lunes, 29 de septiembre de 2008


De La Guantanamera,
un testimonio
excepcional

Por Olga Lidia Pérez
Foto: Cortesía de
Philip Pasmanick


“Yo fui testigo de cómo surgió esa tonada, esa música, porque yo fui un amigo entrañable de Joseíto Fernández”. Así inició su testimonio Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, aquella tarde del 5 de enero de 2001 cuando acudí una vez más a su sabiduría y gentileza.

Una investigadora habanera nos había solicitado con mucha antelación un espacio en la Casa de la Poesía para presentar su trabajo en torno a La Guantanamera, la mundialmente conocida composición de Joseíto Fernández, y su relación con la décima, pero unas horas antes llamó para cancelar su presentación. Con un público convocado y sin posibilidad alguna de divulgar con efectividad la suspensión, solicité el auxilio del poeta y amigo, Premio Nacional de Literatura, que puso en mis manos su testimonio excepcional.

Nadie como Naborí, cercano a Joseíto y conocedor profundo de la décima y su improvisación, de tonadas e improvisadores.

“La radioemisora CMQ estaba en Monte y Prado. Yo visitaba mucho esta emisora y tenía relaciones bien estrechas con Joseíto Fernández, que era la bondad personificada. Entonces soy testigo de cómo surgió La Guantanamera. La tonada no viene de ninguna música de Guantánamo, sino de una bella mujer de Guantánamo, que por los años en que te hablo visitaba la radioemisora a la hora del programa de Joseíto Fernández, y Joseíto Fernández cantaba La Guantanamera con el estribillo, era una manera de recordarla a ella, de popularizarla a ella, entonces así fue como cogió fama.

“Era un programa de música cubana donde él cantaba puntos cubanos, sones, boleros, guajiras. Entonces cantaba, casi todos los días, unas décimas que terminaban con La Guantanamera, con el estribillo en homenaje a esa bella mujer, que fue una mujer de la vida de Joseíto. Después la tonada sirvió para narrar sucesos sangrientos, trágicos, de celos, de crónica roja. Un programa que se transmitía diariamente en décimas que las escribieron varias personas, varios poetas, entre ellos Chanito Isidrón y yo”.

Ante mi pregunta sobre si ellos también cantaban esas décimas, aclaró:

“No, no, las cantaba Joseíto. Joseíto Fernández hacía toda La Guantanamera, combinándola con un tipo de zarzuela, de diálogo hablado y décimas…”

Eso ocurría en el programa llamado “El suceso de las tres de la tarde”, en la Cadena Azul, y se mantuvo con gran popularidad por no poco tiempo. La Guantanamera devino referencia, símbolo ya en el imaginario popular: si te ‘cantaban’ La Guantanamera, estabas viviendo sin dudas una ‘tragedia’. Así pues, no parecía que existiesen impedimentos para que los poetas repentistas acudieran a una melodía tan popular y tan vinculada a la décima cantada, para acompañar sus improvisaciones. Sin embargo, nunca se usaba tal recurso. ¿Por qué?

“Porque para cantar La Guantanamera —explica Naborí— hay que saber cantar, es decir hay que tener ritmo, hay que afinar. Cualquiera no puede cantarla”.

Y para ejemplificar acude a una anécdota memorable:

“Hay una cosa risueña de La Guantanamera y un poeta campesino que también se enamoró de una mujer, y esa mujer le dijo ‘a mí lo que me gusta mucho es La Guantanamera’. Era José Marichal, que tenía el deber de cantarla y entonces los poetas lo choteaban… —y añadió— ¿Por qué no llamas a Adolfo Alfonso y le pides que te la diga?”

Y Adolfo, Premio Nacional de Música, muy divertido relató que Marichal andaba enamorado y para congraciarse con la joven, cantó por radio, por la CMQ, La Guantanamera, y aquello constituyó un verdadero desastre, porque era en extremo desafinado. Días después, en la propia emisora, en un programa donde se enfrentaban los bandos Rojo y Azul, Rigoberto Riso, el gran poeta humorista de Madruga, en una simpática controversia con el propio Adolfo, comenzó a “maldecirle”, a desearle cosas “terribles”, y terminó aquella décima de manera lapidaria: “…que nunca tengas un real/ y que antes que te mueras/ oigas La Guantanamera/ cantada por Marichal”.

Otro matiz singular, ¿verdad?, de la ya bien nutrida leyenda de la más conocida canción cubana en el mundo.


Publicado originalmente en el sitio web de Radio Ciudad de La Habana.

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