martes, 24 de abril de 2018

Tres pilares en la Casa de la Décima


Desde Pinar del Río

El hermano poeta Lorenzo Suárez Crespo, desde la Casa de la Décima Celestino García nos envió este reportaje sobre las celebraciones por el centenario de dos importantes poetas vueltabajeros

Este sábado de abril en el Ranchón abordamos la máquina del tiempo, más de un siglo nos separa del nacimiento de dos de los más importantes poetas vueltabajeros, Celestino García Bertrand, el Rey de los Versadores, y Benito Hernández Cabrera, el Viñalero.

La memoria popular, verdadero prodigio de los procesos culturales en el fenómeno de la oralidad, ha hecho posible que buena parte de sus obras hayan sido rescatadas del silencio y del olvido para perpetuar el magisterio, no solo de sus improvisaciones, sino de la espiritualidad, amor por la décima y sentido de cubanía.

El mes de abril es depositario de su memoria existencial que, siguiendo los ecos de las tradiciones y secuencia histórica, acogió en su cronología también a un joven heredero de esas glorias del verso improvisado, Leandro Camargo Pérez, como testimonio de que la estrofa mágica sigue su curso por la geografía cultural cubana con aires de renovación, pero sobre todo de enaltecimiento y perpetuidad.

La Casa de la Décima Celestino García y su Centro de Documentación con las ediciones Amauta no solo rescata, conserva y promueve las obras de estos poetas, sino que permite acercarse a este legado a través de sus publicaciones en plegables, cuadernos y antologías, con la colaboración del Frente de Afirmación Hispanista de México, la Revista Carta Lírica de Miami, Oriflama de España, Guatiní, El Rodante y otras del panorama nacional, Ediciones Loynaz. Además ofrece la tribuna del Ranchón para cantarles y atraerlos en el pensamiento y la voz hasta estos predios en los que cada día se les erige el mejor de los monumentos orales, veneración y gratitud.

Los dieciséis poetas pinareños recogidos en el plegable de abril son exponentes de una rica tradición que hundiera sus raíces desde finales del siglo XVI con los primeros asentamientos humanos a orillas del Cuyaguateje y donde andaluces y canarios tuvieron prevalencia para que, desde entonces, aquel brote versal de una voz criolla y las cuerdas del tiple o una guitarra española fuera hoy enriquecido con nuevos acordes, lo que llamamos el punto cubano, patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Celestino y Benito, raíces que fueron dando savia y fuerza a robustos árboles y en ellos su fruto sonoro de luz, la décima, evocación del poeta Adriel Ceballos Delgado.
 
Bajo el alero de guano
con los versos como luces
encima de esas dos cruces
florece el punto cubano.
La décima es meridiano
de tan venerada unción
y con la misma pasión
que espigan los pinos nuevos
hoy cantamos los relevos
de esta rica tradición.


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