Un poema humorístico en glosas
Foto: Zeide
Balada Camps
El humor y la
poesía en décimas le brotan por igual, a borbotones, como parte de su propia
naturaleza. Sin esos atributos, sería difícil imaginar a Jorge
Adrián Betancourt Quintana (Santiago de Cuba, 1964; radicado en el municipio de Guisa, provincia de
Granma). Trovador además de poeta, ha obtenido varios reconocimientos por su
obra en versos en concursos nacionales y provinciales, entre los que se destaca
el premio 20 de octubre, que le valió la publicación de su primer libro Diálogo
inconcluso con una muchacha que sonríe. Trabajos suyos aparecen publicados
en revistas y antologías, como Ventana Sur. En julio del 2010, durante la XLIII Jornada
Cucalambeana, su poemario La red
y el cardumen conquistó mención
en el concurso iberoamericano Cucalambé. En el XI
concurso nacional Ala Décima (2011) mereció, con su cuaderno Catálogo
de voces, el Premio
Célida Cortina de tema comunitario. Su libro Nosotros
los cobardes, escrito en coautoría con Alexander
Aguilar, mereció el Premio
Iberoamericano Cucalambé 2012. En esa misma premiación, obtuvo el lauro del
Concurso
nacional de glosas Canto Alrededor del Punto, con la obra Paráfrasis
del convicto. En el 2016 conquistó el Premio
iberoamericano de décima humorística, otorgado en la 49
Jornada Cucalambeana.
Ingresó en el 2013 al Grupo
Ala Décima para fundar su Filial
en la provincia de Granma. Integró el Jurado
del XVII concurso Ala Décima 2017. Gracias a su gentileza, compartimos este
poema suyo en glosas, donde la chispeante ocurrencia y el alto sentido de la
hermandad van de la mano:
CITA
SERÁFICA, EN LA ÚLTIMA
PEREGRINACIÓN
ANTES DEL RAPTO
Para mi
hermano Alexander Besú, El Francmasón
de turno, y
por supuesto, para el resto de los implicados.
Camino pobre de pies
crucificando mi oda
como el último rapsoda
perdido en la ingravidez.
A. Besú
Nuevamente
voy al puerto
de las
brumas. Sobre el muelle
está el
marino Popeye
junto a
Caronte. Despierto
y me palpo,
no estoy muerto.
Sacudo la
pesadez
de mis
miembros y después
con un lábaro
en la mano
igual que un
príncipe enano
camino pobre de pies.
Me fugo cual
los amantes
por el valle
de los ecos,
Serrano viaja
en los huecos
de mis pies
itinerantes.
Freddy
Laffita, en instantes
se vuelve el
bardo de moda,
Péglez oficia
la boda
de la vida
con la muerte
y Borrego se
divierte
crucificando mi oda.
Todo pasa y
todo queda
detrás de mi
lento andar,
Esquivel se
bebe el mar
y regurgita.
La seda
se vuelve
hierro, la rueda
ángulo, el
pasado roda,
desde una
vieja pagoda
Ale y Ronel
me disparan
y ya muerto
me declaran
como el último rapsoda.
Resucito al
cuarto día,
me hace beber
de un tirón
el cáliz de
la poesía,
y oyendo la
sinfonía
del Concierto
de Aranjuez
brotan alas
de mis pies
y me evado
del presente,
ya,
definitivamente
perdido en la ingravidez.
Imagen: Hombre riendo, de Rembrandt.
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