Allá lejos, tierra adentro
Por Pedro
Péglez González
Fotos de archivo
Fotos de archivo
San José, Colombia, Las
Tunas.— Misleidy Rodríguez Palmero llegó atrasada al Hogar literario: Ya era
noche y el evento había empezado por la tarde. Se disculpó: Acababa de arribar
en un tractor, con su pequeño hijo. Pero excusarse e incorporarse —junto a Miguel
Mariano Piñero, su solícita esposa
Mercy y un grupo de fraternos secuaces— a las tareas de preparación de la
comida para la treintena de invitados, fue la misma cosa. Y así de rápido,
cumplida esa faena de atenciones y la de su propio alimento, desapareció para
volver vaporosa en un vestido fresco y atractivo, que revelaba más aún a la bella
muchacha que es, y partió con el grupo a la lectura poética prevista, para
compartir con nosotros su otra hermosura mayor: la de sus versos.
Cada mañana, cuando el sol
es todavía una promesa de la luna, los residentes en la comunidad de San José
(algo más de mil) salen a su quehacer cotidiano en los campos cercanos o en la
cabecera municipal, el poblado de Colombia,
antes Elia, distante 16 kilómetros, los cuales deben transitar en un camión de
pasajeros por un terraplén abrupto que a los forasteros se nos hace
interminable. Los escritores de San José, por supuesto, no son la excepción, y
varios de ellos cubren casi a diario ese trayecto. Como Marcelo
Leal (en la foto), que forma parte del equipo de especialistas literarios
de Cultura municipal. Miguel
Mariano, en cambio, va en sentido contrario: un transporte lo recoge, también
antes de la amanecida, para recorrer unos 20 kilómetros en dirección opuesta, hasta
la camaronera donde trabaja como técnico de nivel superior. Es decir, a más de 30 kilómetros de distancia de la cabecera
municipal.
Esta es la realidad de vida de los escritores de aquí y de muchísimas
comunidades similares a lo largo y ancho del país. A partir de la formación
literaria derivada de tantas décadas de quehacer de los talleres literarios,
las necesidades y capacidades de expresión en narrativa o poesía son vastas, y
lógicamente están en desventaja promocional por la lejanía de los centros
culturales principales, a pesar de los esfuerzos que se hacen por paliar esas
limitaciones. Esfuerzos de los cuales son protagonistas no sólo las estructuras
regionales de Cultura, sino también los propios autores. En San José, por
ejemplo, el ya mencionado Hogar literario —que acoge peñas y talleres
literarios— radica desde el 2010 en la propia casa de Miguel
Mariano, y en otra vivienda de la comunidad se fundó en 1999 una Casa de la
décima.
El 30 de marzo del 2013, estos empeños cristalizaron en la fundación del
Grupo
de Escritores Rurales (GNERarte), autodefinido como proyecto atípico y
necesario, con creadores de Las Tunas, Camagüey, Granma y Holguín, que eligió a
Miguel
Mariano como su presidente, y a lo largo del año propició peñas, conferencias,
recitales poéticos —siempre en intercambio con la población de los
asentamientos—, dio pasos iniciales en el afán de estudiar las identidades
regionales respectivas, llevó a cabo dos encuentros, creció hasta 47 miembros —incluyendo
de Santiago de Cuba, provincia que no estuvo representada entre los fundadores—,
y realizó el 16 y 17 de diciembre su tercera cita con tres decenas de escribas
invitados, procedentes de las mencionadas latitudes y también de Sancti Spíritus
y La Habana.
EL EVENTO
En la tarde del primero de esos días fue la bienvenida al camión cargado
de escritores, quienes “sin quitarse el polvo del camino” —que era mucho— se
trenzaron en abrazos con los anfitriones del Hogar literario, donde además esperaba
afectuoso y atento el presidente del Consejo Popular, Eusebio, también poeta
decimista, quien fue partícipe activo de todo el evento.
