martes, 28 de abril de 2009


Expediente
decimístico
“La gota
de Francisco
Henríquez”

Tomado de la revista digital Árbol invertido
(En la foto: Francisco Henríquez)


El “correo de la décima” ha sido una costumbre en Cuba, sobre todo en la primera mitad del siglo XX. Los poetas se mantenían en contacto a través de epístolas en décimas, mediando sellos, buzones y carteros. Se estimulaban poniéndose temas o lanzándose retos medio en broma, también medio en serio. Hay ejemplos notables como los de los poetas populares José Ramón Mariscal Marichal y Grandal. Con las nuevas tecnologías de la información, el correo electrónico ha derivado en una moderna variante de aquella tradición de la "improvisación escrita", que por las nuevas posibilidades se hace aún mucho más espontánea, inmediata y dilatada geográficamente. Presento seguidamente un buen ejemplo, un intercambio de décimas acaecido hace pocos días entre un grupo de poetas desperdigados por el mundo. En el centro del "debate" estuvo alguien querido por todos, el cubano Francisco Henríquez, con su sano humor que le permite reírse de los altibajos de su propia salud. El padecimiento: la gota, despierta también el recuerdo de Vicente Espinel.

Francisco Henríquez avisa en un email que, por causa de La Gota, ha estado ingresado en el hospital y se sintió a punto de perder una pierna:


HOSPITAL LATIPSOH


Estuve en el hospital
con el pie derecho, malo,
y pensé en un pie de palo,
de aluminio o de metal.
Del hospital salí igual,
sufriendo el mismo dolor,
pero me dijo el doctor
en su antibiótico harén:
"En cuanto se sienta bien
es porque sigo mejor".


Acude Ivonne Martín (marzo 5, 2009):


Te lo dije: que un mal paso
suele causar resbalón
(en más de una ocasión
ha sido éste mi caso).
Mas no eres soldado raso
en la marcha por la vida,
y contra ti no hay herida
ni lesión que te detenga:
¡DECRETO SANA A LA "RENGA"
Y A "PATEAR" CON FE ENCENDIDA!


Despistado, al oír hablar de entablillar el pie, creyendo que se había armado una canturía y controversia, Francis Sánchez espera que Francisco responda un “pie forzado”:


La multitud te pregunta,
buen Francisco, por un pie,
yo los miro y creo que
hablan de poética yunta.
Por eso en email, adjunta
lección al Doctor he enviado:
Usted metió "el delicado"
queriendo con su guadaña
ponerle en pública hazaña
a Francisco un pie forzado.


Fredo Arias ha asistido al poeta con “Aleve”, jarabe milagroso que Francisco agradece (marzo 8, 2009):


Gracias doctor Fredo

ALEVE

De grave dolor, a leve,
se tornó mi aguda pena,
con la medicina buena
conocida por “aleve”.
Un doctor de otro relieve
(más poeta que doctor)
me dijo que lo mejor
para recobrar mi fe
era aleve... la tomé
y se me quitó dolor.


El cubano y avileño Rafael Solenzar, andando de viaje por España, toma y envía consejo de Miguel de Cervantes:


Menos mal que el buen Francisco
entró y salió por sus pies.
Si la cosa es al revés
y le dan un mal mordisco;
¿cómo patear en el risco
de la isla sus andanzas?
¿cómo asir sus abonanzas
quijotezcas, su poesía?
Gracias a Dios que tenía,
como Sancho, pies de lanzas.


Francisco Henríquez se consuela viendo que su mal no es de pocos (marzo 31, 2009):


El Alma-naque


También a José Julián
le entró la gota en un pie,
pero el hombre tiene fe
y aguanta como un titán.
Los dolores se le irán
como parte del achaque,
y cuando su pata saque
para bailar una jota
comprenderá que la "gota"
le cayó del alma-naque.


La gota --por el embrujo
con que se mete en los pies--
me da la impresión de que es
una enfermedad de lujo.
A mí mismo me redujo
casi a punto de rastrojo:
a Fredo lo tiene cojo
--¡él que no cojeó jamás!--
¡y sabe Dios a quien más
ya le tiene puesto el ojo!


