viernes, 10 de octubre de 2008


Naborí, la Isla
y los signos

Por Maykel Paneque


Parecía no. Jesús Orta Ruiz (el Indio Naborí) (1922-2005) estaba presente en el Memorial José Martí donde se le rindió homenaje al 86 aniversario de su natalicio, el pasado viernes 26 de septiembre, en compañía de su esposa Eloína Pérez, hijos, nietos, amigos y conocedores de su trayectoria poética.

La conmemoración estuvo presidida por María Eugenia Azcuy, su asistente personal por casi una década, quién mostró fotos inéditas del archivo de Naborí, y grabaciones de poemas en su voz, al impartir la conferencia “Naborí y los signos de la isla” donde evocó la vida y obra del mayor cultor de la décima en Iberoamérica, un esfuerzo de vitalidad comprometido con los embates de su tiempo, al que asistió sin más lucro que la generosidad, la humildad y la certeza de una honestidad sin límites.

Partiendo de la reflexión de José Lezama Lima “la imaginación, la fidelidad a las grandes causas, la bravura, esos son los signos de la isla”, Azcuy trazó un recorrido desde los orígenes del Premio Nacional de Literatura 1995 (el tema campesino) hasta su legado amoroso, pasando por su periodismo social, las crónicas religiosas y los epigramas humorísticos, estas últimas, facetas menos conocidas.

La especialista naboriana apenas se detuvo, por ser tan conocida, en la legendaria controversia de 1955 que sostuvo Naborí con el otro grande, Ángel Valiente, primero en San Antonio de los Baños y luego en Campo Armada, donde asistieron a esta última más de diez mil personas, y con razón la llamara “La Controversia del Siglo” el investigador canario Maximiano Trapero.

Más bien se concentró en el periodismo social, “reportajes en décimas en los comentaba los acontecimientos de cada día en décimas y distintas formas clásicas”, y recordó, entre otros, el poema Marcha Triunfal del Ejército Rebelde, “el más publicado en Cuba”, especificó, y que fue declamado con una pasión conmovedora por Alicia Fernán, la “Brigadista del Verso Revolucionario” como la llamara Naborí en la dedicatoria de su libro Esto tiene un nombre.

Además, ahondó en las crónicas religiosas del autor de Entre y perdone usted publicadas en la revista Bohemia durante los años 1958 a 1960, y refirió que prepara un estudio que incluirá una compilación de estas crónicas, entre las que destacan Drama y milagro del Rincón, Soy la Caridad del Cobre, Peregrinación, Las promesas, Hermanas de la Caridad y La mañana de Santa Ana.

Al referirse a la poesía amatoria, Azcuy elogió el libro Eros en tres tiempos y los diez sonetos que integran Una parte consciente del crepúsculo, subrayó “su limpia hispanidad” que “da el salto hacia lo universal, elevando su poesía a categoría humana”, y definió el poemario Con tus ojos míos (Premio de la Crítica 1996), como uno de “los más estremecedores del autor”, escrito cuando Naborí atravesaba por una dolorosa enfermedad.

“Para Naborí, el amor es una verdadera elección vital. Con su poesía nos enseña a pensar, sentir y actuar para crecer y experimentar a fondo todo lo que la vida puede ofreceros”, enfatizó la profesora de Cultura Cubana, “es posible interpretar su obra en términos de la duración, la memoria y la intuición. Su percepción del amor se encuentra enlazada con el hecho de amar en un claro deseo de unir cuerpo y alma”.

Al abordar su labor humorística, destacó la fusión de poesía y humor “alejado del chiste grotesco y donde prevalece toda la elegancia que caracteriza la escritura naboriana”. La compiladora de Epigramas de Juan Claro, recordó, además, que estos fueron publicados en Palante, y firmados con varios seudónimos como El criollo, El pícaro madrileño, Indio Ribona, entre otros.

Al finalizar, Adriana y Amanecer Amador interpretaron "La loma del indio" (piano y laúd), "Ay, ay, ay, mima Chela" (piano y laúd) y "Zapateo ilustrado" (piano), todos de la autoría de Adriana Amador.

Parecía no, Naborí estaba presente para conmemorar otro aniversario del Día Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, a celebrarse el 30 de septiembre, día de su nacimiento. Estaba ahí, con nosotros, como una parte consciente del crepúsculo.


Tomado de
Cubaliteraria

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