martes, 13 de octubre de 2015

Raúl Ferrer visto por Roberto Manzano


Maestro de una vibrante
sustancia humana

El poeta Raúl Ferrer venía de los manantiales hondos del pueblo y en su creación lírica regresaba a él continuamente





Qué rico en seres de alta condición humana ha sido el pueblo cubano: en todos los sectores de la vida nacional han brillado hombres y mujeres nacidos y crecidos en las más humildes familias que se han alzado hasta las cúspides del carácter o del talento contra viento y marea, a fuerza vivísima de inteligencia, voluntad y corazón.

El poeta y maestro Raúl Ferrer era de esa progenie: tanto en el magisterio como en la poesía se reveló carne de pueblo, soplo de ese espíritu sacudido por la entrega total. Este breve haz de versos que entregamos al lector lo confirma: el sujeto lírico y el autor tienen la misma trémula biografía, idéntica fusión humana.

Sienta el lector, mientras consume y disfruta los versos, la presencia de una voz que no diferencia imaginación y vida, sueño y justicia, delicadeza y bravura, poesía e historia. Hecho de una sola pieza, reunió la transparencia y la complejidad de la existencia humana, la voz del leve humus y la pértiga del alto sueño.

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Raúl Ferrer (Meneses, Yaguajay, Las Villas, 4. 5. 1915-La Habana, 12. 1. 1993). Cursó sus primeros estudios en su pueblo natal y en Caibarién, donde se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras. En 1935 comienza a trabajar como peón de una cuadrilla en el Central Vitoria, de Yaguajay. Integra el grupo fundador del sindicato. Graduado en 1937 de maestro cívico rural, comienza su larga y fecunda carrera en el Central Narcisa, nombrado Obdulio Morales después del triunfo revolucionario. Sufre en 1938 un violento accidente. Este año contrae nupcias en Caibarién con Raquel Cuesta Méndez. Participa en las luchas obreras y campesinas desde 1949 ya como miembro del Partido Socialista Popular. Trabajó en la organización de la Federación Nacional de Maestros Rurales, de la que fue Secretario General. Su labor en el Comité Gestor Nacional de la Comisión de Unificación Magisterial (CUM) fue muy importante. De la organización anterior nació en 1945 el Colegio Nacional de Maestros, de cuyo ejecutivo formó parte. El Colegio de Maestros de Cuba le edita Romancillo de las cosas negras, su primera publicación como poeta. Obtuvo por oposición en 1953 una plaza de maestro en La Habana. Es inmediatamente fichado por el BRAC y el SIM. Miembro del Comité Socialista de Maestros, sufre cesantías y prisiones. En 1953 participa en la Conferencia Mundial del FISE en Viena, donde denuncia ante el magisterio del mundo el robo del presupuesto educacional en Cuba. Al triunfo de la Revolución formó parte de la dirección del magisterio nacional. Es designado Vice-coordinador Nacional de la Campaña de Alfabetización (1961). Desde 1962 dirigió la Educación de Adultos en el MINED. Como representante de Cuba participa en numerosos eventos internacionales de Educación. Recibe múltiples distinciones nacionales y extranjeras por su larga y meritoria labor como educador. Fue miembro del Partido Comunista de Cuba. Viceministro de Educación. En mayo de 1979 publicó su libro de poemas Viajero sin retorno, por la Editorial Unión.



ROMANCE DE LA NIÑA MALA

                              A mis alumnos del Central Narcisa

Un vecino del ingenio
dice que Dorita es mala.
Para probarlo me cuenta
que es arisca y mal criada
y que cien veces al día
todo el batey la regaña.

Que a la hija de un colono
le dio ayer una pedrada,
y que a la del mayoral
le puso roja la cara
sabe Dios con qué razones
por nosotros ignoradas.

