miércoles, 13 de enero de 2010

Con décima y trova

(Reseña de la tertulia
«La décima es un árbol»,
diciembre 2009)

Por Mariana Enriqueta Pérez Pérez

La lluvia es fatal en tardes de tertulia, quienes piensan asistir se retractan, y los organizadores sufrimos terriblemente porque siempre queremos que cada encuentro supere al anterior. Esto sucedió el 18 diciembre 2009, todo estaba previsto, se hizo amplia promoción, había muchos amigos deseosos de asistir y, a última hora, se frustró su empeño. Pero los organizadores y asiduos de «La décima es un árbol» somos bastante porfiados y nunca nos amilanamos por gotas más o menos, así que se desarrolló el encuentro y cumplimos el programa.

La sección «Recordando los orígenes» rindió inicialmente un sencillo tributo a los poetas –recientemente fallecidos– Rigoberto Rizo y Ramón «El Profesor» Espinosa, para después tratar el tema «Rafael Alberti: un árbol de su Arboleda perdida» en memoria de su nacimiento, ocurrido el 16 de diciembre de 1903. Como siempre, fue presentada «La pieza del mes» y se distribuyó el Catálogo rimado (Nº 26 y Suplemento Anual 2008-2009).

En el momento principal, contamos con el trovador-decimista –o al revés–, Máster en Geomecánica y promotor cultural, Rogelio Rosales Antúnez (Manzanillo, 1957). Rogelio ofreció su arte por partida doble: interpretó canciones y leyó décimas de su libro inédito Réplicas del trovador, inspiradas en temas del repertorio trovadoresco cubano e internacional. A propósito de otro libro –también inédito–, Minerales en espinelas: décimas mineralógicas, se conversó acerca de este asunto. Y así, entre comentarios, tomando café, recordando a los grandes de nuestra música –Corona, Teofilito, y otros–, leyendo e improvisando décimas (Silverio también estaba ahí), terminó la húmeda tertulia decembrina.


TROVA, DÉCIMA Y ALGO MÁS

Por Mariana Enriqueta Pérez Pérez

Rogelio Alberto Rosales Antúnez. Manzanillo, Granma, 8 de octubre de 1957. Máster en Geomecánica, trovador, poeta y promotor cultural. Durante la enseñanza media, inicia su creación literaria y musical, y se incorpora a un taller literario atendido por los escritores Joel Mesa y Alex Pausides. Desde 1976 integró grupos musicales pertenecientes al Movimiento de la Nueva Trova y a la Brigada Hermanos Saíz; con la brigada artística “4 de Abril” actúa en diferentes partes del país y realiza grabaciones, comparten vida artística y escenarios con figuras de la cultura nacional e internacional, y participan en ruedas de prensa con la revistas Bohemia y Somos Jóvenes. Escribe un poemario con temas épicos. En 1977 inicia la carrera de Geología en el ISMM de Moa, se incorpora al Movimiento de Artistas Aficionados y funda un grupo de música latinoamericana, entre otros quehaceres musicales. Como trabajador, en Holguín (1984), actúa con una brigada artística de las FAR y un trío de trova y humor. Participa en Romerías de Mayo, Fiestas Iberoamericanas, y peñas de la AHS. Compone «La Mayabe en burro», intrepretada por la Original de Manzanillo, y “El Geólogo”, tema musical del 2do Congreso Cubano de Geología. Asiste a un taller literario y escribe décimas. Durante 1996, en Ciudad de la Habana, se vincula a un proyecto de recreación cultural de las FAR. Desarrolla la canción humorística. Se gradúa de Máster en Geomecánica. Es premiado su número musical “Belleza”, creado para la empresa Francel de Dermocosmética Natural. Ya en Santa Clara integra agrupaciones musicales y humorísticas. Estudia promoción cultural, nivel elemental de música, Locución y Diplomado de Sociología. Como creador y promotor, participa regularmente en diversos espacios culturales, junto a trovadores y escritores. Actualmente se desempeña como Administrador de la Casa de la UNEAC en esta ciudad.

