martes, 6 de abril de 2010

Emiliano Sardiñas: la saga
del visitante inop
ortuno…


Por D
iusmel Machado Estrada

Todavía resuenan en Guáimaro los ecos del último Encuentro Nacional “Décima al Filo”, cuarta edición de una memorable fiesta, celebrada en la Cuna de la Constitución y de la República de Cuba, en el verano de 2008…

En una de aquellas jornadas, la familia de la joven (y bella) Adalis Villalobos Porro –actualmente, trabajadora de la cultura en Guáimaro–, recibió en su casa (en el poblado de Martí) al “importunísimo, siempre imprevisto…”1 poeta improvisador Emiliano Sardiñas, con mochila y todo. Ah, y con una sed y un hambre de tres pares… de cualquier cosa.

Como suele hacer, el buen santiaguero sacó a relucir sus dotes, sus extraordinarias habilidades para ganarse el pan (y el café, y hasta algún traguito de otro líquido más bien dudoso…); así pues, irrumpió en la habitación de la bella (y joven) Adalis, en cuya pared estampó la siguiente… la siguiente… estampa:


En este modesto hogar
me sentí supercontento,

y hasta con el pensamiento
quise mis versos cantar.

Sin dormir logré soñar
la felicidad más sana.
Aquí el cariño me gana
todo el espacio interior,
porque no hay nada mejor
que la calidad humana.


Y el poeta se ganó lo que buscaba2. Ahora, casi dos años después del histórico percance, Adalis cuenta a sus amigos sus impresiones…, es decir, lo que el Mulato Espinelísimo prefirió obviar…

Y este humilde servidor, compartiendo su pesar, ¿qué hace sino improvisar una estrofa de dolor? (Les pido disculpas, por la extraña, mala manera de confundir la frontera entre la prosa y el verso…) Mi ¿poema? es el reverso de la anterior espinera:


Un visitante peligroso


Cuentan que andaba Emiliano,

por el pueblo de Martí,
su cara de “yo no fui”
paseando como un fulano…
Y un humilde hogar cubano
le hizo café, le dio asiento…
Y el mulato, ¡tan contento
estaba –como un machete
sin mella– que un taburete
rompió!
................¡Como te lo cuento!


El resto, sobra. En el Guáimaro de hoy, un taburete bueno debe costar un ojo de la cara, y las pestañas del otro. Aquí solo cabría decir: “Emiliano, el cuero que está pa´ ti, no hay vaca…” Ah, pero en Guáimaro quedan muy pocas vacas, y salen más caras todavía.


Notas imprescindibles:

1 La frase entrecomillada, es el resumen que hizo el consejo familiar, concluida la visita de Emiliano.

2 ¡Alto ahí, malpensadores! Por si el queso se descompone (ya sabemos que la esposa de Emiliano es una mujer celosa), aclaramos que la familia completa estaba también dentro del cuarto de la (demasiado) joven y bella Adalis…


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