jueves, 18 de febrero de 2010




Aire
puro
que
trasciende


La antología poética Esta cárcel de aire puro, de Mayra Hernández y Waldo González, uno de los títulos de
la Editora Abril en la XIX Feria Internacional del Libro Cuba 2010



Por Pedro Péglez González


Cada vez que aparece una antología, se levanta revuelo alrededor de ella. Pareciera que una y otro son consustanciales.

Vayamos por partes, como hubiera dicho Jack el destripador. La primera: una antología —en este caso, los autores han preferido para calificarla el término panorama— es una “colección de piezas escogidas”, según reza la definición del DRAE, y por tanto solamente puede ser representativa. En consecuencia, es absurdo pedirle que sea totalizadora.

En segundo lugar, una obra de tal carácter hay que asumirla con el agradecimiento adelantado al cual mueve el afán de servicio que preside su conformación: La preparación de una antología, tarea ardua, supone el sacrificio de tiempo para la obra individual, en favor del conocimiento general del espectro de una modalidad o tema determinados. Dicho más claro: hay que tener muchos deseos de prestar servicio para asumir las complejidades y los retos de preparar una antología. Y eso es, ante todo, agradecible.

No quiere esto decir que no pueda ser evaluada, discutida, criticada. Por supuesto, como obra literaria que es en sí misma, puede ser —y es conveniente que lo sea— sometida a juicio en sus resultados. Pero poniendo por delante los dos aspectos antes enunciados.

En tercer término, la forma de ordenamiento que escoge el antologador siempre será discutible, porque son muy diversas las posibilidades en este sentido. Para Esta cárcel de aire puro, Panorama de la décima cubana en el siglo XX, los escritores Mayra Hernández Menéndez y Waldo González López —ambos con larga experiencia y rica bibliografía en estos quehaceres— optaron por presentar a los autores según el año de nacimiento, entre 1900 y 1959, pues se trata de un primer tomo que tendrá continuidad en un segundo, con los nacidos después de ese último año hasta la finisecularidad.

Es una variante, y está bien. Quizá, si hubieran escogido otra, también me hubiera parecido bien. Y es que, más que detenerme en la opción para el ordenamiento, que me resulta asunto secundario, prefiero apreciar la magnitud de la obra, sin precedentes —hasta donde tengo sabido al menos— en la bibliografía con que se cuenta para examinar la ruta crítica de la poesía cubana en décimas.

Estoy hablando de un volumen que registra más de trescientos autores y con ellos recorre toda la geografía nacional; sin desdeñar algunas figuras que cultivaron o cultivan más la estrofa en su vertiente oral, el repentismo; sin reduccionismos, por supuesto, en cuanto a tendencias estéticas; sin excluir, desde luego, proyecciones que asumen la décima no precisamente de una manera convencional.

Quienes firman la selección explican en el prólogo: “De los autores aquí reunidos, hay muchos que utilizan con gran frecuencia la estrofa y otros en cuyo quehacer predomina el verso libre, pero no tienen a menos incorporarla a su otro modo de expresión poética con los mismos valores”.

El abarcador criterio de los antologadores propiciaron esta resultante: Una obra de indudable valor y obligada referencia, a partir de ahora, para estudios de diversa envergadura en cuanto al panorama de la décima cubana en la recién concluida centuria y en la contemporaneidad. En este sentido, pienso, el tiempo dirá, y estoy seguro que su decurso dará a Esta cárcel de aire puro —verso de uno de los grandes maestros decimistas del pasado siglo, Adolfo Martí Fuentes— una ponderación más elevada que la que ahora seamos capaces de otorgarle.

El volumen, con felicitables desempeños de su equipo realizador, con Malvis Molina en la edición y Ranfis Suárez en el diseño, será presentado por la Editora Abril en esta XIX Feria Internacional del Libro Cuba 2010, el viernes 19, a las 4 de la tarde, en la sala Lezama Lima del recinto ferial de La Cabaña. Allí podremos apreciar, al menos por ahora, cómo trasciende de sus páginas el aire puro de la décima. De su proyección influidora hacia delante —por la cual apuesto— se encargará el porvenir.


Versión original en Trabajadores digital


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