Entre hermanos anda el verso
La tertulia La décima es un árbol estuvo a tono
con las celebraciones de los aniversarios
de la ciudad y de la gesta del Moncada
Por Pedro Péglez González
Fotos: Arístides Vega Chapú
Casi sin quitarnos el polvo del camino, la tertulia. Y casi sin margen para las palabras iniciales de Mariana, por el fondo del recinto entraba Riverón. Y yo me puse en pie de mi asiento de invitado, y fui al hermano, con los brazos abiertos. Fue un comienzo espontáneo, y también fue el final —por el momento— de mis siempre estoicamente disimuladas timideces.
Así empezó este encuentro de julio de la tertulia La décima es un árbol, insertado en el programa por el cumpleaños 321 de Santa Clara —que culminaría dos días después con la entrega del Premio Literario Fundación de la Ciudad—, y a dos semanas de la celebración aquí del aniversario 57 de la heroica gesta del 26 de Julio, el cual ha tenido en esta rejuvenecida villa una bien ganada sede central.
Esta edición de la tertulia, la del séptimo mes del año, estuvo a tono con las celebraciones. Dije allí —y lo confirmo ahora— que como poeta decimista llego siempre a Santa Clara como entra el devoto a una ciudad iglesia. Hay no sé qué de acogimiento en su ámbito cultural, que obra lo inusitado: alguien que, como yo, no la visitaba desde hace diez años y regresa a ella como si nunca se hubiera ido. En todo caso, para no exagerar, me parecía que mi anterior estancia había transcurrido sólo meses atrás.
La ocasión, ahora, se había facilitado por el “azar concurrente” —con su permiso, Don José—: los organizadores del premio literario habían tenido el cariño de pedirme integrar el jurado en el acápite de décima y de invitarme a la celebración por el aniversario de la villa, circunstancia aprovechada por Mariana Pérez para tener en su tertulia a los integrantes de ese trío evaluador.
Por desdicha, María de las Nieves Morales no pudo estar presente por razones de salud y de trabajo, pero Mariana habló de su obra como escritora y como narradora oral escénica en el dúo Ad Líbitum, y leyó un texto de su poemario Otra vez la nave de los locos, Premio Iberoamericano Cucalambé 2002.
Sí pudo estar, por suerte, la santaclareña Carmen Sotolongo, reconocida profesora e investigadora, que nos ofreció un interesante análisis de la poesía en estrofas de diez versos de la autoría del inmenso Eliseo Diego, Premio Nacional de Literatura 1986.
Tiene esta tertulia, asentada en el Museo de Artes Decorativas de la ciudad, un momento que la singulariza: la presentación de La pieza del mes, a cargo de un especialista de la institución. Esta vez fue un precioso abanico del siglo XVIII, ante cuya belleza los contertulios absortos escucharon la explicación conocedora y sin estridencias eruditas.
A su vez, la tertulia singulariza al Museo, con la entrega de décimas de sus habituales asistentes sobre la pieza escogida, con las cuales se imprime luego un Catálogo rimado. No conozco de otra institución de este carácter que pueda ofrecer a sus visitantes documentos tales, donde los versos presentan y describen algunos de sus artículos expuestos.
Por ser yo el forastero, Mariana me hizo centro de su acostumbrado y cariñoso “interrogatorio”. Hablamos en torno a mi quehacer poético, mi poemario (In)vocación por el paria y las interesantes apreciaciones que sobre él escribió el reconocido poeta e investigador César López, Premio Nacional de Literatura 1999. No fue extenso el intercambio, en aras del tiempo, y porque una versión escrita de la entrevista dejamos preparada de antemano Mariana y yo, para ser publicada próximamente en el sitio web de la tertulia La décima es un árbol. Porque —sí señor— tiene hasta un sitio web esta tertulia creada en septiembre del 2007 por Mariana Pérez Pérez, poetisa ella misma, e investigadora, desde el 2009 miembro del Grupo Ala Décima y su representante en la provincia de Villa Clara.
Así, hermanados en los versos los atentos contertulios y los invitados, transitamos aquella tarde cálida de julio en la tertulia La décima es un árbol. Yo, preguntándome de continuo por qué me dominaba la extraña sensación de haber estado allí antes, si era para mí la vez primera. Pero todos, eso sí, con la certeza de que tiene mucha razón Roberto Manzano: "La mejor poesía es querernos".
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