Que de los cinco, tres días
está ausente en la semana,
y los dos que a duras penas
asiste llega atrasada.
Que si la visten de limpio
al poco rato su bata
está rota o está sucia;
que anda siempre despeinada,
que no estudia la lección
y nunca sabe la tabla.
Que el sábado y el domingo
se pierde en las guardarrayas
persiguiendo tomeguines
y recogiendo guayabas…

Y yo pregunto: Vecino
—vecino de mala entraña—,
¿quién puede decir que sea,
por eso, mi niña mala?

Si hubieras visto lo íntimo
de su vida y de su alma
como lo ha visto el maestro,
¡qué diferente pensaras!
Verdad que siempre está ausente,
pero si viene no falta,
entre sus manitas breves
un ramo de rosas blancas
para poner al Martí
que tengo a mitad del aula.

Con quien no tenga merienda
parte a gusto su naranja.
Si cantamos al salir
se oye su voz la más alta:
su voz, que es limpia y alegre
como arpegio de guitarra.

Y cuando explico Aritmética
le resulta tan abstracta,
que de flores y banderas
me llena toda la página.
Y prefiere en los recreos,
cuando juegan a «las casas»,
jugar con Luisa, la única
niña negra de mi aula.
A veces le llama Luisa,
a veces le dice ¡Hermana!
Y cuentan los que lo saben,
que en aquella tarde amarga
en que no vino el maestro,
era la que más lloraba.

Cuando se premie el cariño
y lo rebelde del alma,
cuando se entienda la risa
y se le cante a la gracia,
cuando la justicia rompa
entre mi pueblo su marcha
y el tierno botón de un niño
sea una flor en la esperanza,
habrá que poner al pecho
de mi niña una medalla,
aunque el batey malicioso
me le dé tan mala fama,
y tú —mi pobre vecino—
no entiendas una palabra.



MONÓLOGO DEL MAESTRO
ANTE EL NIÑO


                                       A Belarmino Castilla

Niño, niño:
Si es amarga esta copa de verdades
que sin querer derramo aquí,
échame la culpa a mí.

Si ignoras que en la lluvia, el sol y el viento
cuaja el futuro para ti,
que eres dueño del cielo y de la tierra
que se encienden y paren para ti,
échame la culpa a mí.

Si no supieras distinguir entre una gota
de sangre y un rubí,
échame la culpa a mí.

Si te dije que hay pobres en el mundo
porque siempre fue así;
que el girasol que cuida tu vecino
es más flor que tu mínimo alelí,
y que está hecha de perdón y olvido
la rosa blanca de José Martí,
échame la culpa a mí.

Si te crees que es toda la victoria
la que a caballo conquistó el mambí;
que esos héroes que adornan las paredes
sólo flores esperan desde ahí,
échame la culpa a mí.

Por todo lo que ignoro. Sí.
Por todo lo que ignoro,
y por lo que sabiendo no te di,
aunque mamá te diga que perdones,
échame la culpa a mí!

1957



DÉCIMAS DEL TIEMPO TIEMPO

                                      A mis hermanos

Me duele que pase el día,
no porque me ponga viejo
ni por la tarde que dejo
ni por su melancolía.
Me duele esa paz vacía
cuando la pude llenar
con la fiesta de luchar,
el trabajo, la visita
y con la suerte infinita
de las cosas por crear.

Ah, pero a veces sucede
que buscamos tiempo y no
lo encontramos porque lo
hemos escondido adrede.
Dejar el tiempo que ruede
para buscarlo después,
es una locura y es
jugar a perder la vida,
para ganar la partida
que el tiempo paga al revés.

Cuando abandono el recuerdo
de la sonrisa de un niño
para dar vida y cariño
a la grasa de mi cerdo,
no podré saber que pierdo
ese tiempo en que me canso,
rico y gordo, falso y manso,
en el pantano mullido;
como otro cerdo, vendido
a la muerte y al descanso.

