Crónica de viaje de una expedición de poetas, entre otros, miembros
de los grupos Zona Franca (y su vertiente de artistas plásticos, OMNI)
y Ala Décima, al pico Turquino
Por Karel Leyva
Vicepresidente del Grupo Ala Décima
El pasado 17 de marzo, con el sueño de tocar el cielo de Ala Décima), Amilkar Feria, poeta e ilustrador gráfico, Patricio Martínez, miembro del taller Rolando Escardó, Liván K´weiro, escritor y músico, Amaury Pacheco, Luis Eligio Pérez, Nilo Julián y David Escalona, estos últimos miembros del multifacético grupo OMNI; amigos que al llamado del grupo de trabajo de
Diecinueve horas después arribamos a la indómita ciudad de Poveda, Cos Cause, Heredia, Hernández Millares, Portuondo, Lino Hurrutinier y muchos bardos más, luego de haber realizado los pertinentes intercambios de poemas, comentarios de toda índole, compartir una jarana y el consabido choteo a todo lo humano y divino que una mole de hierro como esa oferta en su periplo por la isla. Teníamos la esperanza de encontrar un transporte para llegar a más de cien kilómetros de la ciudad casi al final del municipio Guamá y a una decena de kilómetros de
Los primeros pasos por el área, el persistente voto de silencio de Amaury, las miradas nuevamente extrañadas hacia nuestras extenuadas figuras y la sonrisa burlona de algunos cuando supieron del anhelo poético que nos había llevado hasta ahí. Finalmente instalados en las cabañas justo al lado derecho del campo Santo de
Así con el arsenal de chistes en plena descarga nos fuimos a las literas esperando que el amanecer nos favoreciera para iniciar nuestra graduación de alpinistas. Una ceremonia tras los primeros sin el asomo del camión fue abierta por los cánticos de Luis Eligio y David sirviendo todos de cuerpo de baile y coro de manera simultánea hasta que al fin a las 6 y 20 minutos de la mañana se escuchó el atronador sonido del dinosaurio que nos acercaría a Las Cuevas, entre risas y un frío que no se portó demasiado agresivo recorrimos la primera distancia y al descender le apuntamos al Curro la hora de recogida casi ocho horas después la cual fue buenamente escuchada por el experto hombre que entendía que jamás sería esa la hora real. Buscamos rápidamente varas de apoyo y tras la explicación del recorrido a realizar junto al guía nos dispusimos a transitar los
Frisando el horario de las dos de la tarde pudo completarse la ascensión y una lectura impensada protagonizó los siguientes minutos K´weiro recalcando a una filmación perdida luego que a sus cuarenta con miles de deseos aún por cumplir estaba ahí y del cofre la memoria dedicó una décimas a los amigos, Amilkar con sus “Dulces Horas”, Patricio con sus versos de despedida a la infancia, el poema Hierro de Luis Eligio y otros versos que se fueron sumando a la silente lectura de Pacheco y la simbólica parada de cabeza de David a los casi veinte minutos de palabra y gesto lírico. A las 2 y 30 de la tarde recomenzamos el viaje ahora descendiendo esos mismos once kilómetros que nos comenzaban a multiplicar mientras el sol aceleraba su caída para regalarnos una linterna lunar que nos guiaría a los ultimos en completar el recorrido cerca de las nueve de la noche, catorce horas después de iniciado el ascenso. Todos entre contentos y extenuados subimos al camión del paciente Curro, quien llegó a la hora citada con el conocimiento de que no sería hasta trescientos minutos que se completaría la llegada de toda la tropa. En todo el recorrido nos repetíamos aquella máxima martiana de que verdaderamente subir montañas hermana hombres, sobre todo por el apoyo que los integrantes de OMNI dieron a los que en peores condiciones quedamos luego de la violenta subida y el menos sofocante y doloroso descenso incluido en ello la ruptura del voto de silencio de Pacheco para ofrecer su apoyo a un compañero.
La llegada al campismo con la preocupación de cómo haríamos para desplazarnos pues los dolores ahora aumentaban y fue necesario administrarnos una dosis alta de analgésicos y antinflamatorios para al menos cinco de los alpinistas el resto del grupo pudo incluso bailar un rato con los animadores del campismo y así tranquilizar a algunos amigos campistas que pensaban con razón que algo nos había pasado. Luego de la cena decidimos pasar revista a nuestras pertenencias y preparar el equipaje pues temprano en la mañana saldríamos para la ciudad de Santiago, esta vez en el espacio libre de la guagua del campismo entre risas, flirteos, emociones encontradas y nuevamente un repaso al paisaje que ahora pudimos disfrutar mejor. Estábamos a la expectativa de qué nos esperaba en la ciudad, cuáles serían los nuevos obstáculos que tendríamos que enfrentar en este viaje pero nada fue suficiente para amargarnos el final del viaje. A nuestro arribo participamos en la lectura del poeta y dramaturgo Marcial Lorenzo Escudero, en la tertulia Cantapalabra, en
Luego de un brevísimo descanso decidimos visitar el cementerio de Santa Ifigenia y el Centro de
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