El tributo de Alexis en versos
Poema de Alexis
Díaz-Pimienta, publicado en su
columna en el sitio digital On Cuba,
con motivo de la desaparición física del Líder
de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz
Foto tomada de Trabajadores
CRÓNICA ROTA ANTE LA MUERTE DE FIDEL
I
2016. La
Habana.
En la capital
cubana
todos esperan
diciembre.
Suena la
radio: El que siembre
su maíz
que […] su pinol…
Jóvenes
bebiendo alcohol.
Novios
bailando o amando.
Y turistas
intentando
ser y estar
en español.
Todo parece
normal.
Música. Mar.
Malecón.
Tabacos.
Chatinos. Ron.
Qué bien
esto. Esto qué mal.
Todos en la
capital
desempeñan su
papel.
Y la mesa
sin mantel.
Viva el
harapo, señor.
Qué belleza…
Qué calor…
Y en eso
murió Fidel.
Raúl en
televisión,
serio, detrás
de una mesa.
El peso de la
tristeza
inunda su
intervención.
Dolorosa
transmisión.
Raúl detrás
de un papel.
Mirada con
desnivel.
El tono del
desconcierto.
Y una frase
en vivo: Ha muerto
el
compañero Fidel.
Imagino a los
que estaban
ante los
televisores.
Silencio de
espectadores.
No lo creían.
Dudaban.
Algunos que
despertaban
a los que
estaban durmiendo.
Cuba entera
muda, viendo
a Raúl.
Triste Raúl.
Negro nuestro
cielo azul.
No puede ser…
¿Qué…? ¡Tremendo!
¿Por qué si
siempre supimos
que estaba
próximo el día
nos queda
esta apoplejía
emocional que
sentimos?
¿Por qué,
incluso si admitimos
que tuvo
Naturaleza
la histórica
gentileza
de retrasar
“el momento”
nos queda
este sentimiento
de orfandad y
de sorpresa?
Porque Fidel
es Fidel
y la inmensa
mayoría
de nosotros
se creía
(o cree) más
Fidel que él.
Porque el
asalto al cuartel,
porque el
batistiano infierno,
porque el
tiempo en el gobierno,
porque la
barba y la sierra
y los pobres
de la tierra
y…
“seguramente eterno”.
Raúl dijo,
serio: Ha muerto
el
compañero Fidel.
Y todo un
país, por él,
se ha hundido
en el desconcierto.
Cero alcohol.
Cero concierto.
La gente se
siente mal.
Días de luto
oficial.
Y entre el
llanto y el halago
va de La
Habana a Santiago
el cortejo
funeral.
II
Tu discurso
más largo, Comandante,
de casi mil
kilómetros de largo,
un discurso
silente, triste, amargo,
sin gestos de
orador impresionante.
Tu discurso
más verde, Comandante,
lo has dado
recorriendo la isla entera.
Una urna de
cristal y de madera,
tu casa de
Ave Fénix verde olivo,
recorre tu
país vistiendo, en vivo,
tu mejor
uniforme: la bandera.
III
Me siento sin
palabras, yo que las tuve todas,
yo que
alardeaba tanto de locuacidad.
Me veo
pequeñísimo, mitad de la mitad.
Todas mis
no-palabras son elegías, odas,
loas y
panegíricos… Todos somos rapsodas
hundidos en
el limbo del duro escepticismo.
Yo también
militante del mejor fidelismo.
Yo también
soy Fidel, siempre fui, sin alardes.
Callar no es
ni siquiera la opción de los cobardes.
Callar es
enterrarse cada cual en sí mismo.
IV
Y la urna
cineraria de cedro y cristal que contiene tus cenizas
recorre el
camino inverso de la Caravana de la Libertad
va de La
Habana hasta Santiago en la Caravana de la Eternidad,
surca un país
entero, cruza un camino verde en el que te eternizas.
Entre
cánticos patrios, vítores vívidos y lágrimas mambisas,
la verde
caravana avanza, avanza, avanza, lentamente fugaz.
Se mezclan en
las voces los serios Hasta Siempre y los Descansa en Paz.
rezos
yorubas, salmos, cábalas numerarias e himnos de voz rota.
Y nadie dice
“muerte” y nadie dice “miedo” ni “olvido” ni “derrota”.
Y mirándolo
todo la Muerte se declara legalmente incapaz.
V
Es difícil
ser cronista
de un hecho
así, sin estar.
Prefiero
recuperar
mi Acróstico
fidelista.
Mi homenaje
decimista,
pequeño,
insignificante,
sin discurso
delirante,
sin ocultar,
sin mentir,
es mi forma
de decir:
¡Hasta
Siempre, Comandante!
Comandante y compañero,
hOmbre
lleno de energías.
hoMagno
en fotografías
tomAdas
el año entero.
ComaNdante
y guerrillero.
ComanDante
verde olivo.
ComandAnte
siempre activo.
ComandaNte
retratado.
ComandanTe
eternizado.
ComandantE
al verde vivo.
Versión
original mediante este enlace en OnCuba
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