Sobre
las decimistas
tuneras
Por Mayra Hernández Menéndez
Es una verdad de Perogrullo afirmar que Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, es la figura cimera de la poesía popular cubana, y dentro de ésta, la décima, en el siglo XIX cubano. Tuvo sus seguidores, imitadores, detractores, como todos los que de una forma u otra resaltan por su talento natural.
Y justamente por ser esta notable figura un hijo de la tierra tunera, ha devenido símbolo de la décima en ese territorio.
Desde El Cucalambé hasta la fecha han surgido nombres que han enaltecido esta estrofa, hasta darle, ya en nuestros días, el lugar que siempre le ha correspondido, a pesar de sus aún existentes detractores que se atreven hasta negarle su valor como poesía.
No obstante, si de verdadero desarrollo de la décima se trata, éste debe ubicarse, en su mayor auge, en el pasado siglo XX, y con mayor énfasis en las tres décadas finales de esa centuria.
Nombres clave son, sin duda, Jesús Orta Ruiz (Indio Naborí), Adolfo Martí Fuentes y Raúl Ferrer. Otros poetas de indudable valía también la incorporarían a su quehacer: Nicolás Guillén, Ángel Augier, Leoncio Yanes, José Irene Valdés, Isidoro Núñez y otros que fundamentalmente dedicaron su quehacer al repentismo, como Justo Vega, Adolfo Alfonso, Angelito Valiente, por sólo citar algunos. Sin embargo, en esta época, por Las Tunas, quizás el nombre que más haya sobresalido es el de Gilberto Rodríguez (quien no escribió sólo décimas), algo contradictorio, teniendo en cuenta el antecedente cucalambeano en esta estrofa del pueblo cubano, como según afirman la denominó Fornaris, aunque, en puridad, este panorama se podía apreciar en todo el país, ya que aún persistía cierto rechazo hacia esta forma clásica tan empleada en el siglo XIX.
Pero este panorama da un giro total tras la aparición, en 1971, del decimario Alrededor del punto, de Adolfo Martí Fuentes, con el que había obtenido, ese mismo año, el Premio 26 de Julio. A partir de entonces se abrieron nuevos caminos por los que han transitado, hasta el momento, tres promociones de poetas-decimistas —término acuñado por el también poeta tunero Waldo González López— que, al mismo tiempo, daban a conocer sus textos y publicaban libros.
Una larga relación de nombres sobresalen en cada una de estas promociones (y ya casi pudiera hablarse de una cuarta promoción), pero como el tema que nos ocupa está ligado a la décima en Las Tunas, pudiéramos citar, entre los de la primera promoción, a Renael González Batista, Antonio Gutiérrez Rodríguez, Ramiro Duarte y al propio Waldo González (aunque desde hace años vive en
Juan Manuel Herrera, Adalberto Hechavarría y Antonio Arias se han destacado en la segunda promoción, mientras que a la tercera pertenecen poetas como Carlos Téllez Espino, Daniel Laguna Labrada, Borrego Aguilera, Adriano Galiano, Alberto Garrido Rodríguez, Domingo Mesa Acosta, Jorge Luis Peña, Carlos Zamora, Leonel Pérez Pérez, Ray Faxas y Osmany Oduardo (estos cinco últimos ya residentes en Ciudad de
Si miramos un hipotético mapa de poetas-decimistas de toda
El auge de los Concursos dedicados únicamente a esta estrofa, en particular El Cucalambé, justamente en Las Tunas —ganancia que la décima ha logrado, pues siempre ha estado (y sigue estando) en desventaja cuando tiene que «competir» con otras formas métricas y, sobre todo, con el verso libre— ha promovido la aparición de nombres y decimarios escritos por poetas-decimistas de distintas provincias, fundamentalmente, Villa Clara, Holguín, Ciego de Ávila, Matanzas,
No obstante, a partir de la década del 80 del pasado siglo el discurso femenino en la décima recibió un impulso renovador, a través de voces que comienzan a darse a conocer en esta etapa, tanto en encuentros literarios, concursos y publicaciones periódicas, como a partir de la aparición de decimarios que han visto la luz gracias a la labor realizada por las Editoriales provinciales, en particular
Y, sin duda, ha sido una ganancia para la décima el auge del discurso femenino en esta estrofa. Ejemplos pudieran citarse en toda
No obstante, es preciso destacar que el peso mayor de este discurso recae en la zona oriental, y muy en particular, en la provincia de Las Tunas.
En el 2004 tuve la suerte de que la Editorial El Mar y la Montaña, de Guantánamo —gracias al apoyo de su directora, Mireya Piñeiro, también destacada poetisa-decimista—, publicara una antología que preparé y prologué bajo el título de Confesiones de Circe (Poetisas-decimistas orientales), en la que reuní treinta y dos creadoras.
De ese total, se hallan en mayoría (más de la mitad: dieciocho), precisamente, las poetisas tuneras (que han nacido en la provincia o han desarrollado allí su quehacer cotidiano y literario). En el orden en que aparecen en este volumen están los nombres de Mayda Elena Anias Martínez, Alicia Batista Piñón, María Liliana Celorrio Zaragoza, Diana Cervantes Almaguer, Reina Esperanza Cruz Hernández, Ana Rosa Díaz Naranjo, Nuvia Estévez Machado, Teresa Fonseca Valido, Irma Rosa Govín Fernández, Yilian Hernández Barton, Delia Hernández González, Ana del Carmen Pérez Batista, Martha Pérez Leyva, Carmen Hermeides Pompa Tamayo, Amparo Ramírez Alarcón, Xiomara Maura Rodríguez Ávila, Danaisa Rojas Ochoa y Niurbis Soler Gómez.