Si este dolor continúa
molestando mi tobillo
como si fuera un cuchillo;
como si fuera una púa:
me buscaré una ganzúa
y comenzaré mi ataque,
para que el dolor se aplaque
y nuevas células broten
antes de que se le agoten
las hojas a mi almanaque.


Envía Ivonne Martín (marzo 31, 2009):


Para Francisco, Fredo, José Julián y demás patidolientes


Aunque “lo mío” no es gota,
pero de sufrir se trata,
me uno a la cabalgata
y les adjunto esta nota.
Pues si la gota rebota
y ataca a mi gente buena,
sin la más remota pena
a la gota yo exorcizo
con un tremebundo hechizo
que a chorros "el alma" llena.


Como tengo fibromialgia,
conozco bien el dolor,
ese indescriptible horror
que nos sume en la nostalgia.
Con perenne cefalalgia
y otras “algias”, día a día,
me levanto en agonía,
mas contra viento y marea,
gota, fibro o lo que sea…
¡triunfará la Poesía!


Brígido Redondo, de pupila fina, ve convertirse La Gota en un nombre propicio para la poesía, la transforma en una gota de agua (abril 1, 2009):


Querido Francisco:

La gota de agua que obtiene/ su principio en la pupila/ resbalándose tranquila/ de un gran dolor nos previene./ Aunque al pie en dolor le tiene/ salta en ojos el quebranto,/ cristaliza el desencanto y en el tobillo se ensaña/ aunque la gota nos baña/ de otro duelo y otro llanto.

Gota que el dolor amina,/ gota dolosa indolente,/ gota de mala corriente,/ gota que necia confina./ Nadie contigo camina/ ni nadie te da la mano,/ que tu aguijón, cabo insano/ es pequeño en su tristeza/ pero en dolor tu grandeza/ es más grande que el oceano.

Gota profunda y severa,/ que intolerante se afina;/ gota que a quietud confina/ apoyado en andandera./ Gota que quieres que muera/ con un duelo poderoso/ que en mí escalda pavoroso, / me tienes seco y tullido/ con un hinchado tobillo/ en el "Club del Gran Gotoso".


Francisco responde a Brígido:


EPIGRAMA

Don Juan --que nunca cojeó
cuando corría en la acera--
tiene una horrible cojera
y hoy cojea más que yo.
¡De dónde don Juan cogió
su cojera, es un misterio!,
pero yo lo tomo en serio
porque una dolencia así
nos pone una pata aquí
y la otra en el cementerio.


Fredo Arias, que antes había recetado “Aleve”, ahora cursa un pie forzado a Ivonne, la invita a malarizar en beneficio del pobre Francisco (abril 1, 2009):


Amiga Ivonne, ahí le va una redondilla para que la malarice:

José Julián y Francisco
por orden de un gran doctor
se abstendrán con gran dolor
de ingerir ningún marisco.


Ivonne se pone en acción, invoca los poderes mágicos del monte, de las plantas (abril 2, 2009):


José Julián y Francisco,
por orden de un gran doctor,
se abstendrán con gran dolor
de ingerir ningún marisco.
Porque la gota es arisco
mal que impide caminar,
lo mejor será cerrar
la boca ante ciertos platos...
están bien los arrebatos,
¡mas NO los frutos del mar!


El rey Felipe II
andaba siempre aGOTAdo
con un pie desconchinflado
cual un velero errabundo.
Para paliar el inmundo
trastorno que los afecta,
no habrá solución perfecta,
pero se evitan los males
comiendo más vegetales
y fruta fresca y selecta.


Cariños a todos

Que aunque sean celestiales,
comamos más vegetales.


Francisco, ante la veda de mariscos y otras delicias que se le anuncian, siente que con él se cumple otra vez lo que ya descubrió Adán en un jardín: el alimento prohibido es el que más relumbra y ninguna especie sazona mejor que el apetito (abril 2, 2009):


Yo creo que un buen tequila
fuese una excelente cura
para este mal que me dura
más de una noche intranquila.
Cuando el almanaque apila
los escombros de los años
después de los desengaños
y más de un amor tener,
a uno le da por comer
los mariscos más extraños.


Los frutos aventureros,
aquellos que son prohibidos,
son los más apetecidos
por casados y solteros.
Del mar degusto los meros,
langostinos y langostas,
más si me ponen angostas
las comidas con la veda,
entonces nada me queda
que ir a buscar a tus costas.


