lunes, 11 de abril de 2011



“Una muchacha
nos sorprende
a veces…”

(Sobre el «peligro»
del placer de la lectura
«Como andar
entre panteras»)


Por
Waldo González López

Un poemario de amor. O mejor: Un buen poemario de amor. Ni más ni menos. Dicho así parecerá a algunos una nadería. Lástima por ellos. Pero qué necesario resulta un buen libro de versos en los tiempos que corren. Creo que muchos sabrán el porqué. De todos modos, veamos.

Ahora, cuando particularmente los jóvenes nacen bajo el signo cibernético, de los juegos computadorizados, e-mails, la Internet

Cuando lo último en ciencia materializa a muchos jóvenes en todo el mundo, en tantos aspectos de la vida cotidiana, hasta el extremo de lo posible. (Como sabemos, a numerosos adolescentes les parecen fuera de moda, decadentes, obsoletas, en fin, viejas, todas las expresiones que no estén «en la última onda», y que son, sin embargo, el alimento espiritual sin el que la propia existencia no tendría sentido...

Cuando parecen ya innecesarias u olvidadas indudables ganancias vitales que, a través del arte, la literatura y la sensibilidad contemporáneos, tanto les ha aportado a diversas generaciones…

Cuando, sin embargo, y, en sentido contrario, el feroz, naturalista o romo realismo, sin medias tintas, ganancias, rasgos, aspectos positivos, se roban el tiempo real de la Vida...

Cuando, por fin, todo lo antes mencionado (y mucho más que no cabría en estas líneas) abarca, ocupa y llena la savia humana, pero sobre todo la de los jóvenes, qué necesaria, apremiante y, repito, urgente resulta destacar, publicar, filmar, en fin, divulgar —para aún mejor conocer— las expresiones y manifestaciones espirituales, literarias, artísticas y, en consecuencia, sociales que nos han aportado el pensamiento y el espíritu del Hombre, de Grecia acá, pasando por la cultura romana, lo mejor del Medioevo, el Racionalismo francés…

Por ello, es durante la más plena y dorada de las estaciones humanas: la juventud, el justo tiempo, el exacto instante de ofrecer a los jóvenes los mejores poemarios, filmes, documentales, programas televisivos y radiales y más, mucho más: en fin, todo lo que sensibilice la cruda, hiperrealista y naturalista existencia que a diario acontece en este cada vez más complejo y agreste universo que, a su pesar, resulta hermoso, porque bien vale la pena, en él (y no en otro, porque no lo hay) vivir y disfrutar la (asimismo y a pesar de todo) bella existencia legada. De tal suerte, debemos enaltecerla para un mejor y más pleno disfrute de eso que, a falta de otro vocablo, llamamos como jugando: La Vida.


¿POR QUÉ LA LECTURA DE ESTE POEMARIO?

Como andar entre panteras. Título acertado, porque en no pocas ocasiones así resulta la cotidiana existencia en este complejo planeta, por el cúmulo de arduas inquietudes, graves problemas y constantes preocupaciones de toda índole, que nos asedian. De ahí que bien vale adentrarnos en la grata y satisfactoria lectura de estos textos amatorios de Fermín Carlos Díaz, que nos prometen instantes de uno de los más fecundos y plenos goces humanos: el del amor, el erotismo y otros dones experimentados por mujeres y hombres.

No en vano aseveraría el clásico humorista Groucho Marx, en una de sus cartas al gran poeta T. S. Eliot: «El sexo es algo maravilloso.» Y acorde con ese criterio (con el que todos coincidimos), el autor de este volumen estima que, tan necesaria como la dicha de vivir, la poesía amatoria es esencial para la más plena existencia.

En consecuencia, el poeta nacido en el poblado de La Salud, en 1954, nos recuerda con sus entrañables versos la urgencia de reconocernos en esa otredad integrada por la «otra» cara del dado, el Yin y el Yan, los polos negativo y positivo, en fin, la otra célula que conforma el antiquísimo y siempre dúo Amor-Sexo, en fin, otra forma del amor, si es auténtico.

Claro lo dice el poeta a lo largo de su no tan extenso pero sí intenso libro de apenas setenta y una páginas, en este breve pero válido título publicado por la veinteañera Editorial Unicornio, de la nueva provincia de Mayabeque.

