jueves, 26 de mayo de 2011

La letra en rosa,
ecos de celebración

Sobre el encuentro por su tercer aniversario, nos comenta y envía imágenes la fundadora y conductora de ese espacio singular de cultura comunitaria, la poetisa Luisa Oneida Landín, miembro del Grupo de creación poética de la Fundación Nicolás Guillén y del Grupo Ala Décima


SAL
DANDO DEUDAS

Por Luisa Oneida Landín
Fotos: Magaly Moreno


Tres años transcurrieron para que el más ferviente colaborador de
La letra en rosa pudiera cum
plir su promesa de llegarse con toda su poesía hasta la Finca de Leyva, un sitio entre la vegetación donde crece la tertulia artístico literaria y en cuyas raíces se extienden los lazos del Grupo Ala Décima, que preside Pedro Péglez González, poeta, periodista, historietista, dos veces Premio Iberoamericano Cucalambé de la décima escrita y miembro de la UNEAC.

A esta cita del tercer domingo de mayo, día dedicado a los nacimientos (el tercer aniversario de la tertulia, el 50 de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) y a las madres y padres de toda obra a favor de la protección del medioambiente y por la paz) llegó Péglez bien acompañado de Mileyda Menéndez, poetisa, ingeniera, maestra y periodista, quien en la XI edición del concurso nacional Ala Décima, obtuviera el Premio Décimas para el amor Hermeides Pompa y el Premio de tema erótico por su cuaderno Diario de impúdica locura. De ese conjunto leyó poemas, de uno de los cuales ofrecemos esta estrofa:


MENAGE A TROIS

(Fragmento)


Primero fue
la mano y su tibieza:
Retuvo mi pezón hasta que el labio
deshizo el cerco y demudó el agravio
en húmeda piedad de sobremesa.

Pero la mano se escurrió traviesa
al otro lado de mi pecho inerme
y otro labio se impuso socorrerme
a merced de mis ojos apagados…

(Veinte dedos hurgaban mis costados.
Dos bocas se atrevieron a morderme).


Ataviada de su sinceridad y natural modo de comunicar, esta muchacha de la
vecina localidad de Regla, intercambió con los presentes y sus lectores, su poesía y sus experiencias como integrante del colectivo del periódico Juventud Rebelde, donde atiende la sección Sexo sentido, así como el movimiento de tecleros, seguidores de la columna Tecla del duende.

Fue una mañana de festejos bien ganados por los guiterianos y en especial, por quienes nunca faltan y son tan importantes: Jesús Leyva, Suset, Miriam, los hermanos Alejandro y Ernesto Teuma, Rensoly, Marcelino, Mileny y su niña, Anluvy y su niña, Diana, Isabel, Elizabeth, Alfredo Montoto y su familia (Miriam, Yaima, Liliet, Tony), los trabajadores de la Casa de Cultura, Milagros, Margarita, Eudy y muchos más entre ellos, Magaly y la representación del Departamento de Literatura de la Casa de la Cultura de Alamar y sus talleristas.

No faltó la narración oral escénica con la genialidad de Mirtha Portillo y la música interpretada por los ya de este paraíso: Diana Granda y los trovadores Jorge Mancebo y Valdivia. De la empresa Guzmán vino Tato para complacer a los seguidores de la década prodigiosa. De todo un poco, hubo mangos y cake, muchas flores y estas palabras mías saldando deudas.


Palabras que pronunció en el encuentro el contertulio habitual Ernesto Teuma Taureaux, de 15 años, historietista y narrador, estudiante de 10mo grado en el IPH Julio Antonio Mella:


Existen dimensiones alternas, yo lo sé, lugares donde el tiempo pierde todo el significado y el espacio parece haberse congelado en un instante del tiempo, los habitantes de estas dimensiones son seres extraordinarios, capaces de cualquier cosa, como dioses del papel, del pensamiento, del canto, de la pintura, para ellos no existe límite, “La letra en rosa” es uno de esos lugares. La primera vez que entré en la peña, la primera vez que me vi bajo la sombra y el canto del bambú, abrigado por el suave arrullo de la naturaleza, me sentí sobrecogido, era un lugar diferente a todo lo que había visto hasta entonces y no quería salir, como si fuera un sueño. Nunca olvidaré los rostros de aquellos que conocí en la peña, ni todas las conversaciones que sostuve, ni los encuentros, en los que el plan fue mucho más pequeño que el agradable resultado, ni que anduve con gigantes y gigantas. Pasé momentos de risa, de sorpresa, y de conmovedora belleza en la peña y pude ver que crecí como persona, por eso, a todos gracias. He aprendido a contestar siempre a una sonrisa, a no juzgar un libro por su portada, a escuchar poesía y a ser un mejor ser humano. En el tercer aniversario de este universo alterno de verde y rosado, quiero darle mis más sinceras felicitaciones a Oneida, ella nos aglutina aquí bajo su sonrisa y compañía, y a Leyva, padre de este bosque que nos rodea y a todos, por estar aquí compartiendo estos momentos de felicidad y dejar el mundo real atrás con todos sus problemas. No puedo dejar de mencionar la anomalía rosada que vive en este bosque como símbolo de paz a pesar de estar hecho para la guerra, ese tanque que nos vigila y nos dice que elegimos nuestros destinos, si todos los tanques fueran como él, el mundo se convertiría entonces, en otra realidad alterna.



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