Pedro Alberto Assef, cubano, avileño, envía lírico diagnóstico desde Estados Unidos, donde dirige el Taller de Poesía Hispana en Carolina del Norte:


A Francisco Henríquez, entre dos gotas


Francisco, ya no es la gota
que fue dejando el rocío
en tus ojos, cuando el río
se te hizo mar. La que agota
tu paz la viste remota
pero llegó de repente.
Así que tórnala, ardiente
verso, sabana, ilusión.
Súbela a tu corazón,
hazla silencio en tu frente.


Francisco responde a Assef (abril 5, 2009):


Mi gota ya no gotea,
pero la gota de Fredo,
—esa que le llega al dedo—
parece que sigue fea.
¿Habrá que aceptar la idea
de vivir con el dolor
porque lo dice el doctor?...
¿Y no comer langostino
con buen vaso de vino?...
¿Y qué hacer con el amor?


¿también se queda sin juego
y muriéndose de magua?
¿Dónde hallaremos el agua
para apagar este fuego?
Con tanto desasosiego
casi se me pierde el trillo
y no veo a un doctorcillo
que aunque sea por piedad
con sus manos de bondad
me entablille este tobillo.


Desde las islas afortunadas, Canarias, envía un elixir María Jesús Lozano Cáceres (abril 13, 2009):


Para el pobre Francisco y todos los que sufren de " goteras”


Esa dieta rigurosa
la podrás seguir en casa
eliminando la grasa
y la comida sabrosa.
¡Adiós comida copiosa!
sobre todo en la cena.
Cuando la charla es amena,
en los fines de semana,
en cualquier fiesta o jarana,
¡eso será una condena!


Ivonne Martín, quizás después de consultar la Carta Athenagórica (o crítica del sermón del Mandato) de Sor Juana Inés de la Cruz, le envía a Francisco su “Dieta antigótica” (abril 13, 2009):


Después de breve consulta
con la Madre Superiora,
creo que llegó la hora
de soltar la catapulta.
Es una dieta que indulta
a quien padece de gota,
y que la artritis derrota
porque a través de los años
viene reparando daños
por ser de ciencia remota.


Primero, en el desayuno,
arándanos o manzana
(banana a media mañana
con cereal y son montuno);
pues ya lo dijo Unamuno
(o en realidad digo yo)
que la música nació
para combatir los males
con frutas y vegetales
(¡pero langostinos no!).


En el almuerzo, pechuga
de pollo o pavo está bien;
rábano y apio también,
tomate y fresca lechuga.
No tendrá ninguna arruga
ni en el alma ni en la piel
quien combina con laurel
en su favorita taza
una pizca de mostaza
y un dulce chorro de miel.


De cena, muchas verduras,
piña fresca y requesón
(permitido un atracón
de cerezas bien maduras).
Tengo algunas otras curas
que datan del medioevo,
y a asegurar yo me atrevo
que Paco, Fredo y José
recuperarán su pie
¡tal como si fuera nuevo!


Un doctor de verdad, Orlando Tijerino, se aparta del canon vegetariano y receta una más suave, pero muy relajada terapia (abril 13, 2009):


A eso agregue, don Francisco,
un buen chorro de aguardiente
que le pase por el diente
hasta que se ponga bizco;
si no tiene, pues el pisco
le rinde idéntico efecto.
Según afirma un selecto
grupo de sabios de antaño,
pues si no le quita el daño
¡se sentirá usted perfecto!


Francisco Henríquez, entusiasmado por el parecer del doctor Tijerino, intenta bajarse de la cama para poner pie en polvorosa y salvarse de la dieta que Ivonne Martín insiste en aplicarle (abril 13, 2009):


Don Orlando Tijerino:


Yo he pensado que la dieta
de Ivonne es un poco fuerte;
es preferible la muerte
que seguirle su receta.
De ningún modo un poeta
puede vivir sin un trago...
Si quiere hacerme un halago
págueme un trago y me halaga,
¡pero si usted no lo paga
yo mismo cojo y lo pago!


