Sobre la presentación del poemario
Para otra versión de la ceniza
El poeta y narrador Modesto Caballero presentó el nuevo volumen de versos
de Pedro Péglez González.
Texto y fotos: Carlos Castro Sánchez
Pedro Péglez González tiene la manía de sorprendernos: Dos veces premio iberoamericano de la décima y triunfador en no pocos concursos, este autor sabe ingeniárselas para dar muestras de su constante renovación lírica. Tal es el caso que nos ocupa con el libro Para otra versión de la ceniza, publicado este año por la Latin Heritage Foundation, en Washington, Estados Unidos.
Justamente concebido para ser presentado durante la XXI Feria Internacional del Libro, dicho título fue víctima del bloqueo, pues la agencia de paquetería se vio impedida de traer los ejemplares pertinentes en cumplimiento de las regulaciones prohibitivas impuestas por el gobierno yanqui. Mas la solidaridad suele hacer malabares y así llegaron a Cuba algunos ejemplares de este y otros autores cubanos, todos a cargo de la Latin Heritage Foundation, que dirige Gualdo Hidalgo. Ello permitió su presentación, “en seco”, durante la peña que cada lunes a las 3 de la tarde celebra la biblioteca municipal Tina Modotti, de La Habana del Este.
Si con (In)vocación por el paria (Premio Iberoamericano Cucalambé 2000; Editorial Sanlope, 2001); se le pudo tildar de gongorista, esta vez habría que vérsele en el campo opuesto: como quevediano, en un tema donde viene a abordar la resurrección a partir de uno mismo. Como aseguré al inicio de estas líneas, no deja de sorprendernos; ahora con un quijotismo a toda prueba y el hallazgo de la defensa de la otredad cuando sugiere el abrirnos a la comprensión y respeto a los otros, tal cual sale a flote en el poema Plegaria del otro.
PLEGARIA DEL OTRO
Porque somos el bisonte
que el rumor volatiliza.
Porque somos la cornisa
donde peca el horizonte.
Nos da pasaje el trifronte
a un agua de oscuridad.
Salva, sálvanos, Ciudad,
de la avaricia del viento.
Yo no quiero ser Adviento
pero tampoco heredad
de los que vuelven después
de ser óleo. Yo no quiero
el dominio del velero
de enseñorearse a las 10
de tinieblas. Quiero un pez
predicando luna y mar
bajo el cenit. Quiero un par
de alas de ciervo o una cruz
de gaviotas. No la luz
blanca de Ángel Escobar.
Salta, Ciudad, nuestra altura.
Somos Alonso Quijano
que se escapa entre la mano
de la anunciada escritura.
Salta, Ciudad. Soy fisura
que sordos panes empina.
No busco el mar de Alfonsina
ni el sol de Hernández Novás.
Si no persigo la paz
de sucumbir a la ruina
del espejo, di por qué
una flor me azota el rostro
con su espuma y su calostro.
Ah Ciudad, dime por qué
en el templo de mi fe
se escalona un antifaz.
Líbranos de ese disfraz
de agua que no va a la fuente.
Ciudad, no des a mi frente
las venas de Silvia Plath.
Sálvanos de las esteras
de mi espejismo, ilusión
de amar a Belkis Ayón
con sus manos. A las fieras
que mató Nelio Contreras
dentro de sí. Soy él mismo
que quiere escapar del sismo
antes del trueno. Y el premio
no es más que un dulce proemio
de cómo entrar al abismo.
La puerta, Ciudad, yo cierro
a la palinodia, sombra
que se tiende como alfombra
ante su envés. Yo destierro
la vocación del cencerro
que se alquila. No claudico
de mi pesebre, del pico
de mi cigüeña. Pero en
mi ojo va Jerusalén
sobre el lomo de un borrico.
Si no conozco la voz
de los únicos, Ciudad,
¿por qué vago en la otredad
como una indulgente tos
que se le permite a Dios?
¿Seré, seremos el otro?
¿Somos de veras el potro
que perdona la estación
de los que dicen que son?
¿O son los que son el otro?
Su decimosegundo poemario está dividido en tres partes y en sus primeras páginas encontramos ocho sonetos, los cuales son seguidos de décimas octosílabas, endecasílabas y alejandrinas, así como textos en prosa poética en cuyo interior resplandece el alma decimística. En fin, como bien se señala en la nota de contracubierta, se trata de “una alternativa para la resurrección del hombre, vapuleado por las vicisitudes del conflictivo mundo actual (…) En un desesperado y esperanzado gesto recontextualizador del aserto quevediano —polvo serán, mas polvo enamorado—, el sujeto lírico apuesta por la búsqueda de sus propias fuerzas recónditas para la batalla que, inspirada en el amor al ser humano, le permita renacer…”
Este libro, que contó con la edición de Lourdes González Herrero y Gualdo Hidalgo, puede ser adquirido vía on line a través del link:
Pedro Péglez González (La Habana, 1945) cuenta con varios títulos publicados en prosa y versos. Sirvan de ejemplo Y mis gestos de amor en esta vida (crónicas para adolescentes, Editora Abril, 1982) y Guaminiquinaje (noveleta ¿para niños?, Editorial Libresa, Ecuador, 1999; Ediciones Unión, 2000). De los libros de poesía vale mencionar los decimarios (In)vocación por el paria y Cántaro inverso (ganadores del Premio Iberoamericano Cucalambé en 2000 y 2004 respectivamente; Editorial Sanlope, Las Tunas), así como Donde dice primavera y es otoño (Premio V Juegos Florales, Ediciones Matanzas, 2007; Letras Cubanas, 2009); y el poemario en versos libres Últimas puertas podadas por la nieve (Ediciones Unión, 2005).
Más información sobre la obra de Péglez,
haciendo clic aquí
1 comentario:
Un buen aperitivo para tener la cena completa una vez que me haga del libro; esta es una tremenda oportunidad de leer calidad literaria de un excelente autor y amigo.
M.Eleonor Prado Mödinger.
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