domingo, 21 de agosto de 2016

Jorge, Premio décima humorística


En la 49 Jornada Cucalambeana
 
En la reciente 49 Jornada Cucalambeana ocurrieron las premiaciones de muchos certámenes de la décima, tanto en su variante escrita como en su variante oral improvisada. Entre los de la escritura estuvo la del Concurso iberoamericano de décima humorística, cuyo primer premio correspondió a Díptico cubano, de Jorge Adrián Betancourt Quintana (Santiago de Cuba, 1964; radicado en el municipio de Guisa, provincia de Granma).

El autor laureado es poeta y trovador. Ha obtenido varios reconocimientos en concursos nacionales y provinciales, entre los que se destaca el premio 20 de octubre, que le valió la publicación de su primer libro Diálogo inconcluso con una muchacha que sonríe. Trabajos suyos aparecen publicados en revistas y antologías, como Ventana Sur. En julio del 2010, durante la XLIII Jornada Cucalambeana, su poemario La red y el cardumen conquistó mención en el concurso iberoamericano Cucalambé. En el XI concurso nacional Ala Décima (2011) mereció, con su cuaderno Catálogo de voces, el Premio Célida Cortina de tema comunitario. Su libro Nosotros los cobardes, escrito en coautoría con Alexander Aguilar, mereció el Premio Iberoamericano Cucalambé 2012. En ese misma premiación, obtuvo el lauro del Concurso nacional de glosas Canto Alrededor del Punto, con la obra Paráfrasis del convicto.

Jorge Adrián es miembro de la Filial del Grupo Ala Décima en la provincia de Granma, creada en el 2012. Gracias a su colaboración y la de Alexander Besú, presidente de esa filial, ofrecemos la obra ganadora del Concurso iberoamericano de décima humorística en este 2016.



DÍPTICO CUBANO



VIA CRUCIS DE UNA AMBULANCIA

Basado en un hecho real

De Italia yo vine un día
a Mabay, con mil amores,
pero la chapa, señores,
no me han puesto todavía.
Eso hiere mi valía,
mi pudor, mi dignidad.
Por culpa de una entidad
que no conozco al detalle,
ando siempre por la calle
sin carné de identidad.

Salgo ufana cada día
y no he puesto la sirena,
cuando a mis espaldas suena
el pito de un policía.
Me hace salir de la vía
con una seña especial,
y posterior al "¿Qué tal?"
de toda persona culta,
me clava otra linda multa
que pagará el Hospital.

Doblo a veces por un trillo
para evitar tanto estrago,
y algunas noches apago
hasta el último bombillo.
Me hace seña el "amarillo"
enseguida que me ve,
y esto que confesaré
resulta el colmo, señores:
me paran los inspectores,
a ver si traigo café...

Por causa de una fractura,
salí con un ancianito,
y un dichoso "caballito"
interpuso su figura.
Yo detuve mi premura
ante la señal aquella.
El viejo armó la querella
y, por lo que le dolía,
salió cojeando a la vía,
y un tractor le dio botella.

Me quejé a los hospitales,
y a Tránsito me mandaron,
y de allí me pelotearon
a Servicios Comunales.
Desanduve mil canales
y en todos pasé un mal rato.
Nada resultó sensato,
a nadie quiso dolerle:
el caso es como ponerle
los cascabeles al gato.

Por eso, colgué mi traje
después de tanto bregar:
¡no hay quien me pueda sacar
una rueda del garaje!
¡Basta ya de tanto ultraje!
¡Yo no soy una cualquiera!
No admito la pelotera
que padecí en otra etapa:
cuando me pongan la chapa,
¡pelo suelto y carretera!



EL MENTOR AMABLE

El pitcher, con sus manazas,
cogió el saco de pez rubia,
mientras tronaba una lluvia
de chiflidos y amenazas.
Más que iracundas las masas
por lo que estaba pasando,
se desbordaban gritando,
y el parque se estremecía
cuando el eco repetía:
"¡Contra, mentor, ¿hasta cuándo...?!"

Salió trotando el mentor,
se dirigió a la lomita
y le dio una palmadita
en el hombro al lanzador.
"¿Qué te pasa, jodedor?
¡Aprieta los pantalones!
En ridículo me pones:
¡oye el rugir de esas fieras!
Te han hecho treinta carreras,
y dado siete jonrones.

"Me conmueve comprobar
todo lo mal que lo haces,
y es que se limpian las bases,
y se vuelven a llenar.
Al home no sueles llegar,
tus recursos son escasos.
Las líneas son cañonazos,
tu brazo no se controla:
¡catorce bases por bola,
y como diez pelotazos!

"No ha quedado un bate vivo,
se han perdido cien pelotas,
y en cada lance te anotas
otro récord negativo.
No quiero ser vengativo,
pero escucha y ponte en pista:
si después de la entrevista
sigues con ese vaivén,
¡voy a ordenarle al bulpén
que caliente un relevista!"

Imagen: Hombre riendo, de Rembrandt.





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