Apenas una hora después, ya la explanada de la escuela local era testigo
de la primera acción artístico-literaria: una amplia tertulia donde actuaron
talentos musicales del plantel y los invitados leyeron poemas e intervinieron
para ofrecer aproximaciones teóricas al tema de la ruralidad, momento que
también aprovechó la poetisa Merari
Mangly Carrillo, presidenta del grupo
de decimistas espirituanos Toda luz y toda mía para hacer pública entrega a
Miguel
Mariano Piñero del lauro colateral que mereció en el II
concurso nacional de esa agrupación, cuya ceremonia de premiación se efectuó en
noviembre.
Esa misma locación acogió, bajo la noche que quiso ser estrellada y
húmeda, una extensa e intensa lectura poética de intercambio entre escritores
locales y visitantes, a la cual acudió, desde la distante ciudad de Las Tunas,
el director provincial de Cultura, Álvaro Caballero, junto con otros directivos
de esa instancia.
Y erró, si hubo alguien que apostara por encontrar en el discurso
poético de los escritores rurales, por su condición de tales, un apego a la
inmediatez paisajística o a la realidad exterior. Nada de eso. En la elevada
proyección estética de estos talentosos creadores predomina la poesía como
introspección existencial y hasta ontológica, de algún modo reflejo de las ya
apuntadas circunstancias geográficas que los condicionan y desfavorecen, y ante
las cuales ponen su empeño de crecerse como artistas de la palabra. Véase ello,
como simple botón de muestra, en esta décima de Miguel
Mariano, incluida en un plegable impreso por GNERarte con textos de varios de sus miembros,
para ser distribuido en este III Encuentro:
Yo
también sentí una guerra
de miedo llenar mi mundo,
viajé al infierno profundo,
temí la sombra que encierra.
Fui duda en lejana tierra
con esa atracción suicida
de volver, y la estampida
hirió el polvo del desierto.
Cedí mis alas al muerto
para volar por la vida.
de miedo llenar mi mundo,
viajé al infierno profundo,
temí la sombra que encierra.
Fui duda en lejana tierra
con esa atracción suicida
de volver, y la estampida
hirió el polvo del desierto.
Cedí mis alas al muerto
para volar por la vida.
O en estos fragmentos de un poema en versos libres de Misleidy, quien como casi todos los mílites de GNERarte cultiva por igual las estructuras
poéticas abiertas y cerradas:
¿Qué es la vida sino
fantasía que nos absorbe
en el espacio subjetivo de la mente?
en el espacio subjetivo de la mente?
¿Cómo confinar al destierro
esta condena de vivir ocultos de sí?
esta condena de vivir ocultos de sí?
(…)
¿Cómo escapar del tiempo,
rezagarnos al olvido
y no ser el polvo de esperanza que ciega nuestros ojos,
la espuma perdida del viento?
rezagarnos al olvido
y no ser el polvo de esperanza que ciega nuestros ojos,
la espuma perdida del viento?
La segunda y final jornada
debió ser más corta, en favor de no abusar del alojamiento que en la primera
noche dieron en sus viviendas los amables pobladores. Pero fue igual una
vehemente y alegre jornada artístico-literaria: Lecturas poéticas y
presentaciones de libros para los residentes del asentamiento, a cargo de
escritores invitados y locales, entre ellos reconocidos autores como Argel
Fernández y Carlos
Esquivel, presidente y miembro, respectivamente, de la Filial
provincial del Grupo Ala Décima en Las Tunas y también directivos de
GNERarte. Y un bailable como colofón, en el círculo sociocultural de la
comunidad.
Al final, unos pocos
pernoctamos nuevamente en el fraterno hogar de Miguel
Mariano y Mercy, para despedirnos, antes
de la amanecida, de ellos y de San José, como humildes hijos de ese poblado,
hacia el camión y el terraplén con rumbo a la cabecera municipal de Colombia.
Íbamos con la certidumbre de que el encuentro nos había hecho, parafraseando al
insigne trovador, un tilín mejores como escritores y como seres humanos. Y con
la certeza de que allá lejos, tierra adentro, palpita y crece, contra toda
adversa circunstancia, la poesía.
Miembros
del Grupo
Ala Décima que participaron en este III
Encuentro de Escritores Rurales: Miguel
Mariano Piñero, Odalys
Leyva, Carlos
Esquivel, Argel
Fernández, Samuel
Perdomo, Modesto
Caballero y Pedro
Péglez González.
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