El curriculum de este hombre dice, por sí solo, su trayectoria de vida, pero no informa que Rogelio Rosales mantiene inéditos dos decimarios, cuya originalidad lo harían acreedor de premio o publicación, si por fin decidiera revisarlos detenidamente y presentarlos a un certamen o a una editorial. Son libros donde se plasma su «matrimonio» con la mineralogía y con la canción trovadoresca. Sus títulos definen esa relación: Réplicas del trovador: de la trova y mis amigos, y Minerales en espinelas: décimas mineralógicas.

En su preámbulo a Réplicas del trovador, el autor expresa:

En nuestro país es más que convincente la definición feijoosiana del trovador de canturía «ese que hace brillar al hombre, por la sencillez, maestría, la transparencia, la fantasía, la sátira, la pureza, el dolor, la esperanza». Esos que se inician con sus brotes y tanteos en la guitarra y luego fijan su repertorio, su estilo y sus temáticas que pueden ser tanto metafísicas como dialécticas, frescas o grotescas, apacibles o rebeldes, existenciales o de la muerte; el que le canta a la patria, a la política, a la sociedad, a la mujer y al amor...

Y más adelante asevera que su libro contiene «Décimas a tiro de hecho de un cubano que pretende expresarse muy espontáneamente mediante lo que constituye el género poético y cantable más popular en nuestro país».

Sin hacer un estudio pormenorizado de las décimas, conviene resaltar que el libro está dividido en las secciones: «Réplicas de tradición», «Réplicas de Trova Nueva», «Réplicas de Trova Nueva y Nuevos Tiempos» y «Autorréplicas», con lo cual se define la intención cronológica y abarcadora de su acercamiento. Acerca de por qué considera a sus décimas como «réplicas», explica: «Al referirme a la intención de lo que he llamado réplica, no se trata de copiar, ni objetar sobre lo expresado, tampoco establecer una controversia unipersonal con la obra trovadoresca, más que replicón o respondón pretendo ser responsorial y con todo el respeto y gallardía que se merece el felibre».

En el otro decimario, Minerales en espinelas: décimas mineralógicas, deja bien explicado el hecho curioso de que el término «espinela» se aplique a la composición de diez versos octosilábicos, atribuida a Vicente Espinel, y –en Mineralogía– a la combinación natural cuya estructura cristalina está formada por octaedros, que definen la orientación de los enlaces internos y constituye una propiedad muy distintiva de la especie mineral. Las décimas están agrupadas atendiendo a los tipos de sustancias químicas.

Ambos libros parten de una mirada fresca, desenfadada, humorística a veces, pero profunda, a los temas tratados. Uno rinde homenaje a las diferentes generaciones de cantautores que han ido por toda Cuba, y por otras regiones del mundo, dispersando sus cantos. El otro libro se va a las entrañas de la tierra a extraer su naturaleza de minerales útiles y preciosos. Tanto las canciones como las piedras pueden hacer al humano feliz o infeliz, según el uso; pero Rogelio Alberto Rosales ha sabido empapar a los diez versos octosílabos de una sonoridad conceptualizada muy contemporánea, y en ello todos los lectores hallarán una particular felicidad.

Debido a que los libros de Rogelio Rosales Antúnez se encuentran en proceso de terminación y revisión, solamente proponemos estas décimas:


COMO LOS PECES

Hay una lágrima rodando…
Carlos Varela


¿Se salvarán las iglesias
de tanta resignación?
¿El muchacho, la ilusión,
las madres, las peripecias?
¿El equilibrio, las recias
ataduras? ¿Qué careces?
En medio de los reveses
brotan negras, ¡y a rodar!
Lágrimas no son el mar
y nadan como lo peces.


ESPINELA


Aquí de modo casual
se insertan dos Espinelas:
esta que al versar desvelas,
la otra en el mineral.
Y es octaédrica igual,
parece una coincidencia.
Voy a tener la paciencia
de invitarla a una poesía
pues, si no, me quedaría
con un peso en la conciencia.


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