Abierto ventanal
Espíritu inclusivo caracterizó esta edición 22, dedicada a la décima y a Virgilio López Lemus, al tiempo que rindió tributo al Indio Naborí y sirvió de escenario a la constitución del grupo provincial de decimistas
Por Pedro Péglez González
Fotos: Yainel Matías Echemendía
y Arturo Delgado Pruna
Si solo hubiera sido el intenso y cálido intercambio que fue entre poetas espirituanos y de otros puntos del país, ya pudiera considerarse aportadora la Jornada de la Poesía Cubana, celebrada como cada año en esta íntima ciudad de altas ventanas que se asoman a la estrecha acera. Pero su saldo de ganancias espirituales fue mucho más allá.
Esta, su edición 22, se dedicó a la décima y al Doctor en Ciencias Filológicas Virgilio López Lemus (Fomento, Sancti Spíritus, 1946), uno de los más significativos ensayistas y poetas cubanos contemporáneos, a quien se deben, entre otros muchos, ensayos de obligada referencia como La décima constante. Las tradiciones oral y escrita (1999) y La décima renacentista y barroca (2002).
Con estos motivos, las instituciones auspiciadoras —UNEAC, Centro Provincial del Libro y la Literatura, Dirección Provincial de Cultura y Sociedad Cultural José Martí— conformaron un programa que en cuatro días logró conciliar el necesario aprovechamiento al máximo del tiempo con una adecuada cadencia y cuidadosos niveles de inclusividad y variedad.
Entre y perdone Usted fue el título escogido para el sentido tributo a Jesús Orta Ruiz, El Indio Naborí, en un espacio conducido por la casa editora local, Ediciones Luminaria, y en el cual se recibió un mensaje de agradecimiento trasmitido por la familia del emblemático poeta, y los saludos del Grupo Ala Décima y del Centro Iberoamericano de la Décima.
La propia casa editora, dirigida por Luis Mateo Lorenzo, lleva a cabo mensualmente un inusitado proyecto de extensión, con citas donde comparten con el público lector aspectos poco o nada conocidos de la compleja producción de libros. Ese encuentro, nombrado La hora de Luminaria, celebró su primer aniversario dentro del programa de esta Jornada de la Poesía.
Varios espacios de pensamiento, también con amplio espectro, tuvieron lugar en ella, desde una conferencia del poeta y ensayista Alberto Acosta-Pérez sobre Allen Ginsberg y la llamada Generación Beat, hasta análisis puntualmente dedicados a la décima y su tradición, con esclarecedoras intervenciones de Virgilio López Lemus y de otros estudiosos del patio, como Juan Eduardo Bernal y Sailí Alba. Como escritor homenajeado por la Jornada, López Lemus recibió en ella altos reconocimientos de las instituciones de Sancti Spíritus.
Un suceso medular, que de seguro se proyectará en lo adelante para beneficio de la estrofa de diez versos, fue el acto de constitución del grupo provincial de la décima, momento que fue conducido por la poetisa Merari Mangly, también editora y diseñadora de Ediciones Luminaria.
La despedida igualmente estuvo marcada por la singularidad, con una degustación de platos, para todos los participantes, preparados a partir de las alusiones poéticas de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, por el colectivo de la Asociación Culinaria, bajo la tutela de su presidente, el chef Raúl Hernández, también poeta decimista.
La ciudad de altas ventanas asomadas a la acera asistió así, en el espíritu de con todos y para el bien de todos, a la acariciada vindicación de una estrofa no siempre justipreciada, como si revalidara versos de Celestina García, una de sus tantos y buenos escritores:
Abrí loca el ventanal
porque la pasión me urgía.
Era tarde y solo veía
neblina sobre el cristal.
Testigo fui del ritual,
mi cuerpo como escenario.
Las marcas son un rosario
interminable, punzante.
¿Cómo esconder un diamante
robado, mas, necesario?
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