Éstas son sólo las poetisas que pude incluir en esa antología. Y en el prólogo aclaro que “no están todas las que son”. Incluso actualmente hay nuevos nombres de jóvenes, casi adolescentes algunas, que están escribiendo una décima de una calidad extraordinaria, que he podido comprobar en algunos concursos en los que he participado como jurado.
Sin pretender caer en regionalismos (pues no soy tunera, sino habanera), ni en “feminismo” a ultranza, no creo que haya otra provincia en la que se reúnan tantas poetisas que escriben décimas, aun en comparación con los poetas. Por eso esta es, sin la menor duda, una ganancia de Las Tunas.
En el aspecto formal, el despertar del discurso poético-decimístico femenino se ha caracterizado por el empleo de otro lenguaje más depurado y una nueva estética, así como la introducción de cambios estructurales e incluso el uso de diferentes metros (no sólo el octosílabo), lo que ha incidido en la amplitud y complejidad en los temas abordados.
En cuanto a la temática, en poesía siempre se debe tener en cuenta cierta diferenciación entre el discurso poético masculino y el discurso poético femenino. (Y no por gusto no escribo poesía femenina, pues en ese caso habría que poner poesía masculina, como acostumbran a “clasificar” a la primera los estudiosos de la literatura, y esta división no es la que se debe establecer, sino la que puede existir, y de hecho existe, entre la poesía buena y la poesía mala que, en este caso, no podría ni llamarse poesía).
Aunque hoy en día muchas escritoras reniegan del término “poetisa” por considerarlo hasta ofensivo, siempre lo he defendido (y lo seguiré haciendo), considero que existe una diferenciación en esos discursos. No quiere esto decir que una mujer no pueda tocar temáticas que, tal vez antes, sólo le estuviera permitido a los hombres. Cuando me refiero a este aspecto siempre me gusta recordar unas palabras de Dulce María Loynaz en torno a ello: “Yo pienso que mi condición de mujer se refleja en mi poesía. Por completo. Las mujeres escriben como mujeres y los hombres como hombres. Existen poemas escritos por mujeres que los hombres no podrían escribir, y poemas escritos por hombres que las mujeres no podrían escribir.”
Quizás ya esto no sea tan así y ya lo veremos más adelante. Primero hay que señalar que, en sentido general, los temas en poesía son universales y existen desde el propio surgimiento del hombre y de la poesía, aquellos que les son inherentes a todos los seres humanos, hombres o mujeres. Del amor y lo cotidiano escriben los poetas, y también las poetisas. Ambos poseen las mismas preocupaciones que nos da la vida, sólo que ellas, en su mayoría, se deben sentar a escribir en horarios difíciles, después de cumplida la “doble jornada” laboral: en el centro de trabajo y en la casa.
Aun así, ya el amor, por ejemplo, no es abordado como nuestras precursoras del siglo XIX o los primeros setenta años del XX. Y en este aspecto, puede decirse que las tuneras han sido “pioneras” en el abordaje del tema erótico, con un lenguaje fuerte y hasta provocador. No soy partidaria de señalar nombres por encima de otros, pero en este caso sería injusto ignorar la obra de tres poetisas tuneras (que, de haber sido contemporáneas con nuestra Carilda Oliver Labra, la habrían acompañado a soportar los llamados “escándalos sociales”). Son ellas Nuvia Estévez, María Liliana Celorrio y Reina Esperanza Cruz.
Tanto estas tres creadoras, como las restantes, sin dejar su feminidad, han abordado temas (cotidianos, amorosos, eróticos, sociales…) con tanta hondura, que pueden compararse y ubicarse al mismo nivel de los mejores textos de poetas con obra ya sólida.
Como dije antes, ya en todo el país van surgiendo nuevos nombres de jóvenes poetisas con discursos abrumadoramente sorprendentes. Sin embargo, en mi experiencia como jurado de diversos concursos, sobre todo en los que se incluye la décima, casi siempre “descubro” a una autora tunera detrás de algún seudónimo. Y lo que más valoro en este aspecto es, justamente, la influencia que ha ejercido —aunque nunca se haya dicho, y hasta es posible que nunca se diga públicamente— el discurso femenino en la décima tunera, por la difusión que ya va teniendo la obra de muchas de las creadoras que aquí se han nombrado (y otras que ya van dando a conocer sus frutos).
Pienso que Las Tunas —capital de la décima en Cuba, como ya la han nombrado— tiene en sus poetisas un bastión que, hasta ahora, ninguna otra provincia (en mi modesta opinión) ha podido superar. Sería un reto para
Ya dentro de muy poco podrá realizarse una antología de la décima escrita por mujeres en Las Tunas. Es una propuesta que hago, y no sólo para que la asuma una poetisa, sino también un desprejuiciado poeta (no machista).
MAYRA HERNÁNDEZ MENÉNDEZ (Ciudad de
Bibliografía activa: La poética de Rafaela Chacón Nardi (Premio “Pinos Nuevos” en su segunda convocatoria), Editorial Letras Cubanas, 1996. Recado para Jonás. Sobre el discurso femenino en la décima para niños en Cuba, Premio “
1 comentario:
El verso puede volar
tan alto como la mente
y no necesita puente
para los ríos cruzar.
No necesita en el mar
barcos, ni avión en el cielo,
solo los pies en el suelo
con los que anda el poeta;
desde el suelo es un cometa
listo para alzar el vuelo.
Agustín Dimas López. La Habana Cuba
19- Nov 2008
Publicar un comentario