miércoles, 12 de junio de 2019

Sencillamente un pulso con la vida


Sobre un libro premiado de Garrote

Tomado de Trabajadores


Lo que me cautivó de este decimario, durante la primera lectura, fue su elegancia. Con Memorial del pulso, el reconocido poeta Juan Carlos Garrote y Gil (San Nicolás de Bari, actual provincia de Mayabeque, 1951-2019) conquistó en 1997 el Premio La Habana, según veredicto de un jurado integrado por estudiosos de larga trayectoria: Virgilio López Lemus, Ana Núñez Machín y Fermín Carlos Díaz.

El libro —dado a la luz por la Editorial Unicornio en el 2000— ofrece un conjunto de textos, la mayoría en una sola estrofa, que pudiera asumirse como un único y amplio poema, una sucesión que canta toda a la esperanza, a la apoyatura en sus latidos, con un muy propio menaje filosofal que tiene fuentes en la sabiduría popular de tierra adentro, para afrontar los conflictos vivenciales inherentes a la vida humana:

Me visto de un mar abierto
de sonrisas…
                        ¿En qué puerto
conseguiré mi carena
de asombros, quién me condena
al asalto de lo incierto?

La fuerte tradición de la oralidad decimística que reina en las llamadas provincias habaneras (hoy Mayabeque y Artemisa) contamina para bien estos decires latientes en la escritura de Garrote:

PENSARES

Otra palabra se fuga
de los labios del orate.

El ciervo herido combate
cuando la muerte madruga.

La vida es como una arruga
filmada en cámara lenta.

Lo mediocre se sustenta
desovillando presagios.

No sólo de los naufragios
mi océano se alimenta.

El sujeto lírico advierte, eso sí, que no hay braceo posible sin asumir los riesgos:

De amar las aguas percibo
la dimensión de la sed.
Salgo a recoger mi red
y soy el primer cautivo.

La inmersión donde me exhibo
ningún alarde propone.

Si la muerte predispone
tal vez auxilie la suerte.

Agua es agua y muerte es muerte
no gana quien no se expone.

Resistencia es una palabra que tal vez no aparezca en Memorial del pulso, y tampoco me importa mucho si aparece o no. Resistencia, ese vocablo tan gastado por el uso y abuso del discurso sociopolítico contemporáneo, emerge aquí, de la lectura de estas décimas, en su valor prístino, y por lo tanto emerge como si fuera nueva, como patente de corso ineludible para dar el rostro a la existencia.

Este es un poemario para volver a él más de una vez, en busca de armas espirituales para la brega cotidiana. Tras el recurso sentencioso que vertebra el volumen, Juan Carlos Garrote y Gil nos legó aquí —sin olvidar el resto de su obra— latidos muy favorecedores para el pulso con la vida a que el ser humano se ve obligado para adelantar sus pasos.


Versión original en Trabajadores:







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