domingo, 31 de mayo de 2009


Paisaje
de metáfora
infinita

Por Miguel Terry Valdespino




Ganado tengo el pan: hágase el verso

y en su comercio dulce se ejercite.

José Martí



La metáfora infinita del Festival Internacional de Poesía 2009 pasó por La Habana, específicamente por cuatro de sus municipios: Bauta, Guanajay, Artemisa y Bejucal.

No era para menos. La Habana, desde hace no pocos años, se ha convertido en una plaza donde, además de acoger las sesiones del evento Botella al Mar, relucen un grupo de nombres que, a través de numerosos libros y premios, han hecho crecer la geografía poética habanera. Nombres que ahora, casi a manera de homenaje, señalo aquí.

Tomando en cuenta su venerable edad, comenzaría por la decimista jaruqueña Encarnación de Armas, poetisa de fina lira, llamada por algunos "la Carilda habanera", epíteto que puede ruborizar, pero que no pinta de cuerpo entero a nuestra veterana Encarnación, autora de un discurso muy personal y reconocible, al igual que su coterráneo Ricardo Alberto Pérez., joven de vasta obra y ancho discurso, ganador del Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillen.

De buenas poetisas no anda carente La Habana: una mujer que es poesía ella misma, la neopacina Andrea García Molina, exhibe en su discurso la metáfora más limpia, un cuidado extremo al hilvanar cada idea, cada propuesta de sus razones como mujer inmersa en el muy duro desafío de existir, en tanto otra dama reconocible, la nicolaseña Yasmín Sierra Montes, exhibe un caudal donde demuestra que "la poesía es algo más que sentido y belleza", tal como la vio el escritor Ismael Tío Grenoble.

Con apenas un par de libros publicados, el autor bautense Carlos Jesús Cabrera clasifica como uno de los mejores poetas cubanos de la última década del siglo XX: El restaurador anónimo y La carne transparente, libros donde la más insulsa cotidianidad se arma de los valores poéticos más sorprendentes, para llenarse de una trascendencia conmovedora. Tanto en un libro como en otro, Carlos Jesús parece responder a la máxima talletiana de que "la poesía está en todas partes, sólo hay que encontrarla". Y en los lugares más increíbles la encontró Carlos Jesús.

Como poeta de metáfora tranquila, humedecida por el mar de su infancia, puede calificarse a Jesús Sama Pacheco, siempre a medio camino entre la marinera Bauta y el costero Mariel, sus dos patrias chicas. Con versos que han ido madurando, decantándose con el paso del tiempo, añejándose en buena lid, Sama incursiona también en la literatura para niños, adonde suele llevar este ambiente marino de botes, peces, agua salada…y nostalgias que perviven en el tiempo y acaban habitando sus estrofas.

La décima (parte esencial del corpus poético habanero) encuentra en la güinera Felicia Hernández Lorenzo, el nicolaseño Juan Carlos Garrote, el batabanoense Juan Carlos García Guridi y el marieleño Evasio Pérez a cuatro de sus más altas voces. Cada uno en su tono, desnuda una maestría que pasa por libros esenciales como Con irreverencia y gratitud, Memorial del pulso, Country Club y Con piel de laberinto, en tanto otro decimista, ya galardonado varias veces, el ariguanabense Raúl Hernández Ortega, suele moverse también en otros cielos líricos como el verso libre y la poesía para niños, en los cuales ha obtenido reconocimientos importantes. Como de décima se trata, habría que recordar también a Gisela Rizo, hija del gran improvisador Rigoberto Rizo, pero dueña de su propio decir en el ámbito de la espinela, y al alquizareño Reynaldo Riverón, con dos decimarios editados en Unicornio, y aún con las armas del talento preparadas para incursionar algún día en el verso libre.

Poetas más jóvenes como Polina Martínez, Yorqueidis Acosta, Raúl Hernández Pérez, Mireysi García Rojas, Armando Landa, Joel Iglesias, Elizabeth Álvarez, Misael Aguilar, Shatila Valdés, galardonados y listos para cualquier empeño, representan un abanico de preocupaciones poéticas y existenciales donde pueden relumbrar la naturaleza, el sexo, el rock, la interioridad, ascensos y caídas del hombre…, abanico que les sirve para imbricarse, de manera muy coherente, en el mapa poético cubano de hoy.

Casi todos estos nombres han llegado al lector a través de la editorial Unicornio, donde la poesía cuenta con espacio notable para los muchos poetas con que, ahora mismo, cuenta La Habana.

No son todos los nombres, por supuesto. Pero son nombres que dicen, que sugieren, que sirven para diagnosticar el estado de salud de la escritura lírica en esta provincia, en el espacio que va de Artemisa a Nueva Paz. Aunque la poesía —líbrenos Dios de lo contrario— no suele entender de provincias ni de fronteras, sino de universos más anchos, tal como acaba de enseñarnos, una vez más, el Festival Internacional de Poesía de La Habana.



Vea versión original en el periódico El Habanero.

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