“Nosotros nos debemos a ella”
Publicado en Periodico 26
Viernes, 30 Septiembre 2016
Las Tunas.— La décima vive hoy su Día en Hispanoamérica, y aunque
ella ha ido tras cada uno de los suspiros del hombre y la mujer, y eso nos
puede llevar a creer que se debe a nosotros, es a la inversa, nosotros nos
debemos a ella. En esta fecha sería justo reverenciarla por su extraordinaria
capacidad expresiva, que nos ha dejado decir mucho y bien.
Como herencia europea se aplatanó en Cuba y ha estado tan a gusto en la
voz de cualquier guajiro o las musas más refinadas de un intelectual, que llama
a la Isla casa y ha sido asumida como su estrofa nacional. Hermosa altura.
En nuestro país de lo mejor que se ha escrito en la poesía de cambio de
siglo (del XX al XXI) fue la décima. Los años 90 trajeron un gran salto del que
aún se respiran reminiscencias, legados, aportes, en una manera de asumirla
desde la intensidad del discurso y la experimentación con su molde, nada
cárcel, nada encierro. Se dinamitó su estructura y le incorporaron cambios
gráficos, sintácticos y sonoros.
Actualmente existe la polémica si esta vertiente anda estancada
o no. Algunos lo aseguran categóricamente al ver como se repiten y copian
estilos e intenciones; y hay quien encuentra lógico el impás debido al largo
período de búsquedas renovadoras cuando le estaban prohibidas tantas cosas.
También están los que no creen en tal retroceso y los que piden una investigación seria que pruebe esa afirmación.
Cada camino tiene algo en común, la preocupación por el verso octosílabo,
un sentimiento que no se ha traducido en inmovilismo, sino en el fortalecimiento de grupos
decimísticos por todo el país que sin saberlo buscan esas y otras
respuestas, pero sobre todo demuestran lo viva que respira la espinela en el
imaginario colectivo y en los esfuerzos creativos de la literatura.
Mientras eso sucede en el papel, la manifestación oral ha seguido
conquistando al público con esa atractiva fugacidad de ingenio, universo que ha
tenido en los talleres infantiles de repentismo diseminados por la nación,
fuente de vida, su puerta segura al futuro.
La décima lo mismo le ha servido al profesor tunero Guillermo Castillo para enseñar a los
niños de Cuba las reglas ortográficas, que a los poetas más encumbrados para adentrarse en aguas profundas.
Las Tunas con su casi cincuentenario espacio de la Jornada
Cucalambeana y el trabajo de la Casa Iberoamericana de la Décima ha visto
de cerca su magnificencia, su arraigo.
No ha importado la subestimación que aún padece, cuando justas literarias
establecidas han mirado con ojeriza los textos decimísticos; no ha importado promesas rotas como las salidas tardías de
los libros ganadores del Premio Cucalambé, el más importante de su tipo en la
Isla. No ha importado nada, la mala hierba no puede impedir que la musical
estrofa levante su corona, y vuelva otra vez a ponernos ante el reto de
asumirla, de poner en sus diez versos lo estremecedor, lo único, lo común, lo
sencillo, lo inmenso... solo el silencio es su enemigo.
Versión original en Periódico 26:
Vea el blog
de la autora: La rendija
No hay comentarios:
Publicar un comentario