deshace nudos.
Desconoce los saludos
de todo cuanto no es cierto.
Ellos no están. Desconcierto
por la ración tan escasa.
Quiero de nuevo en mi casa
dejar de ser este muerto.


(desde el confesionario)

I
La mano extendida,
el grito de ausencia,
detrás la clemencia
y la sobrevida.
Emprende la huida,
apaga el escándalo,
la mirra y el sándalo
le cruzan la faz.
Rueda mi antifaz
de mártir y vándalo.


(Un carnívoro cuchillo
de alma dulce y homicida)

Mi entrega fue la baldía
apuesta en la latitud
de una patria sin virtud,
ciudad noche, no la mía.
¿Qué sacrificio confía
su voz a tan poco brillo?
Pongo el amor y lo humillo
como vencido blasón,
cuando hiere al corazón
un carnívoro cuchillo.

La apuesta es por la doblez
de mi pueblo. Escamoteada,
miro y la busco: No hay nada,
solo un pesaroso pez
que entrega de vez en vez
boletos solo de ida.
Me duele tanto la herida
que me ha dejado al costado
un apóstata dotado
de alma dulce y homicida.


(identidades)

Soy la roca, lo que cae,
lo que subyace, el reloj,
la cábala, el sephirot
y el rabino: el lleva y trae.
Soy François, Irina, Mae:
la risa, el placer, el tedio.
Soy ajedrez. Soy el medio
del Atlántico y sus peces;
de la lucha, los reveses;
de los dedos: el del medio.


(diatriba de amor a mi mujer pariendo)

Miércoles 5 de noviembre.
7.32 am. Sala de cuidados intensivos

Estaba allí, en medio de la sala
paseando a toda costa su certeza,
la voz quebró de golpe mi corteza,
sentí el beso del hacha. Era la tala.
Ladeé ramas en busca de la rala
maleza de sus ojos que crujían.
Las aves se marcharon, pretendían
gorjear en otro hombre, en otro estuario.
Fui al suelo, sometido, centenario,
hundido en mi orfandad, atado al día.

Jueves 6 de noviembre.
12.38 am.  Salón de preparto.

La mancha en el vestido ató la cama
sobre ignotas transparencias y una a una
las horas devoraron en la cuna
reptiles y huracanes. ¡Pobre dama
que me acosa y entrega llama a llama
pequeñeces y ausencias al desnudo!
La mancha es su vestido. ¿Cómo pudo
rebosar de cristales el reposo
de este ciego incapaz, casi dichoso?
Regreso a mi rincón, sobre el escudo.

Viernes 7 de noviembre. 2.36 am.
Salón de espera del cuerpo de guardia.

El olor cristaliza en las neblinas
de tu parque quietud, espacio invierno.
Cantas niños, mujer, cantas eterno
alivio al fiel durmiente en las esquinas.
¡Ah, hospital de mudeces matutinas
mata ya! ¡Qué me importa quien se goza!
Tengo el pan, el hijo, la azarosa
imagen de un futuro en estallido.
Ya está ella dolor, voces, el latido
de vendimias en flor. Cava la fosa.

Sábado 8 de noviembre.
9.54 am. Parque frontal

Un banco en soledad, las sinrazones
y ese dolor colgado a toda vela
agrisan este mar, todo cautela
de lunas fabricadas a ciclones.
Quisiera descender de sus pezones
convertido en riachuelos de ambrosía,
talarle ese dolor, esa agonía
labrada en este tiempo de reveses,
tañerla de alamedas y cipreses
y darle cuanto soy: Barca vacía.


(meditaciones)

(él)

Porque te medito
de paseantes criba,
mi oficio de escriba
se extingue. Es el rito
de espacio infinito
que a menudo eres,
bendita. Placeres
que evito y que venzo.
Si acaso te pienso,
hollada no mueres.


ANTES DE LA PATINA

Yo nací un día en que Dios
estaba enfermo, grave.
César Vallejo.

Tengo la espera arrasada,
la pluma a medias. Mi Dios
me va cercenando en dos
los rincones. Casi nada
de esperanza resta en cada
secreto: yo nací un día
quejumbroso, no llovía
y mi país era yermo,
mi Dios, mi Dios vivía enfermo
de tedio y melancolía.



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