Y sabor a fruta y pan
Ampliado de Trabajadores
Dos loables preocupaciones como autor literario
parecen animar una importante zona de la creación de Carlos
Ettiel Gómez Abréu (Jagüey Grande, Matanzas, 1978): la literatura para
niños y jóvenes y la que se enrumba hacia el muy serio propósito de hacer reír.
De la segunda, de sus resultados en ella, hay
referencias en los meses recientes: Con la obra Venta de fruta, conquistó el premio de décima en el X Concurso Nacional
de Literatura Humorística Juan Ángel Cardi, donde además le fue conferida
una mención por su texto Elegía al pan.
Luego, en el apartado literario del XXII Festival
Aquelarre obtuvo el premio en décima con un conjunto de estrofas que forman
parte de su libro Ponle sazón a la décima,
que saldrá muy pronto por la Editorial José Martí.
Su quehacer para los más recientes lectores bien
pueden atestiguarlo los volúmenes Los
caprichos del tiempo (Editorial Gente Nueva, Colección Juvenil, 2015),
con el cual alcanzó el Premio La Edad de Oro, en el género de poesía, en la
convocatoria correspondiente al año 2015, Polvo
de hadas (poesía para niños, Ediciones Matanzas, 2012), y Reino de hechizos (la misma modalidad, Ediciones Aldabón, 2014).
Carlos
Ettiel Gómez Abréu es Licenciado en Derecho y se desempeña como instructor
de literatura. Es miembro de la Asociación
Hermanos Saíz y egresado del Centro de
Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Cuenta con numerosos
reconocimientos y su obra se ha publicado en revistas, antologías, además de
los libros mencionados, a los que hay que añadir, en el campo de la poesía para
adultos, Sombras del alma (décima,
Premio Mangle Rojo, AHS, Isla de la Juventud, 2012).
Versos suyos en la estrofa de diez versos los ha tenido Trabajadores en sus páginas. La más
reciente edición —la del 2014— del concurso
nacional de poesía Regino Pedroso tuvo entre sus laureados a
Carlos Ettiel, quien mereció en ese certamen el Premio
Ala Décima por su poema Burbuja
del tiempo, que vio luego la luz en
el periódico, en la plana dedicada como es costumbre a los textos galardonados de
esa cita literaria.
Gracias a su colaboración, presentamos su texto Elegía al pan, que mencionamos al inicio de esta reseña:
ELEGÍA AL PAN
En la
biblioteca vi
y ustedes no
creerán
lo mucho que yo
aprendí.
Su receta dice
así:
lleva harina
del trigal,
agua, levadura
y sal
—cuando lo
estés amasando…
pero me dejó
pensando
un último
material.
Pues sí, en la
receta explican
que el pan
también lleva grasa,
pero al que
compro yo en casa
ni de lejos lo
salpican.
Aunque siempre
al pan critican
que lo marginen
no dejo,
su consumo es
tan añejo
en el historial
humano
—que de tomarlo
en la mano
te das cuenta
de que es viejo.
—Aunque se pone
mejor
mientras más
viejo es el vino;
con el pan, ese
destino
es un cuento de
terror.
—Yo le dije al
vendedor
y me supo
responder.
—Si no quieres
pan de ayer
te aviso de
forma sana:
que habrá pan
de hoy mañana
y te puedo
resolver.
A paso de
caracol
regresaba yo
del kiosco
y unos niños
que conozco
jugaban al
beisbol.
Como iba de
frente al sol,
no vi la bola:
venía
directo a la
frente mía
pudiendo causar
mi muerte
y aunque me
dio, era —por suerte—
el pan de ese
mismo día.
Existe un
cuadro famoso
llamado La
Última Cena,
donde la comida
es buena
y el pan… se ve
muy sabroso.
El fresco se ha
hecho costoso
—además de su
alto vuelo—
porque causa un
desconsuelo
y la impresión
de que hoy dan
exactamente
aquel pan
que usó el
pintor de modelo.
Ese nombre tan
preciso
que al pan da
su distinción
debe ser por la
explosión
que hace cuando
cae al piso.
Les confieso
que indeciso
cuando voy a la
bodega,
como es nuestra
suerte ciega
yo espero un
pan dulce y blando,
mas el tiempo
va pasando…
¡y mi suerte
que no llega!
En el último
ciclón
cuando faltó el
pan tres días…
¡cómo extrañé
las estrías
de su mustio
cascarón!
Por eso qué
discusión
sostuve con una
vieja
que siempre del
pan se queja:
—Señora, ¡no
hable basura
que aunque su
masa esté dura
nadie de
comprarlo deja!
Por no ver al
panadero
en los días del
huracán,
me dio un
descenso de pan
que por poco yo
me muero.
Llegué al
hospital «en cero»;
estaba… que
daba pena,
¡pero que
estancia más buena
tuve en esa
institución
donde me
curaron con
un suero de pan
en vena!
Debido a su
cualidad
de pegarse —el
pan de hoy día—
para la
albañilería
tiene gran
utilidad.
En una
oportunidad
al bodeguero
Ramón,
las sobras en
el cajón
del pan, yo se
las pedí
—y no me mires
así
que es para la
construcción.
Muchos a mi
casa van
a pedirme la
consulta
de lo fuerte
que resulta
una fundición
con pan.
La placa que
viendo están
no se filtra si
le llueve
y aunque el
temporal remueve
las cercas de
más de un metro
—si le echas
pan al concreto
no hay ciclón
que se las lleve.
En la
Ortodoncia «es un tiro»,
le evita un
viaje al paciente:
si quieres
sacarte un diente
muerde el pan y
dale un giro.
A mí me dijo un
guajiro
que en su
sombrero galán
esconde uno
—con afán,
sin que a la
vista resalte—
y al infeliz
que lo asalte
lo amenaza con
el pan.
Te miro, Pan, y
me miras…
provocando el
gran encuentro
a veces desnudo
dentro,
otras, lleno de
mentiras.
Olvídate de las
iras
de mis socios
del trabajo.
Y si te
ofenden, de un tajo
pones la
garganta a prueba
de aquel que a
hacerlo se atreva…
y lo jodes pal
carajo.
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