Cuando no estudio ni leo,
ni a los que saben escucho
porque pienso que ya es mucho
lo que sé, conozco y creo,
entonces miro y no veo:
como un animal cualquiera
que frente a la primavera
ve sólo pasto en lo verde
mientras el tiempo le muerde
su color a la pradera.

Hay un tiempo de estar triste,
pero de activa tristeza,
donde llanto no es pereza
que a la siembra se resiste;
pues si lo triste que existe
de muchos enturbia el día,
busquemos su compañía
para tramar y lograr
en ese tiempo sembrar
semilleros de alegría.

Cuando el hombre es la unidad
el tiempo lo pulveriza
en la arena movediza
que es su propia soledad.
Se gana la eternidad
en su presencia más plena
sólo cuando un hombre llena
su eslabón de creador
dando su mano de amor
al resto de la cadena.

En el tiempo va el embrión
que de tiempo se sostiene,
pero el tiempo también tiene
su tiempo de prescripción.
Pone el tiempo en su sazón
lo que el tiempo pudrirá;
por el tiempo que se va
canta otro tiempo en el río,
pero si derrocho lo mío
mi tiempo no volverá.

En el tiempo, el tiempo crece.
Nace el tiempo cuando pasa.
Y en su venero sin tasa
la vena no desfallece.
Sobre su noche, amanece.
Y quien quemándolo va
a la mañana tendrá
los milagros de la espuma:
mientras más tiempo consuma,
más tiempo le sobrará.

Mayor que el cielo tu ramo
y a pétalo por segundo,
en toneladas de mundo
se convertirá tu gramo.
Y si trabajas el tramo
con que el tiempo te convida,
aunque tu tiempo es tu vida
verás un tiempo mayor
donde en la piedra y la flor
dará el tiempo tu medida!

1956



PARADA EN GUARACABULLA


¡Qué dulce debe ser
vivir aquí en Guaracabulla!
¡Junto al guajiro que a los trenes viene
con esa ingenua transparencia suya!

Las lomas azuladas en la tarde,
noche que con los astros se encocuya,
mansa quietud del pueblecito aislado.
¡Sueño sin bulla!

Un día sacaré
mi boletín hasta Guaracabulla.
¡Quiero entrar a vivir el sol tranquilo
que al crucero del tren tanto me embulla!

¡Ojalá no me digan que en las lomas
o en el palmar donde la brisa arrulla,
no tienen los muchachos una escuela
ni permite un señor que se construya!

¡Ojalá no me encuentre campesinos
trabajando la tierra que no es suya,
logrando su cosecha de sudores
para que venga el amo y se la engulla!

Denunciaré esa paz de ruda cáscara
vista con ojo de furtiva grulla,
romperé la quietud del pueblecito,
en el café se formará la bulla.
Dormiré en el cuartel, y al día siguiente
saldré amarrado de Guaracabulla!

1945


Versión original en Cubaliteraria: Poesía de Raúl Ferrer



DEL CONCURSO QUE LLEVA SU NOMBRE:

De Raúl Ferrer (Yaguajay, Sancti Spíritus, 4 de mayo de 1915–La Habana, 12 de enero de 1993), quien fuera además coordinador de la Campaña Nacional de Alfabetización en 1961 —y a quien rindió tributo recientemente el XV concurso nacional Ala Décima por el centenario de su natalicio—, hemos publicado antes los poemas Guayabera, Décimas del tiempo tiempo y Mi querido Frankestén, así como el comentario “Martí, pasión y verdad: la décima de Raúl Ferrer”, por Waldo González López (2008); el tributo del grupo decimista espirituano Toda luz y toda mía en diciembre del 2011, por el Día del Educador; y los homenajes que le rindieron la Tertulia del Sur y el Grupo Ala Décima en mayo del 2012 y en mayo del 2013. También el simpático poema Guajira fiel, dedicado a su hermano de luchas y poesía, Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí.

OTROS HOMENAJES A RAÚL FERRER:



 





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