Ramiro
Guerra
Sánchez:
Pasión
y cubanía
Entre sus muchos aportes
como intelectual,
fue poeta decimista
Por Juan Carlos García Guridi
Historiador, pedagogo, sociólogo y economista, Ramiro Guerra Sánchez es uno de los más ilustres intelectuales cubanos de la vigésima centuria. Nacido el 31 de enero de 1880, en el cafetal Jesús Nazareno, situado en las afueras del municipio habanero de Batabanó, pasó su niñez y juventud presenciando la devastación resultante de la gesta independentista de 1895-98, en la cual participaron muchos de sus familiares y él mismo adolescente.
A pesar de que con excesiva modestia se autocalificaba “maestro improvisado”, aprobó los exámenes establecidos para alcanzar el bachillerato, y consiguió, en 1900, ingresar en el Curso Especial para Maestros que ofreció
En lo adelante —y para no detenernos en cada uno de sus múltiples aportes, por considerar que más que no ser objeto de nuestro trabajo, son merecedores de una investigación más rigurosa—, son tales sus desvelos científicos que según Julio Le Riverend en ocasión del centenario de su natalicio: introduce en el cuadro de la historia general de Cuba los hechos económicos, sociales y culturales y sus génesis, así como sus relaciones a la manera de componentes o partes de la totalidad del proceso; aun más, reflejando la propensión positivista de indagar en el “ser nacional”, propone explicaciones de la psicología social cubana. En suma, persigue la aprehensión total del proceso histórico, con lo cual deja abierto un camino todavía hoy por recoger, pero como exigencia marxista-leninista de una visión integrada de la sociedad.
Como pedagogo fue tal su relevancia que basta añadir que otro hombre prominente, Ernesto García Alzola, dijo de él: Para hallar otro cubano, antes de
Con estas dos autorizadas opiniones podemos conformarnos un criterio del autor de obras imprescindibles como Manual de Historia de Cuba, Mudos Testigos y La expansión territorial de los Estados Unidos a expensas de España y de los países hispanoamericanos.
Del patriota cabal que fue —so pena de su filiación no marxista— da fe la totalidad de sus obras, sin duda alguna revolucionaria en cualquier sentido del término; y una actitud suya poco conocida en ocasión de
Constantemente reafirma su amor por lo cubano. Cuenta él mismo, refiriéndose al capitán del Ejército Libertador Máximo Dubouchet, amigo de la familia: Recuerdo —tendría Ramiro 15 ó 16 años— que en cierta ocasión llegó a caballo con varios insurrectos más y el Delegado del Gobernador Civil de
Y, al parecer, a la hora escribir este episodio en Por las veredas del pasado, Ramiro estaba conciente del asonante acusado por su estrofa e intentó llamarnos la atención de ello. No obstante, su pasión por la décima quedó patentizada en 1911, cuando en Cuba Pedagógica, revista fundada él mismo, publicó un interesante trabajo titulado ”La poesía popular cubana en la escuela primaria”, donde plantea: por atavismo acaso, o porque el barniz de cultura que he logrado adquirir, no ha llegado a modificar en mí las tendencias y los sentimientos formados en los primeros años de mi vida, pasados en el campo; para más adelante expresar con agudeza: es lo cierto que amo profunda […] y sinceramente las cosas de mi tierra —no me avergüenzo de decirlo— y entre ellos los cantos rústicos y sencillos de nuestros guajiros, en los cuales muchas veces encuentro más sentimientos, más vida y más poesía, que en las sutiles y alambicadas elucubraciones de muchos poetas psicólogos, escépticos y modernistas que hemos padecido y que por mucho tiempo padeceremos si Dios y una crítica digna de tal nombre no lo remedian eficaz y prontamente.
Es curioso cómo alerta sobre una situación que todavía subsiste de algún modo en las letras cubanas; al tiempo que su sola incursión en la décima oral improvisada y cantada dignifica toda una tradición.
Fallecido, en
Publicado en Trabajadores
No hay comentarios:
Publicar un comentario