Perpetuará memoria del Indio Naborí
En la Biblioteca Nacional José Martí, a propósito del Día
de la Décima Iberoamericana y cumpleaños
95 de Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, celebración que viene teniendo
lugar en todo el país
Para perpetuar la memoria del Indio Naborí
Por Miguel
Barnet
Tomado de Granma
La Biblioteca
Nacional José Martí, alma máter de la literatura cubana, acoge desde este
jueves en su seno a la Oficina de Investigación y Promoción Cultural Jesús Orta
Ruiz, El Indio Naborí.
Era una deuda
con el cantor de la Revolución Cubana y con el juglar más conspicuo y
prominente de nuestro país. El Indio Naborí, como él mismo se hizo llamar desde
la temprana edad de 17 años, fue un prolífico poeta e improvisador, de lo más
acabado de la espinela y contemporáneo de otro grande del repentismo, su amigo
Ángel Valiente. Sin pudor, sin la más mínima actitud vergonzante, sino todo lo
contrario, Naborí encarnó lo más alto de la décima cubana que engalanó un siglo
atrás Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé.
Nació hace
justamente 95 años en la periferia de La Habana, en el pintoresco San Miguel
del Padrón, donde a pesar de la cercanía con la capital florece el coralillo y
la verdolaga y canta el sinsonte como si estuviera posado en un almácigo de la
Sierra Maestra.
Los
escritores cubanos tenemos que sentir un gran júbilo con la inauguración de
esta oficina, que deberá ser un centro de investigación de lo mejor de la
poesía cubana y un laboratorio de ideas en el cual estamos inmersos todos en
defensa de ese ajiaco con el que Fernando Ortiz quiso definir metafóricamente
la cubanía.
Este no solo
será un sitio de encuentro con lo mejor de la poesía agraria y campesina, sino
con la poesía grande, la verdadera, la que no tiene bridas ni es tendenciosa,
sino simplemente la poesía, la que da el poder de ungir, la que es arpa y
salterio como dijo Martí. Jesús Orta Ruiz saltó sobre la varilla del Cucalambé
y la de sus contemporáneos para experimentar con grandeza el verso libre, el
mal llamado culto, que es a su vez desafiante y retador. El Indio, gentil
amigo, delicado y sagaz, aunque siempre en la dimensión estética más pura, fue
también un poeta de culto. Un intelectual de profunda talla y hondo calado como
pensador. Símbolo perfecto de lo culto y lo popular, de lo clásico y lo
moderno, su libro de mayor impacto, sorpresa para quienes solo reconocían la
vertiente métrica de su rico cauce fue Entre
y perdone usted, joya de la poesía coloquial contemporánea de la Isla.
No podemos
olvidar tampoco su labor periodística, sus reflexiones oportunas en
circunstancias críticas, sus artículos sobre José Martí y Carlos Manuel de
Céspedes, entre otros, y su vocación de periodista de linotipo y noches de
insomnio en las redacciones de nuestros periódicos y revistas más importantes.
Premiado en
vida con la Orden Félix Varela de Primer Grado, la de Héroe del Trabajo de la
República de Cuba y el Premio Nacional de Literatura, el Indio Naborí, autor de
la elegíaca Mañana de la Santa Ana y la Marcha Triunfal del Ejército Rebelde, entre otras,
tiene desde hoy un nuevo nicho de trabajo virtuoso al cuidado de su hijo, el
escritor y cineasta Fidel Antonio Orta, en esta institución. A tiempo la
justicia enaltece el valor y desde aquí se podrá perpetuar su memoria y la
memoria de otros que como él han abonado con su obra el suelo de la Patria.
Versión
original: Para
perpetuar la memoria del Indio Naborí
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