martes, 15 de mayo de 2012


 



Ruptura
y otredad


Sobre el poemario
Brújula del insomne,
de Adriano Galiano

Todo poeta posee una brújula que lo orienta más allá del tiempo, en el caso de Adriano Galiano González, esa brújula es guía para las noches cuando lo etéreo e insustancial se apodera de su espacio y se convierte en esencia poética. Insomne, pues, el verso marcha a su lado, oscila péndulo único en su pensamiento, atraviesa la noche como una flecha porque flecha es. Parece que el poeta nos dijera, con Goethe desde el infinito de las sombras y el silencio a plena madrugada: “¿Por qué venís a buscarme, entre el polvo, celeste, dulces y potentes cánticos?”

Brújula del insomne
es un libro de hallazgos y acontecimientos no en los ya rudimentarios excesos formales de la décima cubana actual, ruptura con los códigos que por querer ser novedosos han dado en repetirse: excesivos encabalgamientos provocando lo que el Indio Naborí llamó “la décima tartamuda”, registros formales de aparente rompimiento (repetitivos), un formalismo a ultranza justificándose a sí mismo en el hecho de negar la forma clásica por sus rígidos parámetros reconocibles: la apropiación de textos ajenos, el abuso de la llamada intertextualidad, rimas forzadas bajo el rebuscamiento, deslumbramiento ante hechos transitorios que dan lugar a una poética efímera: balseros, jineteras, etc. Ante todo esto el poeta se rebela, busca su propio camino en el espacio meridional de la poiesis, ocurre el rompimiento, en intenciones y resultados, con los creadores de su generación; evidentemente disfruta, goza el distanciamiento, convencido de que su autenticidad es otra. Por estos rumbos resulta oportuno recordar a Víctor Fowler cuando afirma: “El que existan goces y rupturas destinados solo a los elegidos, es uno de los conceptos basamentales de la cultura cubana.”

Lo cubano se universaliza en sus versos con temas que, retomados, resultan nuevos, el ojo y el alma del poeta concurren en los puentes, cuervos, costumbres, ofrendas, árbol, alucinaciones, el final y fin de las cosas así como el final y fin de la vida.

El poeta precisa su espacio vital en la existencia, síntesis y luz en la palabra, premoniciones, el hombre y su circunstancia fundamentan estos versos, así nos dirá: “pero el camino resiste / la osamenta de mi paso”. Cuando antes había escrito: “dónde llevar mi sonrisa / al beso que menos duela”.

Este autor quiere crearlo todo con la fuerza del pensamiento, ocupándose, para ello, con el lenguaje de la mejor poesía contemporánea cubana. Galiano González es ambicioso en sus apetencias, su poética, abarcadora, se inunda con sustentos universales, y sin embargo quisiera más en un intento por resolver el conflicto existencial del hombre. Finalmente, podemos irnos a la par con la más grande de los Henríquez Ureña, Camila, junto a ella interroguemos: “¿Cómo podrá satisfacer su aspiración a probarlo todo en la vida, alegría y dolor, el destino total del hombre (...)?” Dejemos la respuesta al tiempo que será el encargado de dar orientación definitiva a su vida, y con ella, a su poesía.

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