miércoles, 11 de agosto de 2010

Las cicatrices
de Irelia Pérez Morales

Premio Iberoamericano Cucalambé 2009


Texto y foto: Waldo González López


Sólo un año atrás, a propósito de la obtención de sendos lauros: los Premios Iberoamericano Cucalambé y el Nacional de Glosas “Canto alrededor del punto”, entrevisté a la poetisa villacareña, residente en Cienfuegos,
Irelia Pérez Morales.

Entonces, Irelia respondía a mi pregunta: ¿Cuántos años llevas escribiendo poesía y, en particular, décimas?: «Escribí desde niña, pero casi siempre poesía “de ocasión”. Hace apenas unos cinco o seis años que decidí hacerlo “en serio” (léase: para alguien más que amigos, familiares y gavetas). Bebí en la fuente de la décima genuinamente tradicional, que escribía –y cantaba– mi padre campesino. También mi único hermano, ya desaparecido, fue un decimista popular, sobre todo en la vertiente humorística; de manera que la estrofa se convirtió en una ventana natural para asomarme a mis propias inquietudes y sentimientos de niña y adolescente. Después la abandoné –o más bien, ella me abandonó– y no fue hasta el 2005 que conformé mi primer intento de decimario Los dados sobre el polvo».

En la XLIII y recién concluida edición del evento (el de más larga vida en nuestro país), le fueron entregados a Irelia ambos lauros en la patria chica del más popular poeta cubano del siglo XIX: el tunero Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, cuyo célebre seudónimo (El Cucalambé) ostenta este lauro, el primero de esta estrofa poética y el más significativo en décima en Hispanoamérica.

Ahora, al leer su volumen ganador: Cicatrices de sal, puedo constatar que las esperanzas cifradas por muchos desde que leímos sus primeros textos años atrás, confirman tales expectativas.

Hay en sus décimas un afán de novedad, de ruptura con los cánones de la variante espineliana que, al valerse de ellos, incluye códigos y modos de la cultura antigua, moderna y contemporánea.

De tal suerte, su poética se nos aparece signada por lo nuevo (y subrayo el término), toda vez que la autora no quiere repetir otros discursos que ella considera gastados, aunque bien miradas las cosas, desde el instante en que se fija una manera de hacer, ya deviene pasado. (El eterno retorno ¿no es acaso otro canon?)

Creo que su poética tiene mucho que ver con otras contemporáneas ─según mi tesis de las tres promociones, en particular, la de los ‘90”, tal definí en una ponencia leída años atrás en el evento teórico de una de las Jornadas Cucalambeanas─. Así, en particular, al leer las suyas, evoco las décimas de María de las Nieves Morales y su excelente decimario Otra vez la nave de los locos, que mereciera el Premio Cucalambé 2002, otorgado por un jurado que presidiera el poeta, ensayista y Premio Nacional de Literatura Roberto Fernández Retamar.

Hay en las Cicatrices de Irelia, sin duda, indudables huellas de la deslumbrante Nave de María de las Nieves, reveladas no sólo en tópicos y temas, sino también en modos y formas de asumir el hecho poético y, en especial, decimístico. De hecho, en varios poemas, parte de epígrafes, exergos o citas del laureado volumen de su colega. Leamos la siguiente, donde se explicita lo que digo:


CRÓNICA DE UN DOMINGO DE AGOSTO

(1945: una ciudad y un sombrero)

Pero es redonda la muerte
como un silencio en la pira de Dios

María de las Nieves Morales


………………1

Baila una armadura rota
sobre el tejado……Alucinan
las ventanas……Ya no trinan
ni los relojes…..¿Quién frota
óxido sobre la nota
del violín?........Adormidera

Vals de Mefisto en la acera
Sobre el columpio sin voz
la muñeca es un adiós

Domingo de agosto……Espera


Más adelante, dedica “Danza con loco” a la propia María de las Nieves y a su “Fábula del loco”, texto asimismo incluido en Nave.

Claro, que esto lo apunto no como un aspecto negativo, sino, al contrario, como recurso de valía, en tanto la influencia de la poética de su colega enriquece la suya.

Dentro del erotismo (que no es, como en el caso de María de las Nieves, uno de los temas centrales de su poética), Irelia aborda el tema gay, algo no comúnmente asumido por los poetas-decimistas de hoy, salvo algunos, entre ellos el también dramaturgo y narrador Abel González Melo en su único libro galardonado años atrás en el Concurso Calendario, de la Editora Abril.

En consecuencia, Irelia, tomando un epígrafe de una canción de Pablo Milanés, escribe en “Nocturno en el Paraíso (sin Eva)”:


Noche……..Luna de sal
…………………………….Crujen las velas
Dos fantasmas se juntan en la popa
dos incendios en una misma copa
donde no bebe Dios…….Los centinelas
dormitan su añoranza de vihuelas
y corpiños abiertos……No hay serpiente
convocando a manzanas…….Arde el puente

Dos hombres que se aman………una piel

(Haz que encuentren su isla……San Miguel
Sáciales en las venas esta urgente
sed de amar cara al sol…….Lleva a la pira
tanta sombra marcada por tabúes
A ras de los prejuicios…….urubúes
sobrevuelan Sodoma
…………………………Ven y mira
Cada tabla es un nido que respira
un silencio de abrazos)


Por fin, con Cicatrices de sal, Irelia Pérez Morales se inserta con madurez en el discurso de género de la décima y aporta un título de valía al ya numeroso grupo de autoras que se dedican a enaltecer, como los poetas-decimistas la estrofa del pueblo cubano, tal definiera la nacional, ya en el siglo pasado José Fornaris, justamente el colegamigo de El Cucalambé.


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