Sexta novela de Modesto Caballero
Por Pedro
Péglez González
Ampliado de Trabajadores digital
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Es verdad de Perogrullo que
la narrativa policial tiene asegurado de antemano un considerable séquito de
lectores. Incluso no es reducido, en la historia de la literatura, el círculo
de autores —trascendentes o no; de mayores o menores alcances estéticos en sus
obras respectivas— que han sido seguidos a causa de que sus libros van
alimentando una suerte de saga con tal o cual personaje como centro.
Traigo el asunto a cuento a
propósito de la aparición, en la reciente Feria Internacional del Libro
Cuba 2014, de La aguja en el pajar, la sexta de las novelas policiacas del
también poeta Modesto
Caballero Ramos (Mayarí, Holguín, 1948) que han visto la luz en años
consecutivos bajo el sello de la Editora Política.
Con ello la entidad ha
evidenciado su plausible sensibilidad para asumir empeños literarios de alta
demanda popular y urdidos a partir de nuestro complejo tejido social, en
adecuada sintonía con su perfil editorial, a veces erróneamente considerado solamente
circunscrito a las obras llamadas de pensamiento.
En esta entrega de Caballero
Ramos y las cinco anteriores —Culpable
sin castigo (2009); Saravia
105, donde el cielo se ve cuadrado (2010); Ciudad
en pánico (2011), Doble
jaque (2012) y Sed
de sangre (2013)— un personaje carismático y desenfadado, el
capitán Nelson, contradictorio como todo ser humano, es el eje protagónico
alrededor del cual gira un imprescindible y sumamente amplio protagonismo
colectivo: hombres y mujeres que tienen por misión, ante la sociedad, la de
desentrañar los misterios que rodean todo hecho criminal, y que atrapan al
lector —antes que al maleante— en tanto están expuestos con técnicas narrativas
eficaces.
Hay, en lo específico, algo que singulariza esta suerte de saga de Modesto
Caballero. Al tiempo que se muestra la articulación con que actúan las
disímiles especialidades de la Policía Nacional Revolucionaria, se hace
hincapié en una, acaso la menos conocida: la del instructor policial, en la
cual se desempeña el personaje principal.
La aguja en el pajar hace honor a
su título. El caso que narra parece ser destinado a archivarse como crimen no esclarecido,
tanta es la ausencia de indicios en la escena, donde solo aparece un cadáver
desnudo y con un cinto ceñido al cuello, y tantas las pistas que se desvanecen,
una tras otra, para hacer retornar las intensas pesquisas al punto de partida.
Pero más allá de esos vericuetos, hay una invitación a ahondar en el
conocimiento de las complejidades de la mente, una defensa de las
singularidades del ser humano, entre ellas la de su identidad sexual, y una
confirmación de que las más dolorosas circunstancias coexisten en la vida con
instantes de chispeante humor, sin que unos y otros se descalifiquen entre sí.
Uno de estos últimos —y perdonen que adelante una página de la novela—
es la salida que da el capitán Nelson a uno de los momentos angustiosos para el
equipo investigativo, en desesperada busca de nuevos indicios.
El protagonista propone a su superior que le permita activar a uno de
sus agentes encubiertos en el bajo mundo, y al ser aprobada su propuesta, para
consternación de sus jefes y compañeros, reaparece él mismo, irreconociblemente
transfigurado en el “delincuente” que fue años atrás, antes de que su jefatura
decidiera, para preservar su vida, sacarlo de esa fachada de maleante y pasarlo
a la vida pública de la Policía. Es uno de tantos pasajes que condimentan el
tortuoso laberinto de esta novela, en el afán justiciero por hallar una aguja
en el pajar.
Por otra parte, pesquisas realizadas —no policiales sino
periodísticas— revelan a un significativo número de lectores, desde ahora
expectantes, que confían contar el próximo año con la continuación de las
causas y azares del capitán Nelson, bajo la siempre esmerada presentación de
este sello editorial.
MÁS SOBRE EL AUTOR:
Modesto
Caballero Ramos tiene publicado además el decimario Piedra de escándalo (Guatemala, 2008), cuyo
primer aniversario celebraron los amigos de Guatemala en décimas
—quienes hicieron posible su edición— con el
suyo propio, en julio del 2009. (Vea
imágenes de la presentación, en el 2008, de Piedra
de escándalo, dado a la luz por la
Editorial Universitaria guatemalteca). En la sección Decimacontexto:
Alzarse
al cielo desde la piedra, prólogo del libro, por Pedro
Péglez González.
De Modesto, una crónica
sobre su participación en la Semana de la Cultura de 2010 en su Mayarí natal.
Licenciado
en Ciencias Penales y graduado del Diplomado Historia y Práctica de la creación
poética en la promoción del 2006, en ese año Modesto fue ganador del tercer
premio en el concurso iberoamericano Cucalambé. Es vicepresidente
del
Grupo Ala Décima y subdirector
de este sitio Cuba Ala Décima. Reseñas
suyas aparecen en los sitios web Odiseo
en el Erebo y Arte
poética, del poeta salvadoreño André
Cruchaga. El blog de los colegas
guatemaltecos ha recogido numerosos textos suyos. Uno de los más recientes es
el titulado Apoyo.
De Piedra de escándalo es este poema en una estrofa
que cierra el volumen:
ÚLTIMO ACTO
de más triste destino que
figura
tratando de encontrar
cabalgadura
para iniciar un acto
justiciero.
No recuerdo la fecha en que
el rasero
quiso medir por árido su
pena.
Después canonizó un grano de
arena
ante una imagen cotidiana y
fría.
Me cuentan que en la muerte
vino un día
y nunca más lo vieron
en escena.
En nuestros archivos, otros
textos de ese poemario:
—Imagen
—Óleo de familia
—Sucesos
—Y me vestiré despacio…
—Ágape del ultraje
—Crono vs. Hombre
—Espergesia II
—Odios blancos
—Supervivencia
—A desandar la Mancha por la ruta…
—Leyendo Los estertores del agua…
—Los pasos del silencio
—Óleo de familia
—Sucesos
—Y me vestiré despacio…
—Ágape del ultraje
—Crono vs. Hombre
—Espergesia II
—Odios blancos
—Supervivencia
—A desandar la Mancha por la ruta…
—Leyendo Los estertores del agua…
—Los pasos del silencio
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