domingo, 31 de octubre de 2010

Péglez visita el Vedado

Por Isbel Díaz Torres
Fotos: Jimmy Roque Martínez

Todos nos quedamos maravillados. La lectura realizada por el poeta cubano Pedro Péglez González en la tertulia literaria Martes de letras correspondiente al mes de octubre, impresionó muy positivamente a los asistentes. A todos nos llenó de infinito goce estético y sentimental.

Este nuevo espacio, que hemos creado en la Dirección Municipal de Cultura de Plaza de la Revolución Frank David Frías y quien escribe esta crónica, no parece haber defraudado a nadie hasta el momento. Nacida el pasado mes de septiembre, la tertulia se inició con la querida poetisa Olga Lidia Pérez, y le siguió hoy con el dos veces ganador del Premio Iberoamericano Cucalambé de Décima.

Para mí fue un reto poder “entrevistar” a alguien tan cercano y querido. Estar comúnmente cerca del renombrado escritor hace que aquello trascendente pueda escapárseme por consuetudinario. Uno llega a naturalizar el genio de aquellas personas a quienes ama. Al menos intenté que eso no sucediera, a fin de que los presentes pudieran conocer un poquito más el fondo de este hombre formidable.

Los poemas, que se fueron intercalando de manera orgánica en la conversación con el bardo, mostraron el amplio registro del autor y el hondo calado de su sensibilidad poética. Textos de sus libros (In)vocación por el paria, Cántaro inverso y Últimas puertas podadas por la nieve resonaron en el portal de la vieja casona del Vedado.

Junto a la poesía, detalles de su arduo trabajo como presidente del Grupo Ala Décima, e incluso de su vida íntima, llenaron esta tertulia vespertina. Los desconocidos vínculos de Péglez con el Vedado fueron revelados allí, historias que emocionaron a más de un contertulio.

Entre los asistentes, además de los trabajadores de la institución cultural sede, destacaban los poetas Alex Pausides y Olga Lidia Pérez, además de dos hermanos de los periódicos Trabajadores y Juventud Rebelde: Francisco Rodríguez Cruz (Paquito) y Jesús Arencibia Lorenzo, respectivamente. Digo hermanos porque junto al primero libro difíciles batallas por el derecho entre los cubanos a una sexualidad plena y diversa, mientras que con el segundo comparto la tierra natal (Pinar del Río) y el duro empeño de hacer poesía. Por si fuera poco, mi vínculo con ambos es responsabilidad exclusiva de Péglez, así que podríamos decir sin pudor que “Dios nos cría y Péglez nos junta”.

Paquito me decía al final que faltó resaltar el trabajo de Péglez como periodista. Yo, por mi parte, pensé que su labor como escritor para niños tampoco fue justamente dimensionada. Tampoco la gigantesca hazaña de mantener el sitio Cuba Ala Décima constantemente actualizado y sustancialmente nutrido fue explicada a los presentes. Mas reconforta saber que siempre habrá motivos de sobra para invitar a Péglez, un hombre que no para de sembrar amor, de estimular a los jóvenes, de trabajar, de crear.

Péglez ha dejado su impronta por acá por el Vedado. Somos afortunados.




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