miércoles, 1 de septiembre de 2010



Encanto del verso


Sobre el libro
Cántaro inverso,
Premio Iberoamericano
Cucalambé 2004;
Editorial Sanlope, 2005)





Por
Isbel Díaz Torres
Tom
ado de Esquife


Soy
de los que piensa que los libros de poesía es preciso dejarlos reposar. Esas páginas, si tienen la cantidad precisa de levadura, pueden crecer de modo asombroso o, en caso contrario, sencillamente morir como una libreta mohosa sobre el banco de un parque. Lo primero es lo sucedido con Cántaro inverso, de Pedro Péglez, cuaderno publicado por la Editorial Sanlope de Las Tunas en el 2005, y cuya relectura después de cinco años de su aparición, ha suscitado en mí la necesidad de estas reflexiones.

De afanoso periodista e historietista, Pedro Péglez González (Ciudad de La Habana, 1945) ha devenido (hace rato) en relator imprescindible del proceso de revitalización de la décima escrita en nuestro país. Mas si esto fuera poco, se ha convertido en propiciador y ejecutor a un tiempo, de este “cambio climático” en nuestra estrofa nacional. Es, definitivamente, un poeta de los hondos, de esos cuyos hallazgos estremecen y transforman al que se acerca. Eso ya lo habíamos comprobado en aquel cuaderno que fue un hito para la historia de la décima y la poesía cubanas: (In)vocación por el paria (Premio Iberoamericano Cucalambé de Décima en el 2000). Un libro heterodoxo (según término de César López) en el ámbito de la décima escrita, dotado de una carga tropológica poderosa, y que va de la mano con una “blancura” peculiar.

En Cántaro inverso (Premio Iberoamericano Cucalambé de Décima en el 2004) Péglez mantiene las líneas generales de su estilo, que rompe con el esquema tradicional de la décima y la dota de una morfología caprichosa por momentos, asimétrica en muchos, no obstante persistir una línea comunicacional perfectamente delineada entre el texto y el lector. La polisemia es reina en estos versos, es cierto, ¿pero quién puede decir que eso sea un punto en contra? No hay hermetismo verdadero cuando el espíritu es comunicado.

El poeta da cabida a cuanta forma posible encuentra para sus espinelas, si es que se les puede llamar así a estas construcciones. Encabalgamientos, rimas asonantes, metros variados, uso de términos en otros idiomas, versos partidos sorprendentemente que otorgan un sentido “otro” a la idea. Aquí la forma significa, aunque no siempre haya una deliberada intención de significar. El espacio en blanco, el incómodo adelgazamiento del poema, el zigzagueo de la línea morfológica, y sobre todo, aquellos textos donde la estrofa es convertida en un párrafo y la música engañosa de la rima pierde todos sus contornos; logran esbozar la imagen sin abigarramientos ni artificios. Cuando pareciera estar viendo un evidente andamiaje, en realidad descubrimos el objeto “nuevo”. No es el sapo cantando bajo la piedra, sino la piedra que canta.

En Cántaro inverso el autor refuerza su trabajo característico con el intertexto, y constantemente encontramos referencias a mundos imaginarios provenientes de culturas y mitologías disímiles. Así, en la primera de las secciones: Vindicación de la sed, podemos encontrar apelaciones a nombres tales como François Villon, Poe, Cervantes, Maiakovski, Stephan Zweig, Vallejo y Martí. La manera de leer la experiencia ajena (usualmente trágica) e incorporarla como tragedia propia, buscando (o inventando) los posibles vasos comunicantes, va asentándose en estos textos, que prefiguran ya la total asunción de un sujeto-lírico-otro que tendrá lugar posteriormente en Últimas puertas podadas por la nieve (Ediciones Union, 2005).

La segunda sección del libro: Silencio de la Abadía, es de una gran belleza. Otro universo es recreado aquí. La transmutación de “sufriente que vive en Alamar” a “monje que dialoga con Dios” de tan imposible llega a ser posible. ¿Está enajenado el poeta? ¿Es incapaz de ver su propia realidad circundante? Ciertamente, a veces he extrañado en Péglez esa relación directa con su medio, ese reflejo vívido del entorno social en sus textos. Sartre decía en su famoso texto ¿Qué es la literatura?: El escritor tiene una situación en su época; cada palabra suya repercute. Y cada silencio también. Mas no caigo en la demanda ingenua de algunos, cuyas lecturas del mismo Sartre pueden haber sido superficiales. En otra parte del libro citado, el escritor francés nos dice: Si las cosas son así, se comprenderá fácilmente que tontería sería reclamar un compromiso poético. Indudablemente, la emoción, la pasión misma --y ¿por qué no? la cólera, la indignación social o el odio político--, participan en el origen del poema. Pero no se expresan en él, como en un libelo o una profesión de fe. Al menos no siempre, agregaría yo.

La poesía en muchas ocasiones tiene un acercamiento “oblicuo” a la realidad, algo que sucede con muchas de las artes. En ella se llega al conocimiento a través de la intuición y no por vía analítica. Quizás la mira de nuestro autor no está puesta en el “camello” que pasa cada veinte minutos por entre sus persianas, ni tiene por qué estarlo; quizás esté en las columnas de libros y hojas que no dejan espacio libre en su mesa, en su pared llena de retratos y escritos, en las medallas y sables que moldean su soledad. Quizás tampoco esté allí, ni en la abadía, y sencillamente hace preguntas a Dios porque sabe que no se las responderá nunca. Pregunto (Siempre pregunto)/ ¿Quién crucifica este enjambre? Es bastante probable que el anclaje en la realidad debamos encontrarlo nosotros mismos, apretado entre verso y verso, o en el mejor de los casos, inventarlo.

Estas dos primeras secciones son a mi juicio los mejores momentos de Cántaro inverso. La sección que sigue (Que digan que estoy dormido) bien pudiera verse como una continuación de la primera parte, mientras que la última (Feroz la inocencia) incursiona en el mundo de la infancia. Involucrando a gran parte de los personajes fantásticos de la literatura para niños, procedimiento caro a Eliseo Diego, en este caso a mi juicio el discurso se torna un tanto didáctico y no logra cuajar con el cuerpo precedente. Encuentro que esta sección bien pudiera formar parte de un libro diferente, además de que algunos de los textos que la integran quedan un poco por debajo del vuelo poético alcanzado en el resto del volumen.

No obstante, Cántaro inverso es un libro entrañable. Pienso que el autor aquí llevó sus recursos a los extremos: por otra parte, única manera de avanzar hacia nuevos predios. En varias ocasiones he leído a dúo con él el poema que abre y el que cierra este libro (Pre scriptum y Post scriptum), y en los angustiosos emplazamientos del poeta a Peter Pan siempre me parece encontrar otras claves para otras lecturas de este mismo cuaderno.


Versión original, mediante este enlace, en la revista digital Esquife.

Mediante el link siguiente, versión publicada en Álbum nocturno.


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