Leamos el siguiente texto, donde deja explícito que «Sin sueños, sin amor», no es posible vivir plenos:


Una muchacha nos sorprende a veces
con sus ansias de amar, con sus afanes
y es diáspora del sueño que nos deja
sin sueños, sin amor,
………………………..sólo un lejano
presentimiento de saber que nunca
volveremos a estar donde estuvimos.

¿Hemos de andar entonces como siempre,
como siempre tan solos y tan solos
que ya no habrá muchachas ni sorpresas?
Los afanes de amar, ¿adónde han ido?


Porque cuando estamos solos, qué triste la existencia, como sabemos y tal corrobora el poeta en estos versos de arriba. Entonces, «Pasan lentos los días de esta vida». Ah, pero si regresa el Amor, qué distinto todo. Pues en esos momentos, todo puede suceder. Leamos y comprobémoslo en el siguiente soneto:


Pasan lentos los días de esta vida,
tú los miras pasar desde una cama
mientras afuera la gente ríe, ama
y un hombre de tristeza se suicida.

Un hombre de tristeza se suicida
y la vida se torna un melodrama:
casi inmóvil lo ves desde una cama
en un frágil no estar que te intimida.

En un frágil no estar que te intimida
algo que vive en ti por todo clama.
Enfrentas cada golpe, la embestida

feroz que se transforma en viva llama.
De súbito tú saltas de la cama
y renaces y vuelves a la vida.


Aunque en el volumen hay una inteligente recurrencia a los inmortales valores de la traditio —no sólo en la praxis y la pericia al asumir con brillantez las formas clásicas: décima, soneto, romance…—, no por ello el autor deja de hacer gala del conocimiento de los más valederos recursos de la posmodernidad que, nunca ausente en estos versos, evidencia la cultura poética del licenciado en Literatura Hispanoamericana Fermín Carlos Díaz. En consecuencia, como jugando (útil elemento posmoderno), nos dice en «Estrés»:


Tres días sin verte, tres
casi al borde de un infarto,
creo que si llego al cuarto
voy a morirme de estrés.
Tres días sin verte… ¿ves
como cuento cada día?
Si llegaras, qué alegría
ibas a instalar en todo.
Mas pasa el tiempo… ni modo,
recojo el alma vacía.


«VIEJAS» MODALIDADES RENOVADAS

La canción —modalidad utilizada para sus textos por algunas de las más grandes voces del verso en idioma español: Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti y Gabriela Mistral, sería asimismo empleada por poetas cubanos, con Mirta Aguirre a la cabeza, como algunos de siguientes generaciones. Entre ellos, he aquí un buen ejemplo con el presente autor.

De tal suerte, Fermín Carlos Díaz —talentoso estudioso de la poesía hispanoamericana y seguidor de tales pautas— recoge este otro canon y lo evidencia en su más reciente poemario con la inclusión de tres excelentes «Canciones».

En el primer ejemplo (la «II»), da fe de lo que digo, al evidenciar, una vez más, la honda experiencia recogida: primero en su carrera universitaria, luego en la continua lectura y el estudio de la mejor poesía de todos los tiempos y, por fin, en sus cuatro poemarios publicados hasta la fecha, como acontece en el siguiente texto:


No sé por qué motivo
vas de la cuerda al viento
y te quedas volando
frente a mí, pero lejos.
Así, distante y cerca,
mujer de mar y fuego,
destrozas mis tristumbres
y echas a andar recuerdos.
¿Por qué no estás ahora
como el pasado invierno
dándome luz, calor,
besos, besos, sí, besos?
¿Por qué tan lejos tú,
brizna breve, reflejo,
perfil que se me esconde
en el lago del tiempo?
No sé por qué motivo
vas de la cuerda al viento
y te quedas volando
frente a mí pero lejos.


UN ALGO QUE QUEDA COMO
ESCUCHÁNDOSE EN EL VIENTO

Así, tal el verso de un clásico preferido por nuestro Nicolás Guillén, acontecerá, sin duda, con los de Como andar entre panteras, el más reciente título de Fermín Carlos Díaz, quien aquí evidencia sus óptimas cualidades en tanto conocedor de la más genuina poesía española y, por supuesto, poeta de valía.

Por eso, una vez más sugiero a los ciberlectores de todas las edades y, en especial, a los jóvenes, la honda lectura de estos esplendentes versos, en los que, parafraseando a un gran lírico: arde el apasionado corazón de un poeta.


Versión original en Cubarte




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