lunes, 16 de marzo de 2009



Donde dice
primavera
y es otoño

Por Odalys Leyva

Caen las hojas desde la poesía y las estaciones ofrecen una emulsión, leves manantiales surgen de una expresión diferente, singular en el espectro decimístico cubano: Pedro Péglez atesora su propia música, su entramado de poemas, que son un sí al verso libre y una razón de ser de la décima. Indagar dentro de su amplia producción poética es descubrir que sin dudas Péglez tiene un modo de señalar hacia lo novedoso, un recorrer cosmopolita que llena sus textos de referencias hacia sitios de afable visita, o un cabalgar sobre el universo latente, allí donde las artes encuentran su contraparte, digamos que bebe en los manantiales más suculentos de las artes plásticas, de la literatura, la música, el teatro y el cine. No son textos construidos, son flechazos que surgen del arco de un poeta, que no pretende organizar su elocuencia, sino que ella por sí sola brota y se ubica. La décima escrita por Péglez no es más que su constante de vivir, de caminar y de expresarse. Convengamos que un poeta trae la décima a su vivir diario, las mismas expresiones de sus textos, ondean en la palabra habitual.

Regodearse con su literatura, es placerse con su mundo hablado, donde la décima flota en el aire, hasta que la mano hábil la lleva al papel y luego a la forma de un libro. Continúa este poeta desafiando las generaciones, siendo joven porque desde los años noventa canta y llora en décimas; pero en unas que ofrecen la ruptura y que se ponen de pie ante el aletargamiento.

Péglez somete los conflictos a los que se adentra, sin quebrantar la hondura y autenticidad de su tema. Juega con las rimas más disímiles, mezclando el español, el inglés y el francés desde un modo a veces conceptual y otras cargadas de un amor real, que alude a un amor de ficción para unir los dos y demostrar la fuerza amatoria de un hombre que reúne sus versos y desde lo mitológico hasta la veracidad de existir, sabe galantear y obtener en su poesía todo el erotismo que encuentra en las musas a las que les dedica sus textos.

Este escritor ha fraguado un talante; su enunciado artístico se pliega y ajusta de un modo específico, con una finalidad conciente y objetiva en la elección de las técnicas léxicas y de las formas sintácticas. En su lenguaje escrito, las palabras, al concernirse unas con otras, ayudan al linaje de la corriente artística y acrecientan lo implícito de un todo. Las frases que él usa en sentido alegórico libran un trascendente papel, así como el manejo de fijados arbitrios léxicos y conmovedores, los cuales consiguen dar existencia y definir su obra. Ese canto a lo suyo, el rumor habanero que ondea por el emporio, él siente que la ciudad lo está mirando y trata de salvarla del naufragio o de un posible olvido. Pero desde allí le canta a Egipto y a sus pirámides, mirando el mundo desde lo alto, legándonos el espacio porque el tiempo aún es un sueño por recorrer.


Las Tunas, 24 de febrero de 2009.


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