Por último, ha acudido en ayuda de todos el gran investigador José Julián Labrador (Premio “José Vasconcelos 2008”), demostrando que la gota en cuerpo de poeta es huésped muy antiguo. Trae un poema del siglo XVI, lo curioso es que se trata precisamente de otro tipo de “décimas”, un ejemplo de los antecedentes de la variante estrófica que después iba a ser fijada y endilgada a Vicente Espinel. Demuestra entonces, al desgaire, otra verdad: que así como a la gota nadie le pondría por nombre “espinota”, aunque se sabe que Vicente Espinel tuvo esta enfermedad, pues venía de antes y él no la inventó, quizás tampoco a la décima debiera decírsele “espinela”, aunque se sabe que él también la escribiera, porque tampoco fue su invento. Fíjense, en el siguiente poema de 1550 (más de cuarenta años antes de Vicente Espinel publicar sus Diversas rimas), que si hiciéramos pocos movimientos de versos hacia arriba y hacia abajo tendríamos la misma estructura de la rima que Lope de Vega recomendó llamar “espinela” (abril 12, 2009):


Parece que la maldita "gota" es una enfermedad bien antigua. No se libra nadie. Aquí tenéis un poema que el simpático toledano Sebastián de Horozco escribió hacia 1550. Sus agudos poemas pronto los veréis en el Cancionero que estamos editando. Algunos "Vasconcelos" ya conocéis un avance del libro. No sé cómo pasar este correo a la larga lista de feligreses, si alguien lo sabe que, por favor, lo haga. (José Julián Labrador)


EL AUCTOR A VNOS AMIGOS SUYOS, QUE LE PREGUNTARON QUÉ ENFERMEDAD HABÍA TENIDO Y CÓMO LE AVÍA IDO

Quando más seguro estava
de hospedar viejos humores,
y al tiempo que no pensaba,
me llaman dando a la aldava
unos malditos dolores.
Lo primero en las rodillas,
que estavan sin armaduras,
y luego en las espinillas,
los hombros y las islillas [1]
y todas las coyunturas.


A los pies me echaron grillos
y avn esposas a las manos,
los braços y los morzillos [2]
tinién vnos dolorçillos
avnque eran algo livianos.
Unos dizen que era el grillo [3],
pero más çierto fue gota;
y entre tanto sin sentillo
se me hinchó el vn tobillo
y vna mano como bota [4].


Hartas vezes me he purgado,
y al fin Dios sabe los fines,
y tanto me he xaropado [5]
que vna botica he vaziado
y henchido mil baçines.
Y viéndome así tan malo,
determiné muy aýna,
no con viçio ni regalo
tomar ell agua del palo,
que es muy buena mediçina.


Comiendo de almendra y pasa
no todo lo neçesario,
vna raçión bien escasa
con toda medida y tasa,
y así pasé el treintanario.
Así que ya, Dios loado,
por agora la dolencia
ha días que me ha dexado,
y quedo muy bien purgado
si no buelve a reinçidençia.


[1] ‘Axilas’, cfr. nota al poema 1.

[2] ‘Parte carnosa del brazo, desde el hombro hasta cerca del codo’.

[3] ‘La sífilis’. Vid. nota 1.

[4] Locución comparativa, todavía viva en muchos lugares, conocida desde antiguo: “á un perro suyo picóle una víbora en el hocico; hinchósele la cabeza como una bota”, Fray Reginaldo de Lizárraga, Descripción breve (1605), pág. 535.

[5] “El Comendador Griego, catedrático en Salamanca, que murió de mucha edad, nunca se curaba por parecer de médico. Estando enfermo, fue importunado de muchos amigos que llamasen un doctor, el mejor que había en Salamanca. Y, desque le hubieron hecho relación de la enfermedad, y tentó el pulso y vio la urina, mandó que tomase unos jarabes. Y, como los trujeron, mandó a un mozo que los echase en un bacín y los guardase. Y cada día, como los traían de la botica, los mandaba echar allí. Pareciéndole al doctor que estaba ya bien jaropado, ordenó una purga; la cual él mandó echar con los jarabes. Visitándole el médico, preguntóle si había purgado. Mandóle mostrar el bacín. Y, como le vio, dijo: -¿Qué le parece a vuestra merced qué cosa tan mala tenía en su cuerpo? Respondió: ‘Y aun por ser ello tal, no lo metí en él’”, Santa Cruz de Dueñas, Floresta Española (1574), pág. 200.


Versión original en la revista digital Árbol invertido

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